El rock es cosa de niños en el Falla
Los más pequeños entraron ayer en contacto con los clásicos roqueros del siglo XX en un espectáculo familiar, divertido y didáctico en el Auditorio
Eduardo Tébar
Granada
Viernes, 27 de diciembre 2019
Que el rock es cosa de niños es algo que Angus Young, guitarrista AC/DC y eterno colegial de pantalón corto, lleva demostrando desde hace ... 45 años. Que la canción infalible de toda fiesta escolar es 'La bamba', ya lo aleccionó Ritchie Valens hace más de medio siglo. Y que para perpetuarse en la adolescencia conviene imitar a los Ramones, lo saben hasta Jim McCarthy y Brian Williamson, autores de la reciente novela gráfica sobre el cuarteto de Nueva York y, a la larga, un cómic con los episodios más jugosos de la historia del rock.
Eso fue, más o menos, lo que los vallisoletanos Happening ofrecieron en la tarde-noche de este viernes en el Auditorio Manuel de Falla: convertir los grandes momentos de la música popular de guitarras eléctricas del siglo XX en divertidas viñetas. El espectáculo 'El rock suena… en familia' llegó a Granada como «un todo en uno», la opción total de viernes navideño. Padres, madres, abuelas y abuelos… Y por supuesto, los más pequeños, protagonistas a la sazón del show interactivo. El lema en la puerta lo dejaba clarito: «Dejad que los niños se acerquen al rock». Objetivo casi generacional, ahora que las listas de resumen de la década certifican un relevo hegemónico en beneficio del reguetón y la expansión artística del hip hop.
Los Happening hablan más que tocan. Lo suyo es pura pedagogía. ¿Es posible resumir la historia del rock en hora y pico, y mantener la atención de los 'peques' levantando carcajadas en clave de monólogo? Pues sí. Y no dieron puntada sin hilo. Si un tal Juanito encarnó el primer rocanrol relatando su vida en una canción ('Johnny B. Goode'), en México aparecía un tipo que tocaba 'La bamba'. Si Elvis ('Preislerrr', según la grada) se erigió en El Rey e inventó el videoclip con el 'Rock de la cárcel', en Granada emergía un tal Miguel Ríos: «Los españoles es que somos muy copiones y siempre nos creemos que lo de fuera es mejor», dijeron. El lote incluía autocrítica roquera. El auditorio granadino rompió su solemnidad por un día para transformarse en pista de baile. Los niños y niñas evidenciaron junto al escenario nazarí que el rock no ha perdido sus poderes de conexión inmediata, ni su capacidad para hacer jauría en tribu.
Teatralizados, apoyados discretamente por una pantalla para proyectar imágenes, Happening recorrieron el rock desde sus orígenes en el blues («música lenta, triste y repetitiva de personas que trabajaban catorce horas diarias sin cobrar en las recolectas de algodón y que, de pronto, se pusieron a cantarle a los suyos al compás de las vías del tren que pasaba») hasta su culminación en arena de estadio con Queen. El 'Seven nation army' de The White Stripes en el inicio llevaba implícita una moraleja: para llegar aquí, tuvieron que suceder muchas cosas con anterioridad.
Curtidos durante dos décadas, y especializados en el noble arte de hacer comprensible y atractivo a los chavalines y chavalinas de edades tempranas lo que adultos y críticos ceñudos a veces se empeñan en complicar, los músicos pucelanos plantearon ayer una 'master class' circense en el Falla. Y llena de mensajes entre líneas: «Antes de empezar, queremos dejar claro que los roqueros somos gente normal. Y también educada, ya que nos presentamos allá donde vamos». «El respeto es fundamental en la vida. Que cada uno tenga sus gustos sin que nadie se meta con él», concluyeron. «¡Muy bien dicho!», exclamó un padre desde la butaca. Con estos valores, Happening desarrolla su labor docente.
Y el rock entró por la vía del humor en la tarde de ayer. «¿Queréis algo tranquilo o algo cañero?» Adivinen la respuesta con la que piaban los pequeños en esta actividad programada en 'Granada Family'. Parecían llevar toda una vida agitando cervicales al son del 'Twist and shout' de los Beatles. E incluso se percataron de que Los Salvajes fueron unos Rolling Stones de Las Ramblas. Un ritual que refuerza la tesis de Nik Cohn, pionero en el análisis del rock. Cohn sostenía que el rocanrol se resumía en la onomatopeya de Little Richard: «Tutti frutti, oh rootie, wop bop a loo bop a lop bom bom». Nada más. Lo entiende hasta un niño.
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