IDEAL accede a la investigación que hizo caer a Francisco García Santaella, coronel retirado de la Guardia Civil.
Investigación judicial en Granada

Así operaba el coronel de la Guardia Civil que fue 'padre' de los narcos en Granada

Pagos en su despacho, protección al criminal y una escucha para poder pillar a un corrupto del que sus compañeros sospecharon 30 años

Sábado, 21 de diciembre 2024

Francisco García Santaella, coronel retirado de la Guardia Civil, ingresó a principios de mes en prisión para cumplir una condena de siete años por cohecho ... y un delito contra la salud pública. Su entrada en el módulo de seguridad de una cárcel madrileña da carpetazo a más de 30 años de sospechas, denuncias de sus compañeros, investigaciones de Asuntos Internos y un periplo judicial que logró destapar a un agente que favoreció con astucia el narcotráfico. Pese a todos los indicios e investigaciones de la Guardia Civil que habían recaído sobre él, a Santaella lo pillaron solo por tres golpes que dio en la Costa Tropical. IDEAL desgrana un extenso sumario judicial, formado por casi 5.000 folios, que puso fin y desde Granada a la carrera meteórica del 'padre' de los narcos, el agente que se unió al bando enemigo.

Publicidad

La carrera del oficial empezó a tambalearse el 12 de noviembre de 2014. El equipo de delincuencia organizada y antidroga (EODA) de Granada tenía bajo escucha a dos investigados –compinches antiguos del coronel– que preparaban un nuevo cargamento. En una conversación telefónica, David García Moreno (conocido como 'Cani') y Rachid Zairi, ambos actualmente en situación de rebeldía, hacían referencia a la figura de 'Padre' y recordaban con nostalgia que él nunca pedía dinero por adelantado cuando aseguraba los alijos. Una vez detenidos en el marco de la 'operación Golia' por un desembarco que prepararon en Salobreña, Zairi identificó en su interrogatorio la fotografía número 6 como la de 'Padre'. La imagen se correspondía con Santaella. A los agentes no les sorprendió. Le seguían la pista desde hace tiempo. Por su parte 'Cani', quien había tenido más contacto con el corrupto, dio su nombre, afirmó que le pagaban 120.000 euros por alijo y que incluso en una ocasión le acercó sus pagos a su despacho de la comandancia en una bolsa de plástico del supermercado Dani, con total impunidad.

Este contenido no puede visualizarse correctamente en este formato. Ver experiencia completa

La relación del coronel del Instituto Armado con estos narcotraficantes empezó en una cita en las inmediaciones del pantano de Cubillas en 2005. Él era por entonces comandante y le pidió a un compañero de la Policía Judicial que le presentara a algunos informadores. David y Jean Manuel se convirtieron en colaboradores habituales de la Guardia Civil tras cometer un delito de estafa. Poco antes de su cita con Santaella, lograron introducir un alijo y padre confío en las posibilidades de la pareja. Santaella pidió hablar en solitario con Jean Manuel. Le propuso orquestar una operación y repartirse los beneficios. Sin embargo, Jean Manuel engañó al guardia y se dio a la fuga con el dinero. Desde entonces, el coronel empezó a negociar con David, que buscó otro intermediario para traer hachís. El elegido fue Rachid.

En la primera reunión entre los tres, el comandante hizo gala de su poder. Los metió en su Terrano color turquesa y fueron hasta el puerto de Motril. Para asombro de los narcos, no le pararon en la entrada. «Tengo poder para controlar el agua, el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) y la tierra», dijo el corrupto.

Publicidad

En ese encuentro decidieron realizar tres trabajos, dos con beneficio económico y un tercero para que lo interceptara la Guardia Civil. La mercancía que iba a aprehender el Instituto Armado se debía entregar en una casa-guardería –al menos 2.000 kilogramos– y el resto en la playa. Poco tiempo después se produjo el primer golpe en Castillo de Baños. Se alijaron entre 3.000 y 4.000 kilogramos de hachís sin ningún problema. La mercancía se llevó a Cogollos Vega, donde residía uno de los narcos.

Después, David viajó a Marruecos por Ceuta atravesando el barrio del Príncipe para preparar la droga mala. Eran restos de plantas de marihuana mezclados con el hachís. En la madrugada del dos de mayo tuvieron lugar los dos últimos golpes. Esa noche la embarcación quedó varada en Castillo de Baños. La mercancía de buena calidad se trasladó sin problema a Cogollos para ponerla a salvo. Con las primeras luces del día, sobre las 7.30 horas, llegaron dos gomas a la playa, esta vez a Los Yesos. Los porteadores y David descargaron 4.000 kilogramos en dos furgonetas alquiladas. Parte de los fardos los esparcieron por la playa como si hubieran tenido que huir apresuradamente. Trasladaron el resto de la bazofia al garaje de una vivienda de la urbanización La Perla de Carchuna-Calahonda. Al salir de la casa llamó a Santaella para decirle que habían terminado. Entonces el coronel dio a los suyos la orden para intervenir.

Publicidad

Los hombres del comandante habían recibido información previa de que participarían en una gran intervención antidroga. En los tres desembarcos las órdenes llegaban demasiado tarde. Y las sospechas aumentaron cuando al llegar a la guardería en el tercer golpe observaron que todos los fardos estaban mojados, como recién sacados de la goma, pese a que supuestamente en esa vivienda había entrado la mercancía de alijos anteriores. Las informaciones del oficial estaban sesgadas y no sabían quién había vigilado la zona. La droga, según los testigos en los desembarcos, triplicaba a la que luego se había intervenido.

Asuntos Internos reabrió la investigación sobre el agente. Y Santaella se dio cuenta. David declaró que advirtió al oficial. Un día al llegar a casa detectó un vehículo extraño y llamó a su compinche de uniforme. 20 minutos después le confirmó que el coche era de Asuntos Internos. Ese día perdieron el contacto. Santaella modificó sus rutinas. Pasó de utilizar siempre el mismo todoterreno a emplear otros turismos del cuerpo. En sus desplazamientos particulares, cogía una motocicleta y se aseguraba de que no le seguían. A finales de 2006 lo ascendieron y se trasladó a Madrid. Antes de irse, preguntó a otros oficiales si estaba siendo investigado y les recordó, capciosamente, que había una lealtad que guardar entre mando y subordinado.

Publicidad

Este contenido no puede visualizarse correctamente en este formato. Ver experiencia completa

Pisarle los talones al corrupto

Las sospechas sobre Santaella venían de lejos. En el sumario hay un informe confidencial del Servicio de Asuntos Internos que repasa todas las denuncias que cosechó a lo largo de su carrera. En 1989 dirigió una docena de servicios de interceptación de alijos de hachís en Marbella y Estepona, pero ninguno tuvo resultados positivos.

Entre 1990 y 1993, la UCO tiene constancia de denuncias por actuaciones irregulares y acusaciones de incremento patrimonial con vehículos de importación, viviendas e inversiones en una empresa de construcción. Estos indicios fueron investigados, pero no llegaron a acreditarse. Poco después Santaella fue trasladado a la unidad antidrogas de Barcelona. Las próximas sospechas del coronel se remontan a su etapa granadina, en 2005. El cuerpo tiene constancia de una serie de episodios que le llevaron a ir conformando la impresión de que la participación del comandante en las intervenciones de hachís no eran claras. Ese año se recibe información de la comandancia de Málaga sobre que el narcotraficante Nasser H., durante la operación Zodiac, había declarado la existencia de un oficial de la comandancia granadina que daba seguridad a los alijos.

Publicidad

Por su parte, un alférez de Granada puso todas las sospechas en conocimiento del coronel jefe de la comandancia, dándose traslado a la UCO y Servicios Internos. En septiembre se ordena a este servicio que investigue las presuntas irregularidades que cometía Santaella y su posible enriquecimiento a través del hachís.

Los narcos alardeaban de su impunidad. Pillar a Santaella ocasionó desencuentros en la Guardia Civil

En enero de 2006 dejó en libertad a dos individuos, que eran sus compinches, de los cinco detenidos por un alijo donde se intervino 190 kilogramos y 32.000 euros. En 2008 la Comandancia de Granada traslada al SAI que un narco le contó a un agente que le había pagado dinero al coronel por apoyar sus actividades de narcotráfico.

Noticia Patrocinada

Durante años, los guardias se habían quejado de que Santaella no daba de alta a sus fuentes, se interponía en el trabajo de otros compañeros e incluso aprovechaba los permisos y que los descansos de los colegas más críticos con su gestión coincidían con intervenciones antidroga. Una operación de la UOPJ de Almería derivó en la detención de una fuente del coronel. Santaella pidió entonces que se hiciera un informe a destiempo que avisara de que era colaborador de la Comandancia para cubrirse las espaldas.

Los narcos alardeaban de su impunidad y cuando tenían problema advertían que eran informadores de Santaella. Pillarle un paso en falso fue una tarea ardua que dividió y causó algún desencuentro en el cuerpo. Santaella y sus partidarios trataron de culpar a otros guardias. Incluso un agente falseo sus declaraciones y aseguró que participó en operativos de vigilancia para defenderle. Pero esa noche no estuvo de servicio.

Publicidad

Los oficiales mantienen que por su modus operandi tuvo que hacerlo más veces a lo largo de su carrera. En materia económica poco se encontró. Invertía en viviendas. La UCO entrevistó hasta a dependientas de las marcas de lujo donde compraba su mujer y a unos empresarios de la construcción que manifestaron haber recibido pagos en metálico. Todo en balde.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad