Año 2005: otro incendio en poblado chabolista
Hace quince años se registró un episodio similar al de ahora y, desde entonces, el problema no ha dejado de crecer sin que se adopte medida alguna
VÍCTOR HERNÁNDEZ BRU
ALMERÍA
Sábado, 5 de diciembre 2020, 23:26
Una de las noticias destacadas de la semana ha sido el incendio grave registrado en un poblado de chabolas de los que han proliferado en ... el entorno agro de la provincia de Almería, y no sólo de ésta, y especialmente en el Campo de Níjar. Más de 200 personas vieron desaparecer ante las llamas sus 'viviendas' hechas de palés y plásticos de invernadero y la noticia ha dado la vuelta a España.
Pero la hemeroteca nos vuelve a mostrar que ésta no ha sido, ni mucho menos, la primera vez que ha sucedido una situación similar, que de nuevo ha bordeado la tragedia y que, por tanto, el problema no ha dejado de crecer y extenderse en las últimas décadas.
Un problema ante el que las autoridades no sólo han mirado para otro lado, sino que han contribuido a engrosarlo, por la vía de la falta de control sobre la inmigración y la adecuación de ésta a las necesidades de empleo del modelo agrícola, haciendo pasar a mejor vida aquello de las solicitudes de empleo en origen.
Año 2005: casi tragedia
Hoy nos trasladamos hasta septiembre del año 2005, aunque nos mantenemos en el término municipal de Níjar, en concreto en la zona de la pedanía de San Isidro que, entonces y ahora, concentra junto a Campohermoso la mayor cantidad de población y, también, la de mayor número de inmigrantes vinculados a la agricultura.
Entonces fueron un centenar de personas, la mitad de los que convivían en tal asentamiento, los que vieron arder las estructuras que utilizaban como viviendas, al producirse un incendio nocturno que arrasó con todo lo que encontró por delante.
Ya entonces, se asistió a una 'procesión' de declaraciones institucionales a propósito de mover hilos a fin de hacer desaparecer ese problema de la proliferación de estructuras ilegales cercanas al campo, levantadas por inmigrantes y ante la pasividad de las autoridades.
Los medios locales y nacionales de la época ya mencionaban la existencia de diversas zonas en las que habían proliferado este tipo de asentamientos, desde El Ejido hasta Roquetas de Mar, pasando por Vícar, La Mojonera y también en algunas barriadas de la capital y, por supuesto, en Níjar, que fue el espacio en el que se produjo el incendio.
Algunas crónicas de la época apuntaban a que el problema no era únicamente de Almería, puesto que en otros enclaves agrícolas como Huelva, Murcia, Valencia, Aragón o Cataluña también se habían detectado asentamientos de inmigrantes de un cariz parecido.
Sin embargo, la realidad almeriense ya comenzaba a llamar poderosamente la atención hace ahora quince años, cuando al provincia volvió a saltar a la primera página de los informativos por un fuego de unas proporciones muy parecidas a las del de esta semana, también sin víctimas mortales.
Palabras sin hechos
Todas las autoridades hablaron de la necesidad de adoptar medidas, pero ninguno se puso manos a la obra. El entonces alcalde socialista de Níjar, Joaquín García Fernández, que calculaba la cifra de habitantes de este tipo de poblados en unos 600, cifra que hoy se queda ridícula, afirmaba que «hay muchos inmigrantes que prefieren vivir en invernaderos y chabolas, para así estar junto a sus paisanos y compartir lenguaje y costumbres y, al mismo tiempo, recibir comida gratis de Cruz Roja, para ahorrar y enviar dinero a su país. Si el Estado cortara el suministro, ellos se irían del invernadero».
También tomó cartas en el asunto, aunque sólo de manera verbal, el defensor del pueblo andaluz, entonces José Chamizo, quien resaltaba que «es una situación que se produce desde la pasada década y ante la que no se está haciendo nada. No voy a proponer que se les den viviendas, pero sí alojamientos o que se les acoja en albergues. El dinero destinado por el gobierno central para estos temas debería destinarse a este fin».
Esta situación la venimos denunciando en Almería desde 1997. Hay que llegar a una solución adecuada. Yo no digo que haya que construir viviendas, pero sí alojamientos y albergues. No sé por qué el dinero que ha mandado el Gobierno central para inmigración no se destina a estos temas en Almería».
Han pasado quince años desde aquellas declaraciones y es evidente que el problema no sólo se ha incrementado sino que tiene visos de seguir multiplicándose, mientras autoridades y también los ciudadanos miran para otro lado cada vez que pasan en sus vehículos por el margen de uno de esos centros de miseria.
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