El desorden de tu nombre
Numerosas localidades han cambiado su nombre, ya sea su artículo, la grafía, referencia o, directamente, la procedencia
Javier F. Barrera
Sábado, 17 de septiembre 2016, 01:17
Un simple artículo, una sencilla tilde, un socorrido apelativo, y la revolución. El pueblo se solivianta y se convoca a pleno, se escriben Cartas al ... Director de IDEAL, hay pasquines por las calles y los letreros de las entradas de los pueblos empiezan a ser tachadas o, al revés, complementadas. Los nombres oficiales de cada localidad son parte imprescindible del orgullo e historia y se lleva muy a pecho que sea el adecuado. Ocurre que no siempre se acierta y se cambia, por unos u otros motivos, y llegan entonces envueltos en la polémica, la crítica y a veces, en el esperpento. En el camino, el desorden de su nombre genera anécdotas, sucedidos, situaciones grotescas y errores administrativos y burocráticos que se saldan con la aplicación de la sana y buena vecindad entre los ayuntamientos de Granada.
Sin apellido, para empezar
Lo explica José Torrente, ex alcalde de Cúllar: «A mediados de los ochenta, cuando los primeros ayuntamientos democráticos, existía esa especie de tontería, de pique entre los cullarenses y los baceños. Era una rivalidad simpática, anecdótica, pero latente». Recuerda que los vecinos se preguntaban «por qué tenía que llamarse el pueblo Cúllar de Baza, que eso era de cuando la Dictadura. La gente de Cúllar se lo tomaba a mal». ASí que la consecuencia resultó evidente. «En los años ochenta se decidió que se tenía que cambiar el nombre porque no eran de Baza. Y la Junta de Andalucía se lo concedió sin problemas».
José Torrente recuerda para valorar este hecho que «Gregorio Salvador dijo algo que define la opinión de muchos cullarenses, que con esta decisión, con este cambio, a Cúllar le habían quitado el apellido». Y Torrente cree que tiene razón. «Desde entonces, si no dices en Granada Cúllar Baza te ubican en Cúllar Vega». Y pone ejemplos. «No hace mucho, la edil Ascensión Pérez Cotarelo me llamó porque alguien buscaba el Instituto Gregorio Salvador en Cúllar Vega. Me lo pasó y le informé que le quedaban todavía noventa minutos de coche...».
Respecto a las tildes, qué dolor. La lucha entre la ortografía y el habla de la provincia lleva a desórdenes que pueden llegar a ser comunes. Es el caso de la localidad de La Malahá, que, te pongas como te pongas, todo el mundo se refiere a ella como 'La Malá'. Y así se encuentra en muchísimos lugares, escrito, aunque no de manera oficial. Otro tanto ocurre en la Alpujarra, cuando un 12 de julio de 1972, nació el municipio de La Taha, procedente de la fusión de los antiguos ayuntamientos de Pitres, Mecina-Fondales y Ferreirola. El municipio, se puede consultar directamente en la página web oficial de su Ayuntamiento, se escribe sin tilde, pero como quiera que todo el mundo la pronuncia como si fuera 'tahá', las polémicas y defensas a ultranza del nombre original del pueblo suelen reaparecer con relativa frecuencia. Para dar fe de la discusión, la propia Wikipedia hace mención al correcto nombre, escritura y pronunciación del pueblo alpujarreño.
Un poco de todo
Tan solo hay que rebuscar en archivos o en esa gran masa de información que se llama internet para encontrar más y más ejemplos de nombres desordenados o que, simplemente, despistan y desordenan. Por ejemplo, hace ya más de un siglo, en la Vega de Granada, se escribía 'Fuentebaqueros'. Y de ahí se pasó al ya clásico 'Fuentevaqueros'. Pero oficialmente, y así consta en la localidad y en la Junta, debe escribirse como 'Fuente Vaqueros'. Es decir, se-pa-ra-do. También en la Vega, en Pinos Puente, ocurrió el ejemplo ya clásico de la actual Valderrubio. Esta entonces pedanía se llamó hasta 1943 Asquerosa y aún hoy a los habitantes de esta zona se les sigue conociendo como asquerosinos.
Es una forma de demostrar como se retuercen los vocablos desde el origen de un nombre, que en este caso era, 'Aqua rosae', agua de rosas, una preciosidad de denominación, hasta algo tan mal sonante como Asquerosa. Su nombre actual, Valderrubio, hace referencia a «valle del tabaco rubio», ya que fue un cultivo mayoritario hasta mediados del siglo XX. Tanto es así que se dice que fue el primer pueblo de Europa donde se sembró el tabaco rubio traído de América.
A veces, simplemente, el nombre ya estaba pillado. Y entonces hay que colocarle una especie de apellido que lo geolocaliza. Les ocurrió, por ejemplo, a Churriana, que pasó a ser Churriana de la Vega y a Alhama, que se convirtió en Alhama de Granada. cabe destacar que estos cambios ocurrieron hace la friolera de todo un siglo. Fueron en 1916. Seguimos. Cien años después, este mismo 2016, le ha ocurrido a la flamante Torrenueva, que lejos de Motril, ha tenido que apellidarse Torrenueva Costa. También le ocurrió de forma similar a Domingo Pérez, que con sus apenas mil habitantes, tuvo recientemente que incorporar a su nombre oficial el de la capital de la provincia por que ya existe otro pueblo con este nombre en Toledo. Por último, tres pueblos granadinos han cambiado de denominación o, mejor dicho, han cambiado de acento ortográfico. Los Guajares pasan a ser Los Guájares; Güejar Sierra se llama Güéjar Sierra; e Itrabo se denomina ahora Ítrabo. Tomen buena nota.
Una cuestión de artículos
«Mi padre cuenta que se liaban a pedradas entre los de Ogíjares Alto y Ogíjares Bajo. Y si uno se echaba una novia del otro barrio, ni te cuento». Gustavo García García tiene Ogíjares y toda la Vega Sur en la cabeza y sabe explicarla y comentarla con ejemplos. «Esto era de los árabes y se llamaba Uxíxar Alto y Uxíxar Bajo, dos pueblos distintos con sus mezquitas y sus molinos. Con los Reyes Católicos llegó la fusión por decreto, pero el accidente geográfico del barranco seguía marcando la separación entre ambos».
«No es hasta los años setenta, y luego los ochenta y los noventa, cuando se comienza a urbanizar y el pueblo pasa de los 4.000 habitantes hasta los casi 20.000 reales que hay hoy día. El barranco desaparece y el pueblo es uno». Pero, respecto a su denominación, no hay manera. «Oficialmente, desde hace siglos, ha sido Ogíjares, pero la gente le pone el artículo y de ahí la confusión». «De hecho, termina, es costumbre poner el artículo hasta en los documentos oficiales, pero el nombre oficial es Ogíjares y tampoco hay un acuerdo plenario que diga que va sin artículo o con él».
Queda Padul, «que la gente de Izquierda Unida, cuando gobernaba, le puso el artículo y ahora andan todos los letreros tachados, pintados, retachados y repintados». «Las cosas de la política llegan hasta ahí», resume el alcalde, Manuel Alarcón, quitándole importancia al asunto, ya que, como todo el mundo sabe, no se dice ni Padul ni El Padul, «porque todos decimos 'elpaúl'». Y, entonces, te convida a una cerveza y se pone a hablar de la ruta del mamut. Perdón, del 'mamú'.
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