'Arsa' que toma, 'juliers'

Ahora todo es guay y son días de farolillos de Feria. Cuando la luna de miel se acabe llegará el momento de la verdad. Ahora todo es fácil, dentro de la dificultad de montar un servicio, flota y subrogación de la plantilla en solo 20 días. 60 años cambiados en tres semanas. Ni los más optimistas del lugar. Hasta el concejal de Servicios Públicos le echó una flor a Castillo en el acto de presentación, por su colaboración. Ni los más optimistas. Es más, aunque el acuerdo total aún no está cerca, tampoco está lejos. Y eso implicaría abandonar incluso la vía judicial. «¿Cómo? ¿De verdad?». «De verdad. Más vale un mal acuerdo que un buen pleito», contestó. Ni los más optimistas, insisto. Y no digamos si hace poco nos dicen que Castillo dejaría de circular, después de 30 años de tira y afloja, intermitentes, con el Ayuntamiento.

Los ediles África Colomo y Paco Lechuga, sumos hacedores, y el alcalde Julio, con una flor en el culo. Eso sí, después de sentarse sobre varios cactus en sus 27 meses: pandemia, Onda Jaén, salida del gobierno de tres ediles de Cs que le han dejado en minoría.

Una flor. Alsa, una multinacional, ha echado el resto para hacerse con Jaén, pequeña capital de provincia con una flota de 32 vehículos y 57 trabajadores, muy inferior a los 194 autobuses y 580 profesionales, por ejemplo, de la vecina Granada, en donde en junio compró la municipal Rober (13 millones). ¿Por qué esta apuesta por un contrato de dos años? Pues porque está en plena expansión (también gestiona los de Almería y el área metropolitana de Granada), porque aspira al contrato 'definitivo' por diez años («Alsa tiene vocación de permanencia en Jaén», dijo su consejero delegado), porque sabe que hay mucha capacidad de mejora y, por tanto, de incrementar los viajeros («unos autobuses más nuevos, limpios y vamos a intentar que más puntuales y conductores más amables») y porque, como dijo a las claras, aspiran a explotar también el tranvía.

Por tanto, apuesta total de Alsa por Jaén, como mínimo durante los dos próximos años. Como mínimo. En menos habrá elecciones municipales. Lo dicho, una flor donde la espalda pierde su casto nombre, para satisfacción de los y las 'juliers'. Como la lideresa de UGT Andalucía, Carmen Castilla, de Écija («luego dicen que en Sevilla hace calor», resopló en la presentación con el sol cayendo de macetilla), que hizo noche en Jaén y durante dos días bendijo la llegada de Alsa. Enfermera de profesión, dio puntos de sutura en la tensa relación local del sindicato con el regidor. «Si hay una palabra que define al alcalde es valentía. Me tienes, nos tienes a tu lado», proclamó ¿con acuse de recibo?

Tanta es la fuerza de Alsa que de un telefonazo a la Junta desatascó, casi sobre la bocina, cinco horas antes del acto, la firma del convenio para que los nuevos autobuses urbanos también puedan usar la tarjeta del Consorcio Metropolitano.

Y mientras en el PP buscan alcaldable para 2023 y suenan agustinos romos y helénicas sanclementinas, sin descartar al portavoz Bonilla con su cambio de look y su perilla, en el PSOE siguen de digestión pesada tras el órdago de los renovadores.

El lunes hubo animada ejecutiva provincial, civilizada pero de agravios y procesión por dentro. Reunión de pastores. De todos y todas. Tomaron la palabra siete u ocho, descontentos por las formas y el fondo y a favor de Reyes, quien habló de hechos y resultados electorales y, dolido, de las razones esgrimidas por los 'renoves', como la de que se le pasa el arroz, que le llegó al alma. Cerró el marmolejeño Lozano, líder renovador, que habló de eso y expuso los motivos, sin acritud. Y quedaron en seguir hablando.

Mientras, a trabajarse los apoyos. Reyes, tras encajar el golpe, parece repuesto. Se barrunta por tanto duelo el 11 y 12 de diciembre. Y Espadas apoyó el 'status quo' y mandó parar las guerras provinciales para que no salgan más bocas en el volcán socialista precongresual (Jaén, Cádiz, Huelva, Málaga). Después del federal y del regional, ríos de lava.