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«Majestad, no permita que rompan España»
Las anécdotas de la jornada las marcaron los que esperaron durante horas fuera del teatro
A las cinco y algo de la mañana le sonó el despertador a Magdalena Amor. Al instante movilizó a su marido. Tenía que llevarla desde ... Torredelcampo hasta Jaén. Había quedado allí con su sobrina, Inmaculada Amor. A las seis de la mañana las dos estaban 'plantadas' en la plaza del Teatro Infanta Leonor y allí no había nada, ni nadie, salvo un frío negro.
«Lo hemos visto todo, si queréis os lo contamos», le decían a los periodistas, entre risas, muchas horas después, cuando el sol ya brillaba y calentaba con fuerza. «Hemos visto a la Policía registrar las alcantarillas, hemos visto entrar el catering...». Lo que no habían visto nunca tía y sobrina era al Rey Felipe VI, de cerca. «Por la tele sí, claro», explicaban. Por eso, al enterarse que ayer jueves estaría en Jaén para clausurar el congreso de los jóvenes agricultores de Asaja, decidieron que allá que iban las dos.
«Un amigo Guardia Civil nos dijo que si queríamos venir que lo hiciéramos temprano, porque no iba a haber mucha valla y queríamos estar en primera fila», contaron. Así que se lo tomaron al pie de la letra, pero se ve que madrugaron demasiado. Tras ellas, la tercera en llegar fue una señora y lo hizo pasadas las ocho de la mañana. Y el cuarto, un chico joven, un poco más tarde. «El Rey es muy buena persona, impone mucho», explicaba el chico para justificar su decisión de pasar unas cuantas horas de pie, a la espera de Su Majestad. Todos seguían allí, en primera fila, cuando Felipe VI abandonó el teatro, a eso de las dos de la tarde.
La llegada del Rey hizo desaparecer las pintadas del entorno del teatro, y le devolvió las letras al rótulo
«Le he dicho que es muy guapo y que tiene las manos muy suavicas», recordaba Magdalena provocando las risas de todos los presentes.
Nadie madrugó como ellas dos, pero si hubo quien hizo muchos kilómetros de carretera para ver al Rey. Hasta de Villacarrillo vino gente para colocarse tras la famosa valla, que no estaba tan llena en comparación con otras visitas reales, aunque también hay que tener en cuenta que era un día entre semana, y en horario de mañana.
Casi una hora antes de la llegada de Felipe VI, que apenas se retrasó, y legó al teatro en torno a las once y media de la mañana, casi todos los invitados al acto estaban ya dentro del mismo. Ninguno vio las pintadas que suele haber en el entorno, ni las letras caídas del rótulo que da nombre al espacio. Todo eso se solucionó justo antes de la visita real.
Nada más bajar del coche oficial, que llegó hasta la misma plaza, el Rey saludó a las autoridades que lo esperaban y se fue para el público, y fue saludando a todo el que se lo pidió. Lo hizo cuando llegó y lo volvió a hacer a la salida.
Ya dentro del Teatro, los presentes en el congreso, que prácticamente llenaban la sala, lo recibieron entre aplausos y vítores. Hubo varios vivas al Rey, vivas a España e incluso vivas a la Reina, aunque en este viaje no estuvo presente.
Felipe VI participó en la clausura del congreso y atendió desde el público a todos los discursos que se ofrecieron, así como a una mesa redonda donde se analizó el uso de las nuevas tecnologías en el campo. Fue el último en subir al escenario para ofrecer su discurso.
Desde ahí lo llevaron a los bajos del teatro para firmar en el libro de visitas, y luego, de vuelta arriba, donde se estaba ofreciendo un cóctel a cargo de Casa Herminia. De ahí poco pueden contar la mayoría de los periodistas, cámaras y fotoperiodistas que cubrían el acto, que requeridos por los trabajadores de Seguridad y de Comunicación de la Casa Real, estuvieron aislados en una terraza durante cerca de 25 minutos para que no tomaran imagen alguna de Su Majestad, por si decidía comer o beber algo. Todo mientras en el vestíbulo del teatro, donde se ofrecía el cóctel, cientos de personas, con móviles en mano, hacían sus propias fotos, para seguramente, compartirlas más tarde en redes sociales.
Allí Su Majestad se despidió de los altos representantes de Asaja y pasó a la sala pequeña del teatro, para hacerse una foto de familia con el recién reelegido rector, Juan Gómez, y su equipo de Gobierno. Charló con ellos unos minutos y se despidió de todos los presentes hasta la próxima visita a tierras jienenses.
Antes de irse volvió a acercarse a la gente que le esperaba en la calle. «Majestad, no permita que rompan España», le pidió un hombre. A lo que el Rey no contestó. Ese mismo hombre, minutos después, le pedía al nuevo presidente de la Junta, Juanma Moreno, que levantara Andalucía. «En ello estamos», le contestó.
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