Los jóvenes piden paso en el agro, pero también un 'empujón'
El relevo generacional en el campo cuenta con candidatos, pero iniciarse en según que actividades agrarias precisan de una gran inversión
José Esteban Ruiz
El Ejido
Domingo, 21 de febrero 2021, 00:01
Los jóvenes van tomando el relevo generacional en una actividad, la agraria, que no para ni en época de pandemia. La economía ligada a la ... agricultura y la ganadería respira a otro ritmo, el que marca su carácter esencial. Fluye, refugia y alivia, aunque no esté exenta de obstáculos que pongan un listón, en ocasiones, inaccesible para el deseo emprendedor de aquellos que quieren coger el testigo de productores que han dedicado toda una vida a alimentar a los demás. A veces, incluso, poniendo dinero de su bolsillo. Cosas del mercado, dicen.
Pero hay savia nueva en el campo. Un reguero de emprendedores dispuestos a tomar ese relevo. Aíre fresco, con ideas, intención, ganas, ambición y dispuestos a darlo todo para labrarse un futuro en el sector agrario, generando un empleo propio y ajeno, apostando por contribuir con riqueza al desarrollo en entornos rurales, en los que otra economía es menos probable.
La demanda de jóvenes que quieren acceder a la actividad agraria, «es alta», confirman desde organizaciones agrarias como Asaja y Coag Almería. Pero ello está directamente relacionado con las altas dificultades que tienen aquellos jóvenes que apenas tienen tradición agraria en su familia. «Es más fácil emprender en el campo, sobre todo en el sector hortofrutícola, el que se desarrolla en explotaciones bajo abrigo, para aquellos que sus padres han consolidado su actividad. Para los que comienzan desde cero, la situación es más complicada en la agricultura intensiva o en la ganadería de ovino-caprino, por ejemplo; aunque lo es menos en otras actividades agrarias que, sobre todo requieren de una inversión menor», coinciden en ambas organizaciones agrarias.
«Se perciben ganas en los jóvenes, pero ahora mismo invertir en n invernadero es casi imposible, por los precios que se barajan y también por la falta de acceso a la financiación, ya que se apoya a profesionales consolidados con grandes proyectos, pero es más complicado que las entidades financieras apuesten por proyectos de iniciación que protagonizan jóvenes, y que suponen un gran desembolso económico», apuntó Andrés Góngora, secretario provincial de Coag Almería.
Por ello, se están utilizando otras fórmulas, como el arrendamiento. También la «medianería», una práctica que se lleva utilizando mucho tiempo en Almería, y a la que se cogen, según detalló el dirigente de Coag, «muchos de los inmigrantes (de origen marroquí, malí o senegalés, principalmente) que han trabajado muchos años en los invernaderos y ahora quieren emprender en esta actividad, gestionando una explotación hortofrutícola». Según Góngora, «son muchos los jóvenes inmigrantes que dan el paso. «Pronto veremos que cada vez hay más inmigrantes como agricultores profesionales en la provincia».
Ventanilla cerrada
En estos momentos «la ventanilla de ayudas está cerrada», recordó Andrés Góngora. Y hay «gente esperando que la Junta de Andalucía publique una nueva convocatoria de ayudas a la incorporación de jóvenes a la actividad agraria», dijo el dirigente de Coag.
En Asaja, «tenemos lista de espera de jóvenes que están pendientes de que se convoquen las ayudas para poder solicitarlas», apuntó su secretaria general, Adoración Blanque. En la organización agraria esperan que se agilice dicha convocatoria y que pronto puedan ser tramitadas. No en vano, la última línea de estas ayudas data de 2018.
Un impulso importante
Adoración Blanque explica que en la última convocatoria, los jóvenes optaron a «una ayuda importante, en función de la inversión, que podía llegar hasta los 70.000 euros». Según esta organización, aunque es menor, está proliferando la incorporación a la actividad ganadera, «sobre todo en la iniciación en granjas avícolas, en el norte de la provincia».
La Junta de Andalucía amplió la partida presupuestaria en la última convocatoria, hasta superar los 85 millones de euros, para que llegarán a los expedientes suplentes. En Almería, con la última ampliación se cubrieron cerca de 230 solicitudes.
«Para vivir de esto cada vez hay que gestionar más superficie»
No ha sido un camino de rosas en el que ha avanzado este joven almeriense, Juan Vargas, en la agricultura. Pero sí paso a paso ha ido mejorando su posición en un sector, el hortofrutícola, que cuenta con numerosas dificultades en los últimos tiempos.
Ligado toda su vida al cultivo de frutas y hortalizas bajo abrigo, una tradición familiar que se remonta a dos generaciones anteriores, Juan Vargas tomó el relevo. Comenzó al lado de su padre, pero algo más de una década después, decidió iniciar su andadura en solitario.
Comenzó con dos hectáreas y ocho años después gestiona un total de 10 hectáreas en las que cultiva pepino, pimiento y algo de berenjena.
El esfuerzo, una visión empresarial contrastada y «la ambición de labrar un futuro» comenta, han sido las claves para mantener una progresión constante, creciendo y generando empleo. No en vano da trabajo a catorce personas durante todo el año, empleando a más trabajadores en función de las necesidades que plantee la actividad.
«Para aquellos que empiezan sin nada es verdaderamente complicado iniciarse en la producción de frutas y hortalizas en invernadero. Por ello toda ayuda de las administraciones para impulsar el relevo generacional, es poca», apuntó Vargas, quien recordó que él tuvo el apoyo en sus inicios de su padre, y también ha contado con su aliento en su trayectoria en solitario.
Y es que, «es una actividad empresarial que precisa de mucha inversión. Los costes son muy elevados y la rentabilidad, debido a la caída progresiva de los precios, ha mermado mucho en los últimos años». Para poder «ganar algo, invertir en modernización y mirar hacia adelante, está visto que cada vez se necesitan más hectáreas en cultivo por parte de una misma familia». Lo ideal, sería, a juicio de este joven agricultor», poder «vivir de este trabajo con menos tierra, como antaño».
A aquellos que se planteen entrar «no hay que desanimarlos», y en ello «juegan un papel crucial las administraciones, que deben apoyar las iniciativas de los jóvenes», insistió.
«Cogí el legado familiar y después decidí iniciarme en el porcino»
Toda una vida vinculada al campo. Isaías López, un productor en el norte de la provincia, tiene diversificada su actividad agraria entre la agricultura y la ganadería. Más si cabe en lo que cultivos se refiere ya que por un lado, en 28 hectáreas produce almendra ecológica; y en 44 lo hace con cereal, unas veces trigo, otras cebada y hasta avena, cuenta este productor de 32 años.
Tomó el relevo de su padre, gestionando la tierra familiar. Lo hizo en 2016, pero dos años después, y con una explotación ganadera en el municipio de María, Isaías López dedica parte de su tiempo, «menos que a la agricultura», comentó, al engorde de porcino. Para ello, tramitó las ayudas a la incorporación de jóvenes a la actividad agraria, y tuvo la suerte, al contar con los numerosos requisitos que se necesita, de contar con ella.
Entiende que en lo que a la almendra se refiere, la situación la salva porque cultiva en ecológico, «y este fruto está teniendo valor en el mercado». En cereal, directamente lo califica como «una ruina». Sin embargo, en la actividad de engorde de porcino, en la que pone su trabajo, «las instalaciones y el agua», la verdad es que «funciona bien».
En su vertiente ganadera trabaja con Cefusa, »El Pozo», aclaró. La empresa le proporciona los lechones, que llegan a la explotación con alrededor de 20 kilos. Además, le aporta el pienso. La empresa los recoge cuando los cerdos tienen alrededor de 110 kilogramos. Pasan alrededor de cuatro meses.
Cuenta con dos naves con capacidad para 1.225 plazas cada una. Están totalmente mecanizadas para la alimentación del ganado porcino. «Es cierto que tengo que estar implicado todos los días en esta tarea, pero cada jornada me supone de dos a tres horas». Cuando más trabajo le supone es durante las dos semanas que transcurren desde que se llevan los últimos cerdos, hasta que llegan los nuevos lechones. En ese tiempo «hay que hacer una limpieza en profundidad, arreglar todos los desperfectos y hay que dejarlo todo a punto».
Para este joven productor, «ha sido muy importante, seguir el legado de mi padre, porque comenzar de cero es difícil».
«No pido ni quiero ayudas, sólo que pueda vender a buen precio»
Sergio Ruiz, un joven agricultor de Vícar, es de esos profesionales que han tenido que cambiar de tercio por la falta de rentabilidad del tomate, producto que cultivaba antes y que cambiado por el calabacín.
Hace 15 años que se dedica a la agricultura, desde que cumplió la mayoría de edad. Lo hizo al principio apoyando a su padre en la explotación familiar. Pero desde hace nueve años, decidió iniciarse por su cuenta. En su inversión, apenas contó con ayudas procedentes de los fondos europeos.
Pero siempre ha contado con el apoyo de su padre, y al contrario. «Nos ayudamos mutuamente, claro está, es un trabajo que, aunque cada uno gestionamos nuestras explotaciones, tal y como está la situación, cada vez más complicada en la producción de frutas y hortalizas en invernadero, hacemos piña y nos echamos una mano cuando lo necesitamos».
«Cada vez renta menos» esto de la agricultura intensiva. «Afrontar una campaña requiere muchos gastos y no te queda prácticamente nada». Los precios «son más bajos que hace veinte años, y los gastos que tienes que afrontar mucho más elevados», señaló Ruiz.
«A mi siempre me dijeron que de lo que ingresas en una campaña hay que hacer tres partes;una se la lleva la mano de obra;otra el invernadero; y la otra es lo que te queda». Pero ahora, «de la parte que se supone que te debe quedar para ti, tienes que emplearla en las otras dos»., apuntó este agricultor.
Antes, recordó Ruiz, «con una hectárea vivía bien una familia. Ahora se necesitan como poco tres hectáreas».
Entiende las dificultades que puede tener un joven para iniciarse en la agricultura, «si comienza sin nada, porque la inversión es enorme, difícil de amortizar». La experiencia, «si no se hacen bien las cosas te puede llevar a la ruina».
Para que todo esto cambiase, sería importante que se «vendiera bien, a unos precios que hagan rentable la inversión y el trabajo». Por ello, este agricultor, no pide ayudas, «solo que nos dejen vender bien nuestros productos».
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