Abla, historia y misterio en este coqueto municipio de Filabres

Existen escasas publicaciones acerca de la historia del municipio. La inexistencia de documentación histórica en los archivos locales, lamentablemente expoliados, y la falta de las oportunas excavaciones arqueológicas que arrojen a la luz la suficiente información que permita abordar con rigor científico un estudio histórico en profundidad, hacen que Abla tenga ese componente misterioso que atrapa a quienes la visitan.

La economía de la localidad se sustenta exclusivamente con la agricultura. La gastronomía representa la cultura de un pueblo. Sus platos típicos son las migas con tropezones, las gachas, el pimentón con pescado, el guisado de cardonchas, el guisado de trigo con hinojos, los meneos, el arroz con conejo y pimientos pasaos, entre otros muchos platos elaborados con productos de la tierra. En repostería destaca el pan de aceite, el pan dormido y las tortas de chicharrones, así como gran variedad de dulces caseros como los roscos de sartén, de vino y de aguardiente, los boladillos, los pestiños y los borrachillos.

La artesanía también merece un capítulo especial. Hoy apenas subsisten unos pocos artesanos en la localidad, que siguen manteniendo viva la tradición ante un futuro incierto. Durante décadas, esta práctica sirvió para sustentar la economía de un gran número de familias de Abla.

La Plaza Mayor del municipio se encuentra entre las más bonitas de la provincia, siendo el centro de la localidad y el lugar más lleno de vida en el día a día de sus habitantes. Entre las fiestas populares destacan las Lumbres de San Antón, la Semana Santa, de enorme tradición en el pueblo, las Fiestas Patronales en honor a los Santos Mártires Apolo, Isacio y Crotato y La Virgen del Buen Suceso, las Carrozas de San Isidro, La Merendica, las Fiestas de San Juan o las Fiestas de Verano, que congregan a muchos visitantes.