La banda mafiosa de Nuncio di Falco que vendía pizzas en Granada
En 1995, las fuerzas de seguridad descabezaron en Granada a la Camorra italiana, que se había hecho fuerte en España con el tráfico de heroína | El juez Calatayud y la secretaria judicial Rosario Córdoba recuerdan la operación en la que colaboraron
José Ramón Villalba y Carlos Morán
Granada
Jueves, 14 de febrero 2019, 00:59
La marihuana no era la droga que reinaba en los años noventa del siglo pasado. Por aquel entonces, todavía era la heroína la que mandaba ... en las calles. Aunque la irrupción del sida había empezado a frenar el consumo del 'caballo', aún seguía siendo un negocio lucrativo. De hecho, era el combustible que alimentaba a un grupo de mafiosos de la Camorra italiana que se asentó en Granada en 1993. El capo era Nuncio di Falco, que actualmente cumple una condena de cadena perpetua en un presidio de su país.
En apariencia, Di Falco y los suyos vivían de vender pizzas, pero era una tapadera. Su auténtica fuente de ingresos, lo que les permitía pagarse chalés-fortaleza en localidades del Área Metropolitana de Granada, era el narcotráfico. Al igual que ha ocurrido ahora con los presuntos mafiosos detenidos cerca de Órgiva, aquellos 'pioneros' no lograron echar raíces en Granada.
La organización que capitaneaba Di Falco fue descabezaba la madrugada del martes 5 de diciembre de 1995 en una ambiciosa operación judicial y policial. El magistrado Carlos Bueren, que hoy es abogado y entonces dirigía el Juzgado Central de Instrucción 1 de la Audiencia Nacional (el tribunal que tiene encomendada la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado), llegó a Granada unas horas antes de que empezase la acción y se reunió en una cafetería del centro de la capital con Emilio Calatayud, que en aquella época, y además de titular del único juzgado de Menores de la provincia, era el decano de los jueces granadinos.
Bueren puso en antecedentes a su colega. Se avecinaba una buena. Debían practicar 25 registros a la vez, una tarea que requiere una coordinación milimétrica. Cualquier desajuste podría ser aprovechado por los malos para eludir el cerco de las fuerzas de seguridad.
Secreto absoluto
Con absoluto sigilo, Calatayud y la que era entonces secretaria de su juzgado, Rosario Córdoba, trazaron un plan de actuación en la antigua sede del tribunal de Menores de Granada, que estaba en un bajo un tanto destartalado situado junto a la vieja Facultad de Medicina. Telefonearon a 23 secretarios y les dijeron que debían estar listos a las dos de la madrugada del 5 de diciembre de 1995. Sabían que iban a supervisar varios registros. Nada más. Desconocían en qué consistía la misión. Todo era secreto.
Pese a su complejidad, la operación salió bien. El juez Calatayud recuerda, sobre todo, la impresión que le causó la efectividad de los agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO), el grupo de élite de la Policía Nacional especializado en intervenir en situaciones que implican un riesgo máximo. «Llegamos hasta la puerta de uno de los chalés de los sospechosos y un GEO me dijo: 'Usted espere aquí, señoría'. Dos o tres minutos más tarde, me vinieron a buscar y ya tenían controladas a todas las personas que había dentro de la casa. Fue visto y no visto. Los perros que guardaban la vivienda ni siquiera tuvieron tiempo de ladrar. Fue increíble».
No hubo ni un disparo. Los miembros del GEO reventaron la puerta y, al instante siguiente, tenían esposados a los mafiosos. «Luego dejaron todo en manos de la Policía Nacional de Granada y se volvieron a su base de Guadalajara», rememoró ayer Calatayud. En total, hubo 25 detenidos en Granada. Nuncio di Falco fue capturado en Valencia.
Huyendo de la muerte
A la secretaria judicial Rosario Córdoba se le quedó grabada la fiereza de los canes que recibieron a la comitiva policial y judicial. «Eran de razas peligrosas», rememoró. Dentro de la vivienda en la que tuvo que desarrollar su labor ella había numerosas obras de arte. «La casa llamaba la atención porque era muy lujosa».
El capo Di Falco conoció Granada a mediados de los ochenta del siglo pasado. Había escapado de Italia después de que su hermano y otros miembros de su familia fueran asesinados por otra banda rival con la que competían por el control de la Camorra.
El jefe se sintió seguro por estos lares, y como había llegado con su lugarteniente, pronto comenzó a organizar una red delictiva en España. Además de Granada, la banda extendió sus tentáculos por Málaga, Jaén y Sevilla y tenía conexiones en Gran Bretaña, Portugal, Francia e Italia.
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