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Ambiente en la Carrera de la Virgen. Pepe Marín

Encuentro multitudinario de Granada con su Patrona

La amenaza de lluvia hizo temer por el desarrollo de la procesión, que finalmente no se vio afectada en ningún momento

Jorge Martínez

Domingo, 28 de septiembre 2025

El centro de la ciudad de Granada volvió a llenarse de devotos, ofrendas, cera y devoción a la Patrona de la Archidiócesis. «Yo vengo cada ... año desde Roquetas», contaba María del Mar antes de salir la Virgen y esperándola en la Carrera. «Me pusieron el nombre de la Patrona de Almería pero en mi casa siempre hubo mucha devoción a la Virgen de las Angustias». Añadía que se había hecho cofrade de la de las Angustias de Almería por mantener la devoción en la familia «pero no falto nunca para ver a la Virgen de Granada».

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Son días de ajetreo en muchas familias que almorzaron más temprano porque la Virgen salía una hora antes de lo habitual para intentar regresar antes a la basílica, empeño harto difícil por la cantidad de público que en calles más estrechas como Cárcel Baja, Marqués de Gerona o Jáudenes hacen que los cambios de tandas de horquilleros sean más lentos.

Desde las cuatro de la tarde ya había fieles iniciando el camino tras la cruz parroquial que portaban unos acólitos acompañados por miembros de la hermandad. En la plaza del Campillo comenzaron a arder las primeras ofrendas de cera, muchas de ellas protegidas por las palmatorias que el Ayuntamiento repartía.

En el cortejo estaban representaciones de las hermandades de gloria. Estaban las hermandades penitenciales de Granada en buen número y cerraba ese trayecto la representación de la Junta de Gobierno de la Federación de Cofradías.

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Una estruendosa palma real de cohetes saludó a la Patrona en su salida, a las cinco y media de la tarde, y por entonces la cruz alzada ya caminaba por la calle Alhóndiga de regreso a la basílica, dado el alto número de promesas que querían alumbrar el camino del cortejo que habría de pisar la Patrona.

Previamente el teniente general del Madoc, José Manuel de la Esperanza, pasó revista a la escuadra del Ejército que rindió honores a la Patrona, a los acordes de la Unidad de Música de la Academia de Infantería, llegada desde Toledo, que fue la que cerró el cortejo tras el palio de la Virgen. 'Virgen de las Angustias' o el himno a la Patrona de Granada, fueron algunas de las composiciones que sonaron por la Carrera, dirigida por Celio Crespo Esparza.

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Música de siete bandas

Estaban en la comitiva hasta siete formaciones musicales llegadas desde Exfliana, Calahonda, Tocón y Granada, con su agrupación de la Fe, la Estrella y la Municipal del Ayuntamiento. Se había dispuesto el adorno floral del paso con las esquinas de nardos desprendiendo el olor clásico de la Virgen de las Angustias y rosas variadas en tonalidades amarillas y blancas, colores de la Ciudad del Vaticano.

Por delante de las andas iba la presidencia oficial del cortejo con el hermano mayor, Antonio González, y en representación del Rey Felipe VI, el teniente general Jefe del Madoc, José Manuel de la Esperanza, acompañado por la alcaldesa de Granada, Marifrán Carazo. Las corporaciones provincial y municipal, con los distintos representantes políticos de la comunidad autónoma, con la Consejera de Fomento, Rocío Díaz, diputados y autoridades iban tras el cambio de protocolo del pasado año por delante de la hermandad sacramental de la Patrona.

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Después de la salida de la imagen de la Virgen, portada por sus horquilleros en ocho tandas de cuarenta y seis miembros cada una de ellas, siguió su recorrido acompañado por el vicario general, Enrique Pavés, y el párroco del templo, Blas Gordo. Le seguía el cuerpo de palieros portando el singular y emblemático palio de la Patrona. Así se caminó por el itinerario previsto hasta la Catedral, por calle Ganivet y Reyes Católicos para llegar a la Catedral por la Gran Vía y Cárcel Baja entrando por la Puerta del Perdón.

Allí, el prelado granadino, monseñor Gil Tamayo, rezó desde la sede catedralicia el credo y la salve a la Virgen, entonando los Pueri Cantores de la Catedral junto con los diez niños seises el himno de la Patrona, que compuso en 1948 con música de Luis Aramburu y letra del sacerdote José Fernández Crespo.

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Por el interior de la Catedral atravesó todo el cortejo deteniéndose en la misma las distintas representaciones y participantes en la procesión. Tras esta parada en la Catedral el cortejo volvió a formarse para regresar a su basílica. «Esto es el desorden perfectamente organizado de cada año», referían un grupo de veteranos granadinos que contaban «que siempre ha estado la procesión del pueblo y la oficial de la hermandad y eso es muy complicado de cambiar». Aún así desde la hermandad se trataba de acelerar la comitiva lo más posible.

Mientras todo esto ocurría en el itinerario previsto, con los clásicos vítores, aplausos y silencios de veneración a la Patrona, en el Embovedado se aguardaba el regreso entretenidos entre acerolas, amencinas, azofaifas, membrillos, nueces y las clásicas tortas de la Virgen.

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Vestía la Patrona el manto del pueblo, de 1898, y su corona de coronación de 2013. Lucía el pecherín realizado en 1992 con donaciones y la cruz pectoral que regaló el arzobispo Gil Tamayo, junto a las medallas de oro del Ayuntamiento de Granada y de la Diputación.

Las camareras de la Virgen la habían preparado para este día con el rostrillo y las puñetas de encajes del XIX. Se estrenaba anoche el estandarte del Cuerpo de Horquilleros, con bordados del XIX, y los dos cojines bordados en oro sobre los que se sustenta el Cristo Yacente, obra de Alejandro López, reposando sobre el antipendio donado en 1889 –el mismo año del bordado del manto 'del pueblo'– por la marquesa de Casablanca. Otro de los estrenos era el sudario de la cruz de plata, de mediados del siglo XVIII, recuperado del ajuar de la hermandad que ha restaurado el cordobés Antonio Villar. Todos estos enseres del tesoro de la Virgen de las Angustias no son más que una muestra de la ancestral devoción que los granadinos siempre mostraron, y siguen haciéndolo, hacia su Patrona.

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