Una vuelta al cole repleta de reencuentros y salsa de tomate
Niños de Infantil, Primaria y Educación Especial de toda la provincia volvían a las aulas este miércoles
Se acabó el tiempo. El primer día de colegio ya llegó. Ayer, los alumnos de segundo ciclo de Infantil, Primaria y Educación Especial de la ... provincia de Granada volvieron a las aulas para arrancar un nuevo curso. En la capital, las mochilas con ruedas, las cartulinas y los uniformes reconquistaron las calles.
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Desde primera hora, en el entorno de la Caleta se vieron familias enteras que, frente a las puertas del CEIP Victoria Eugenia, compartían un abrazo antes de que sus caminos se separaran. No faltaban sudaderas de Stitch y mochilas de Minnie Mouse. Parece que la famosa ratona está de moda. Así, visitiendo sus mejores galas, los pequeños se iban a clase, decididos y sin soltar una sola lágrima, y los mayores, a trabajar. No quedaba otra. Ya tocaba retomar la rutina.
El movimiento era evidente en el centro de Granada. Al caos habitual de cada mañana en la zona de Méndez Núñez, este miércoles se sumaba una estampa que recordaba la normalidad. Frente a algunos centros, los coches se sucedían en segunda fila. Padres y madres bajaban corriendo para dejar a los niños en manos de los maestros. Un beso y «hasta luego, cariño».
En el Regina Mundi, la directora, María Ángeles Moreno, y otras maestras recibían a los alumnos en la puerta del patio. «Entran de forma escalonada, primero los mayores de Primaria y luego los pequeños. Están llegando todos sorprendentemente felices este año. Les hemos preparado muchas actividades», compartió con IDEAL. Todo apuntaba a que sería un gran día.
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La nueva
No eran ni las diez y ya lo estaba siendo, desde luego, para Coral. A sus 7 añitos, esta pequeña, rubia y de ojos claros, vivía su primer día de colegio en Granada. Según su madre, Maite, a las dos de la mañana aún estaba despierta «por los nervios». Hace solo una semana que la aceptaron en este centro. Su familia acaba de llegar de Cataluña y la niña no podía estar más emocionada por hacer nuevos amigos. Lista para empezar segundo de Primaria, ayer llegaba «súperpreparada» con su mochila rosa y una cartulina a juego.
En colegios como Fuentenueva, La Presentación en Gran Capitán o Alcazaba en el Zaidín, la entrada estaba prevista algo más tarde, pero no por eso se vivió con menos intensidad. Así es el primer día de clase, un batiburrillo de emociones que deja entrever las ganas –y la necesidad– de volver a la rutina. Y es que ayer no fue solo el primer día de cole, sino también el primer día de comedor. Algunos hicieron pleno.
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A las doce del mediodía, este servicio ya funcionaba a todo gas en el CEIP Andrés Segovia, en el Zaidín. Para entonces, hacía ya un rato que Rosa, la encargada de cocina, la reina de los fogones, había empezado a preparar el menú del primer día de cole: coditos de pasta con tomate y ensalada. ¿De postre? Albaricoque. «El primer día siempre ponemos pasta, le gusta a todo el mundo. Luego ya llegan las lentejas y los llantos», bromeaba el director, David Vílchez.
«¡Hoy os podéis sentar donde queráis!», advertía Rosa
Sobre las dos del mediodía, los peques de Infantil ocuparon sus asientos. «¡Hoy os podéis sentar donde queráis!», advertía Rosa. «Tras ellos, van a lavarse las manos y entran al comedor los de primero, segundo y tercero de Primaria. Son el primer turno. Después, les toca a los mayores de cuarto, quinto y sexto», explicaba la coordinadora de comedor, María José Moreno, mientras saludaba a los alumnos. Según ella, este centro es «muy familiar» y se nota especialmente a la hora de comer.
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El buen comer
Los pequeños se dividen en mesas de seis, lo que facilita a las monitoras su supervisión, y «los mayores», en hileras con sillas algo más grandes. En una de ellas estaba Nora, de segundo de Primaria, con una camiseta a rayas blancas y azules como sus ojos, que hablaba sin parar con su mejor amiga mientras pinchaba la pasta con el tenedor como si no hubiera un mañana. «Mira qué fuerte estoy. Tengo una fuerza natural porque como muy bien», aseguraba mientras enseñaba el músculo de su brazo.
Con la ensalada, algunas caras se volvieron largas. Alejandra admitió que le gustaba «un poco». Es cierto. Minutos después, su plato quedaba más o menos vacío. No como el de Leo. «A mí no me gusta. A mí hermano, sí. A él le pueden poner un plato enorme y se lo come todo, incluso la cebolla. Tiene sabor fuerte, pero más fuerte estoy yo», presumía.
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Algunos niños, como Paula, de Infantil, repetían. Su cara lo decía todo. Tenía tomate hasta en los párpados
Mientras tanto, Rosa seguía llenando platos. Algunos niños, como Paula, de Infantil, repetían. Su cara lo decía todo. Tenía tomate hasta en los párpados. «Hay hambre. ¡Qué bien!», celebraba la cocinera, cazo en mano. La estampa era de lo más tierna y divertida y eso que eran pocos. Normalmente, durante el curso, el comedor del CEIP Andrés Segovia atiende a entre 100 y 120 alumnos en cada jornada.
La cuestión, en cualquier caso, es que el primer día de colegio no fue nada mal en Granada. Los alumnos morían de ganas de reencontrarse con sus amigos y los maestros los recibieron con la mayor ilusión del mundo. Los ingredientes perfectos para un gran primer día. Esperemos que dure.
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