«Esta profesión es muy vocacional y el que siente el toreo se muere con eso»
El almeriense celebra, el próximo 17 de julio, su vigésimo aniversario como matador de toros encerrándose en Vera con cuatro reses de Juan Pedro Domecq
Ser torero no se consigue con un chasquido de dedos. Aunque suelen hacer magia, los éxitos no llegan por arte de magia, es la constancia ... lo que permite hacer realidad los sueños. En el mundo del toro, ni las más grandes figuras lo tienen sencillo. Eso de torear a veces también es cuestión de suerte. La vida en los ruedos para Jesús Martínez Ruiz 'Jesús Almería' no ha sido fácil, no lo ha sido para ningún torero que quiera serlo desde Almería, posicionada casi en el fin del mundo. El campo bravo, situado a más de mil kilómetros entre la ida y la vuelta, obliga a hacer esfuerzos que se convierten en gestas, siempre. Aguantar veinte años, o treinta, requiere de paciencia, mucha paciencia, y más si cabe de valor, mucho valor. Porque este se suele 'templar' jugándose la vida cada tarde. La paciencia puede que también porque este difícil mundo de la tauromaquia, más complicado ahora si cabe, no permite las prisas. Esas son para los malos toreros.
Jesús Almería cumplirá el próximo 22 de julio el veinte aniversario de su primera corrida de toros. No es de fechas redondas, no es supersticioso, aunque las fechas rueden ahora en esa noria del tiempo que avanza cuando los festejos se acumulan, pero se detiene para crear desazón y nervios cuando el nombre no está en los carteles. En unos días –menos de un mes–, los carteles anuncian toros: será la primera corrida post o en medio de la pandemia que se celebrará en Almería. Casan la fecha y el lugar, la plaza más antigua de Almería y una de las diez más antiguas de España, la de Vera.
–La del próximo 17 de julio es una fecha histórica, por ser la primera tras más dos años sin que hubiera toros en la provincia, pero lo de especial viene por ser la de tu vigésimo aniversario, encima con pocas tardes previas y con cuatro toros.
–Para mí vestirme de torero y torear una corrida ya es reto por lo que hemos hablando siempre. Soy un torero modesto que me ha costado mucho abrirme camino. He tenido actuaciones pocas y con distancia en el tiempo, y la preparación me ha costado mucho trabajo. Si torear una corrida es un reto importante, torear el doble es más reto todavía y si le sumas que es en tu tierra, que tienes la presión de que todo el mundo te conoce, para ti te presiona más, y que conmemoro 20 años. La presión es máxima porque sé que la gente va a ir a ver a la persona que conoce, que aprecian y a la que quieren apoyar.
–La pretensión es no decepcionar.
–La primera decepción es personal. No hago esto para dar un toque de atención, sino para conmemorar mis 20 años, sentirme torero. Siempre está el ego y la vergüenza torera de decir que llevo 20 años, que no me he aburrido, pero no estoy aquí para pasearme. Esto no es un capricho. Aquí te juegas la vida y estoy ultimando los flecos porque no quiero dejar nada en el aire para que todo sea un éxito. Quiero demostrar que soy un profesional digno y con muchas ganas de funcionar.
–Doble responsabilidad.
–Sí porque aparte de lo personal, está lo profesional. Se junta todo y es mucha presión. Al final no deja de ser humano. El traje pesa, el toro pesa, el público pesa. Soy experto, un torero que siempre me visto con la responsabilidad y el agua al cuello para, en momentos difíciles, sacar lo mejor de mí.
–Lo de estar con el agua al cuello no es nuevo.
–Mi carrera taurina se basa en eso. He tenido actuaciones, las más importantes, debutas con picadores, tomas la alternativa, confirmas en Madrid, actúas en Almería... Hay días en mi carrera que han sido de tirar de hombría y de responsabilidad.
–Debutas y ganas el Capote de Paseo, triunfas el día de tu alternativa, inauguras plaza. Y todo con muchas trabas.
–La mayor traba que hay es el bagaje. Un toro, cuando te pones delante de él, no entiende si eres de una tierra u otra, pero son animales muy intuitivos que requieren mucha experiencia y oficio. Ha sido algo que me ha costado y he tenido que tirar de profesionalidad, ilusiones y darlo todo.
–20 años como doctorado, pero muchos más vestido de luces.
–Sí. Mi debut fue en el 92 en Guarromán, en julio, y fue mi primera vez. Un chaval con quince años, de Almería, donde no tenemos ganaderías, con ocho o diez vaquillas toreadas en mi vida... también fue un día importante. Corté dos orejas y me sirvió para torear por la zona y hacer más tentaderos. Todo ha sido un poco a base de empujones. He tenido días claves para subsanarlos con madurez y por encima de mi experiencia.
–Y este próximo 17 de julio se abren las puertas de una plaza para una actividad muy dañada por la situación sanitaria.
–Sí. Hay sectores muy dañados, pero yo hablo del que conozco que es el del toro. El más dañado es el que no puede parar y ese es el toro, que es protagonista de la fiesta junto con el torero. Ha habido toreros que estaban en su año clave. Los que estaban arriba, como Roca Rey, tras un año de baja, llega este parón. Otros consagrados para recoger lo sembrado como Paco Ureña, otros para despegar y consagrarse como Emilio de Justo. Además, había toreros con los compromisos justos, pero en Madrid que les podía abrir la puerta. Todo esto se paraliza y la persona sigue. El torero tiene que seguir entrenando sin saber cuándo va a abrir esto. Me consta que se ha llevado a más de uno por delante.
–Y la vuelta de los toros se lleva a cabo con 'viejas costumbres' porque se anuncian siempre los mismos toreros.
–Con buen padrino es más fácil. Aquí es muy difícil hablar. No se saben las cosas de cada uno porque hay gente que está como figura y necesita torear más que otros, pero también antes de la pandemia se ha cometido ese error. Hay que darle al aficionado más alicientes, que no sea tan monótona en carteles y ganaderías. Al toro hay que darle emoción.
–La falta de oportunidades sucede casi siempre para los mismos, cosa que no va a cambiar la pandemia.
–Por la edad en la que estoy y por sensatez, el banquillo, como le llaman, te curte. La madurez no solo se hace toreando, sino que también se hace reflexionando. Es verdad que la fuerza de un torero de 20 no la tiene uno de 45, pero la experiencia es muy importante para el toro, que no te permite fallos. Hay toros con mucha nobleza pero es una fiera. En el mundo del toro seguimos cometiendo errores porque pensábamos que el toro estaba blindado porque había un torero muy guapo y valiente y era inamovible. El mundo del toro se ha dormido, no nos hemos reseteado para abrirnos a la gente joven. Abriría el mundo de la ganadería a la gente joven y a quien no le gusta el toreo. Antes de torear, hay toros. También es un monopolio desde hace muchos años y que lo alimentamos toros, toreros y empresarios y eso nos hace mucho daño.
–La preparación física está ahí, pero tal vez lo más difícil será la preparación mental.
–Sí, pero de lo que se piensa a la realidad hay un abismo. Siempre las corridas de máxima expectación, luego llegas y la cosa no fluye. No es por ilusión. Cuando vas a ver un Real Madrid-Barcelona más ilusión que tienes de ver un buen partido no la tiene nadie y luego ves un partido malo. Cuando un torero se encierra con seis toros, tiene tres veces más oportunidades y va más preparado y luego la situación no fluye. No hay que dejar de pensar que el toro es fundamental, pero hay una mentalización extra que te carga de responsabilidad. Además, tu motivación es mayor porque tú eres el único protagonista, la gente va a verte a ti, no te puedes arropar con un compañero, es en tu tierra, es algo especial, veinte años, torero con poco bagaje, siempre creo que me faltará porque todo me parece poco.
–Y más que entrenar en el campo, es la plaza.
–Enfundarte un vestido de torear y salir a la plaza lo cambia todo. Es como un partido amistoso y otro que compitas. La presión no es la misma.
–¿De quién te acuerdas antes?
–Es un ejercicio de meditación que me ha servido para llevarlo a la plaza. Son esas personas que me quieren y que no quiero defraudarlas. Sale entonces un poco ese valor, esa vergüenza y esa motivación que necesitas. Son muchos años apoyándome. Mi familia lleva toda una vida apoyando y respetando mi decisión. La vida tiene muchas más cosas que a veces los seres humanos nos obsesionamos en hacer y tenemos capacidad para hacer, pero esta profesión es muy vocacional y el que siente el toreo se muere con eso. Eso lo llevo dentro.
–Se habla de la superstición del torero. ¿Vas a repetir muchas cosas que hiciste aquel día?
–Yo soy muy poco supersticioso, pero no puedo decir que no lo sea. Es el miedo, pero no suelo tener ni manías. Creo en el destino y tengo mucha fe. En esta vida te vas ganando lo que eres, creo que todo es por algo. Hay algunas cosas que siempre son un ritual, costumbres, te agarras a esa desconfianza. Pero lo de gato negro y eso no tanto.
«Hoy te vas a tu casa, hoy no toreas más»
–Si tuvieras que comparar la tarde del próximo 17 con alguna ya toreada, ¿cuál sería esa tarde?
–Es difícil comparar cuando una la has toreado y otra no. También es difícil comparar los sentimientos con una edad o con otra, un marco u otro. Hay cosas que no se olvidan, pero el pasado no es lo mismo que el presente.
–Es una gran responsabilidad lo de torear cuatro toros.
–Esta corrida del 17 la afronto con una ilusión y una responsabilidad tremendas porque no solo para mí es venir a Vera. Ahora mismo pienso en ese día, en los cuatro toros, cómo me encuentro. No es comparable. Si hay comparación sí que sería con el día de mi alternativa.
–Es de figurar que en 20 años sí que ha habido tardes con esa responsabilidad.
–El más importante y de más responsabilidad fue el debut en la Feria de Almería, en la que no sabes cómo va aquello de torear con picadores. Ese día tengo una anécdota que no la he contado nunca. Cuando salió el primer toro de Olivencia no me vi. Aquello me venía grande y sí empezó esa madurez que he tenido o esa vergüenza torera, ser torero digno. Y me dije «hoy te vas a tu casa, hoy no toreas más».
–Sin embargo, aquel día todo salió redondo. Es más, Jesús Almería es el único novillero que ha ganado el Capote de Paseo.
–Las circunstancias te cambian. Ese día el destino me tenía preparado no el triunfo pero sí una verdadera ayuda. Me acuerdo de muchos naturales, de que salí a hombros, del brindis a mi padre, pero recuerdo eso que me dije. Pensé lo de que era de Almería, que no tenía apoderado. Era consciente de mi situación y o le echas pantalones o se acabó. Ese día salió muy bien y me dio moral.
–Otro de los días importantes debió ser el día de la alternativa en Roquetas, esa que ahora hace 20 años.
–La tomé con 13 o 14 novilladas picadas y lo hice porque me iba a mi casa también porque el sistema estaba muy difícil, de poner dinero, de invertir y ni tenía capacidad ni tenía a los amigos que tengo ahora, vivía en Almería, empresa privada y tomé la alternativa otra vez en el precipicio y me fui a Roquetas. Me acuerdo que fue una decisión personal que tomé porque se estaba haciendo la plaza de toros de obra, había movimiento, pero se cortaron las obras y me veía que tomaba la alternativa en una portátil.
–Lo de pensar en una despedida ¿también estuvo?
–También me podía ir a mi casa, pero acepté y me salió bien. Esas satisfacciones no están pagadas, me acuerdo del segundo toro, que bordé el toreo con la mano izquierda. Pude triunfar y lo de ese día me sirvió para inaugurar la plaza de toros de Roquetas, un año más de aliento, de entrenamiento. Ahora creo más en mí. Toreé en la inauguración y también estaba hecho un flan. Todo me pesaba con TVE Internacional y también dije que de mí dependía. Siempre me he sentido un guerrero solitario. Ese día conseguí el triunfo más sonado de mi carrera, no la mejor tarde, pero sí la más sonada.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión