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El castillo corona el horizonte por encima de las casas
El tesorillo del castillo de Huelma
CASTILLOS DE JAÉN

El tesorillo del castillo de Huelma

Cuenta la tradición que debajo del cortijo Vega de las Piedras se encuentra un fastuoso tesoro escondido por los moros

MANUEL RODRÍGUEZ ARÉVALO

Martes, 16 de junio 2015, 00:55

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El castillo se alza sobre un montículo, en la parte posterior de la iglesia parroquial de la Inmaculada, que domina toda la villa y tierras de los alrededores.

Hacia la parte baja de la colina existen restos de murallas y algún torreón de defensa, y en la parte superior, sobre una zona de rocas, se conserva el núcleo principal de la fortaleza.

Destacan los restos de dos aljibes y la distribución de saeteras dobles.

Para poder datarlo bastaría con observar sus características constructivas con grandes sillares, que podrían evidenciar un origen romano, aunque el conjunto, realizado con argamasa y piedra, lo acerca aún más con la construcción árabe.

Como se observa, el castillo está bastante deteriorado, entre otras cosas por el incendio provocado por el General Sebastiani, al retirarse con sus tropas francesas, después de haberlo ocupado durante la guerra de la Independencia.

Cuenta la tradición que debajo del cortijo Vega de las Piedras, se encuentra un fastuoso tesoro que fue escondido por los moros en tiempos de frontera. Este tesoro fue protegido por un poderoso encantamiento: un enorme y fiero león lo vigila continuamente a muy pocos metros de distancia y, a consecuencia del maleficio del que fue objeto, se convirtió en una de las grandes rocas, que rodea este cortijo, y que vuelve a su forma original cuando se ve amenazado el tesoro que custodia.

Para localizar el lugar idóneo donde esconder el mencionado tesoro, se formaron varias expediciones entorno a la localidad de Huelma para escoger el sitio más apropiado. A los pocos días volvieron al castillo y cada uno de los grupos informó de los posibles escondites.

Después de estudiar cada una de las propuestas, finalmente se decidieron por una apartada zona, donde más tarde se ubicó el cortijo Vegas de las Piedras.

Cuando estaban cargando el tesoro, en una oscura noche de invierno, se acercó hasta los aledaños del castillo un extraño hombre que no dejaba de observar, entre los árboles, la operación que desarrollaban los guerreros árabes que iban a trasladar el tesoro.

En uno de sus movimientos se topó con una rama que al pisarla hizo el suficiente ruido para que la guardia lo interceptara. Interrogado sobre sus intenciones, declaró que quería ayudar a que el tesoro nadie lo encontrara hasta el regreso, a estas tierras, de las tropas árabes.

Sorprendidos por estas palabras le llevaron ante uno de los antepasados de Banu Yuzayy, que ocupaba la fortaleza, y que atendió muy interesado la propuesta de este hombre que dijo poder preparar un encantamiento en el lugar donde se enterrara el tesoro para que no pudieran llegar hasta él.

Cuando fue escondido el tesoro pidió que le dejaran solo para realizar el encantamiento. Al poco tiempo vuelve junto al reducido grupo de personas que habían participado en el enterramiento y les convence que el tesoro ya está a salvo.

Nadie supo más del tesoro.

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