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Terraza de Los Italianos, que daban a sus clientes una deliciosa horchata. TORRES MOLINA

Junto con los altramuces, fueron el entretenimiento de nuestra infancia

Granada en el alma ·

En el Albayzín de mi infancia, era muy habitual ver en temporada a humildes parroquianos, con una espuerta llena de chufas, pregonándolas como fruto contra «la caloh»

Tito Ortiz

Martes, 13 de agosto 2019, 00:57

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Sobre el montón de aquel fruto, se observaba con placer un pedazo de hielo arrancado a una enorme barra de «La Siberia» en el Escudo ... del Carmen, acreditada fábrica de hielo de la época. Aquellas chufas fresquitas a una perragorda el cartucho, eran un premio a nuestro buen comportamiento, o a las buenas notas en el colegio. Los pregones eran diversos. Lo mismo servían para las embarazadas, que para los niños o, para las madres que daban el pecho a sus pequeños. El caso es que al masticarlas, te dejaban un agradable sabor en la boca, aunque las madres decían que, no había que comer muchas porque podrían producir estreñimiento. Los vendedores eran habituales en el barrio - algunos de ellos vecinos - y destacaba entre ellos el famoso, «Cagachín». Un gitano borrachín y pendenciero, con fama de tirar pronto de navaja. Mientras estaba sobrio, andaba mirando al suelo y sin meterse con nadie, pero bajo los efectos del alcohol, había que tomar distancias porque la tomaba con quién le viniera en gana, menos con los niños que éramos sus inocentes clientes. También se encargaba de vender las almencinas y las maholetas, que con un canuto de caña verde de regalo, sus huesos servían como proyectiles para atinar en la nuca de cualquier despistado y, salir corriendo en leal retirada, evitando la reprimenda, que no solamente se limitaba a la palabra. Pese a todo, ninguno de aquellos niños terminamos afectados por un guantazo o zapatillazo, marca de la casa.

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Junto con los altramuces, fueron el entretenimiento de nuestra infancia