Niegan a un parapléjico de Granada la tarjeta para aparcar por no estar suficientemente discapacitado
El afectado, que tiene paralizado el cuerpo desde el esternón hasta los pies y va en silla de ruedas, ha recurrido la insólita decisión de la Junta
Jose entró en el hospital Virgen de las Nieves con un dolor insoportable en la parte baja de la espalda y, muchas semanas después, abandonó ... el citado centro sanitario con el cuerpo paralizado desde el esternón hasta los pies. Atrás quedaban una operación a vida o muerte y una larga estancia en la Unidad de Cuidados Intensivos. Salió adelante contra todo pronóstico. La intervención para taponarle un desgarro en la arteria aorta dañó su médula para siempre y tuvo que aprender a moverse en una silla de ruedas.
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Tras enfrentarse con éxito a todos esos retos, a Jose le ha tocado ahora lidiar con un problema difícil de clasificar, un obstáculo que no desentonaría como argumento de una tragicomedia surrealista. La delegación de la Consejería de Inclusión Social de la Junta de Andalucía Granada le ha denegado el sello que le autorizaría a aparcar en las plazas reservadas para personas con discapacidad. En este sentido, la citada administración ha comunicado a Jose que no está lo suficientemente discapacitado como para beneficiarse de ese 'privilegio' y que puede desplazarse en autobús o en metro. El escrito no lo dice exactamente así. Está redactado en lenguaje burocrático y esa sería la traducción al español corriente. «No consta en su reconocimiento del grado de discapacidad que reúna las condiciones que determinan la existencia de dificultades de movilidad para utilizar transportes colectivos ni tener la consideración de ser titular del derecho a obtener la tarjeta de aparcamiento», argumenta la Junta en su respuesta a Jose.
Gran inválido
Teniendo en cuenta que, junto a la instancia oficial, aportó un parte médico que explica su lesión medular y que es un gran inválido, la decisión de la Junta es, como mínimo, insólita. Como es dueño de un excelente sentido del humor que nada ha doblegado, no puede evitar que se le escape una carcajada cada vez que relee la misiva. «Si no me dan a mí la tarjeta de marras, no creo que se la den a nadie, digo yo. Lo que he hecho en el recurso es subrayar las frases en las que se detalla mi diagnóstico para que no pase desapercibido. Estoy convencido de que debe tratarse de un error, pero necesitamos la tarjeta», comenta con gracejo.
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