Antonio Escámez, el hombre del pueblo que siempre tuvo la puerta abierta para los motrileños
Escámez llegó al Ayuntamiento a los 40 años con la idea clara de hacer política en la calle y escuchar a los vecinos
Un hombre sencillo, cercano y querido. Antonio Escámez ha fallecido este lunes a los 68 años después de media vida dedicado a la política local ... y a su ciudad, Motril. Escámez era andalucista, familiar y motrileño, muy motrileño. Fue la llave de gobiernos del PSOE y del PP y siempre tuvo claro que para él lo más importante en eso de la política era trabajar por sus vecinos. Por eso su teléfono y la puerta de su despacho siempre estuvieron abiertos para echar una mano en lo que fuese necesario, como cuando en mitad de una entrevista con IDEAL, una motrileña lo llamó porque se le habían caído las llaves del coche en un contenedor de basura. «¿A quién llamo para semejante apuro?.. A Escámez», pensó aquella mujer. Esa anécdota muestra quien fue. Como lo muestra el hecho de que siempre respondiera con buenas palabras a los periodistas que le demandaban información. Desde su partido, Más Costa Tropical, del que también forma parte una de sus hermanas, lo decían hoy, era «un hombre del pueblo. Del nuestro»
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Escámez llegó a la política en 1999 y desde entonces ha sido concejal de forma ininterrumpida en el Consistorio. Tenía 40 años. Antes había estudiado Farmacia en la Universidad de Granada y Turismo en la Escuela Alhamar y había montado una academia de estudios donde dio clases de matemáticas, física y química.
Era un hombre familiar y la vida ya se le puso difícil hace más de una década, cuando le diagnosticaron un cáncer de garganta que le dejó secuelas visibles, pero que no le quitó las ganas de seguir trabajando por su pueblo y de volver a la primera línea en cuanto estuvo recuperado.
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Andalucista convencido, Antonio fue siempre fiel a sus raíces. Se crió, junto a sus hermanos Mari Ángeles, también compañera en la política, Yola y Manuel y sus padres Pepe y Carmen, en la calle Fray Vicente Pinilla, donde vivió desde los tres hasta los 30 años, en una casa cuyas puertas abrió a IDEAL en la campaña electoral de 2011, para dar una muestra más de esa cercanía de la que siempre hizo gala.
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«Soy motrileño por los cuatro costados. Me sacas de aquí y no me siento como pez en el agua». Lo decía en 2007 y lo demostró hasta el último momento.
El político siempre lo tuvo claro, la puerta del grupo municipal tiene que estar abierta. Quería hacer política de calle, porque ahí estaba lo que a él le interesaba, los ciudadanos a los que quería escuchar.
Los que lo conocían sabían que no tenía ni un pelo en la lengua y que le gustaba echar unas cervezas con su gente y escuchar. Por eso Motril que lo conocía y lo quería llora su marcha. La de un político que pasó 26 años en el Ayuntamiento y siempre tuvo un minuto para pararse a charlar con quien lo necesitara. Antonio era padre, hermano, hijo, tío y amigo. Quería y lo querían mucho. Y por eso Motril lo llora, porque es de esas personas que se marcha demasiado pronto a pesar de haber vivido mucho.
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