El Varadero se despide de Marina, un «ángel de niña»
La homicida confesa y la víctima, de 18 años de edad, se conocieron en el barrio; el crimen deja una herida abierta en Motril
P. G-T. y J. R. V
Jueves, 15 de abril 2021, 00:50
Demasiado pronto. Marina estrenaba la vida cuando se la arrebataron. En diciembre habría cumplido 19 años y ahora el barrio El Varadero-Santa Adela está ... en duelo por su muerte. Ayer cada gota de lluvia sobre la acera marcaba los segundos para que la joven pudiera volver con los suyos, que querían despedirla como se merece. En la calle Crucero Oquendo la familia esperaba la llegada del féretro a la ciudad desde el instituto antómico forense.
Con la puerta abierta, las otras víctimas de esta triste historia –tíos, primos, la abuela, la madre de la joven y las hermanas– atendían a vecinos y amigos que acudían para dar el pésame. Silencio e indignación a las puertas de la vivienda. Los allegados guardaban turno con distancia para poder mostrar su apoyo. En el salón, una fotografía de la chica vestida de blanco, esperando la comunión sonriente, recibía a las visitas. Y así de risueña y angelical es como la recuerdan sus vecinos. «Era un bombón, un ángel de niña. Una persona preciosa por dentro y por fuera», comenta afectada la propietaria de un negocio de la zona. En el colegio Ave María de El Varadero también estimaban a la joven, que estudió allí varios cursos de Secundaria. «Era huérfana de padre y siempre ha echado una mano para cuidar de sus hermanas. Un primor», comenta otra motrileña.
La homicida confesa y Marina eran vecinas. En el barrio se conocieron y en el barrio se enamoraron. Un amor que para muchos rebasaba el entendimiento. Comenzaron la relación cuando Marina era menor de edad, se fueron a vivir a la casa de la homicida confesa y se mudaron hace poco al cortijo donde se produjo el fatídico desenlace. Los vecinos especulaban que tenían problemas. «La encontramos varias veces llorando», apuntaron.
La homicida era conocida en toda la ciudad. Había trabajado como manipuladora en varias empresas hotícolas de la zona y, hasta que se mudó recientemente, residía en el bloque contiguo al de la familia de la víctima.
El crimen deja una herida abierta en El Varadero.
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