Ambiente a las puertas de la Basílica de la Virgen de las Angustias este domingo al mediodía. P. R.
Procesión de la Virgen de las Angustias

Granada, entre la búsqueda y la espera de la Patrona

Colas multitudinarias en el templo y en los puestos de la Fuente de las Batallas en la cuenta atrás para la salida de la Virgen de las Angustias

Domingo, 28 de septiembre 2025, 13:46

El sol no engaña. Sobre Granada, asomado a un lado de Sierra Nevada, brilla como en los días grandes, fulgor de Jueves Santo y Corpus ... Christi para el último domingo de septiembre, el de la Patrona. Hace calor, pero no como para que moleste el traje con el que cientos de granadinos recorren las calles para reencontrarse con la Virgen.

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Es media mañana y la ciudad ya no se contiene. Desde la Fuente de las Granadas a la de las Batallas, un reguero nervioso de personas, una gigantesca cola que serpea entre las vallas y se ramifica hasta las terrazas de las cafeterías, los comercios y el templo. En la esquina del Humilladero, las gitanas ofrecen velas a los devotos. Son blancas como la leche y el grosor varía, entre dos y tres dedos, en función del precio. Las de 2 euros, las más baratas, vuelan. Se las llevan muchos envueltas en un papel fino y gris como el de los periódicos mientras las vendedoras guardan las monedas rápidamente en riñoneras sin dejar de cantar el producto. «Velas, velas, velas, velas».

El calor de la mano hace que algunas se doblen durante la espera para entrar en la iglesia. Aguardar allí para ver a la Virgen es casi como hacer un viaje por los confines de la provincia. Las conversaciones delatan. Hay vocales abiertas de Loja y ceceos que solo pueden ser de Salar. Hay 'eses' que suenan como las de los labradores de Montejícar. A alguien se le escapa un 'acho' y es como si dijese «hola, soy de la Puebla de Don Fadrique o de Huéscar». Que la devoción no es cosa solo de la capital, sino que se extiende por toda Granada es algo que se entiende muy bien aquí.

A mediodía, campanas. Los devotos entran al templo sin parar mientras arranca la misa. Alguien ha tenido la previsión de despejar la nave, que ahora ocupa una masa enorme que busca a la Virgen. La imagen, con su hijo siempre en brazos, aguarda la hora cerca del altar mientras le canta el coro de Íllora. Aunque los carteles advierten de que no deben hacerse fotografías en este momento, las pantallas ascienden y descienden en un movimiento hipnótico. ¿Quién se atreve a frenar este amor? Un rezo rápido y salen. Muchos vuelven los ojos a la Patrona antes de salir a la luz. Es un gesto como el que se haría con un amigo. «Te veo luego», dice.

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Frutas de otoño

Del recogimiento al bullicio, 300 metros. En la Fuente de las Batallas no cabe un alfiler. Las tiendas de las cofradías son un corazón palpitante de granadinos que vienen a comprar torta de la Virgen y se marchan. Sístole y diástole de azúcar. Los precios estaban igualados días atrás, pero ahora, cuando quedan apenas unas horas, ya hay diferencias. Van desde los 8 a los 14 euros en función del tamaño del pastel. La porción se puede comprar entre los 2 y los 3 euros.

La que más cola tiene, que atraviesa el espacio peatonal y casi rodea la fuente, es la de la Panadería Maribel. Sin embargo, las demás no se quedan atrás. Las del Rosario, Rocío de Granada, Sentencia, Huerto y Cautivo tienen también multitudes que saborean la crema y el cabello de ángel con los ojos. Incluso los densos frutos de otoño se los llevan a puñados progenitores que le cuentan a sus hijos que sus padres ya les llevaban allí, como a ellos hoy, a comprar las mismas delicadas acerolas y unas granadas rojas como la sangre.

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A la hora del almuerzo, la plaza se vacía. También adelgaza la serpiente humana que antes recorría la Carrera de la Virgen de punta a punta. La ciudad se divide ya entre los que buscan una mesa y los que esperan a la Señora. Ya queda nada y Granada no se contiene.

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