'Finca Las Palmerillas', medio siglo de vida del germen del 'Modelo Almería'
Fundación Cajamar, su valedora, ha propiciado a través de ella la revolución del sector hortofrutícola al focalizar sus esfuerzos en innovación y tecnología
J. S.
Almería
Lunes, 31 de marzo 2025, 23:23
Dicen que los 50 años de una persona suponen un punto de inflexión en el que uno comienza a asumir que se está haciendo verdaderamente ... mayor. La Finca Experimental 'Las Palmerillas', que gestiona la Fundación Cajamar, está de celebración porque cumple medio siglo de vida. La que para muchos representantes del sector hortofrutícola es el germen del 'Modelo Almería' alcanza las cinco décadas al servicio de la agricultura almeriense, sobre todo, la intensiva. Desde entonces hasta ahora ha sido testigo tanto de la evolución del campo para alcanzar unas cotas de rentabilidad jamás pensadas como del cambio de mentalidad de los verdaderos protagonistas del milagro almeriense.
«La evolución de la Finca es la del propio sector», reconoce Roberto García, director innovación agroalimentaria en Cajamar, y artífice último del desarrollo de este espacio de ensayo para ofrecer soluciones a los invernaderos.
Vio la luz cuando «una hectárea de invernadero costaba 180 euros y levantar el invernadero exigía una inversión de 6.000 euros».El cultivo intensivo arrancaba su curso como una oportunidad para una sociedad hambrienta y también para un sector financiero con escaso protagonismo en la provincia. Y como algunos dicen, las desgracias de uno son las alegrías de otros, las inundaciones del 19 de octubre de 1973 supusieron un revulsivo para el campo y el tejido productivo de la provincia, principalmente en la Comarca del Poniente. Yello porque aunque fallecieron casi las mismas personas que en Valencia durante la pasada DANA.
«El Gobierno facilitó ayudas a través de préstamos y el 80% de ellas las gestionó Caja Rural de Almería», recuerda García, que precisa que esto hizo que en el siguiente ejercicio las cuentas de la caja arrojaran unas cifras nunca vistas, lo que llevó a sus responsables a «reinvertir en una red de zonas experimentales». En Huércal-Overa se abrió la destinada a frutos de hueso y almendra; en Rioja, la relacionada con los cítricos, y en el Paraje Las Palmerillas, de El Ejido para focalizarse en los invernaderos. Así fue hasta la llegada de la década de los 80, donde en sus albores se decidió centralizar todo el trabajo investigador agrario en la finca del Poniente.
Sobre sus parcelas iniciales se comenzaron a implantar todas las tecnologías de la época y a desarrollar otras nuevas. Hubo tres etapas, que ahora parecen normales, pero que supusieron todo una revolución. El arenado del suelo de cultivo, la instalación de plásticos y la gestión del uso del agua, «al pasar del empleo a manta al gota a gota». Como conejillos de indias se emplearon semillas de calabacín y berenjena. Fue todo un éxito que situó en el mapa «al primer centro tecnológico de investigación en la provincia», tanto es así que, hasta Las Palmerillas comenzaron a llegar visitas procedentes de China.
Todo era nuevo, incluso para los investigadores, «que pusieron en marcha el primer lisímetro para saber si la planta aprovechaba el agua».Y no sólo eso, sino que se comenzaron a escoger las mejores hortalizas, a las que «se les extraían las semillas y se pasaban por una estufa», lo que dio origen al primer semillero en el año 1978.
Como todo avanza, la ambición también y en los 80 los estudios no sólo se centraban en hortalizas, sino que también se le hizo un guiño a frutas tropicales como piña o papaya. «La inquietud por las nuevas tecnologías se ve en esta década cuando empezamos a usar paneles fotovoltaicos; fuimos pioneros en agrivoltaica».
Pero no todo eran aciertos, dado que las pruebas en ocasiones eran erróneas, como INACRAL (Invernadero Asimétrico Caja Rural de Almería). De inicio se pensó que la mejor estructura era con diferentes pendientes, la mayor al Norte y la menor al Sur. Toda una equivocación, porque como funcionaba este sistema de invernadero era justo al revés.
De aquí se pasó a la apertura masiva de ventanas en los invernaderos para la recirculación del aire y continuó la revolución del campo. «Un cultivo de tomate al aire libre producía dos kilos por metro cuadrado y con los primeros invernaderos se pasó a 7 kilos, era multiplicar por tres», precisa Roberto García.
Todo siguió su curso y como de lo que se trata es de «innovar, encontrar soluciones y lo que es positivo ponerlo al servicio de los agricultores», los investigadores de 'Las Palmerillas' pusieron sus ojos en los insectos y en 2010 fue el inicio del control biológico, algo básico en la actualidad, pero que costó introducir. Porque si una cosa ha hecho esta finca experimental ha sido un cambio en la mentalidad de los productores.
«Lo que se hace en Almería va a condicionar el consumo de alimentos en el mundo; están llegando a la provincia empresas para instalarse porque advierten de que esta es la mejor tierra para la experimentación», apunta García, «es que estamos en la zona donde más inquietud hay por mejorar».
En la actualidad, los profesionales de esta explotación de pruebas se centran en producir más alimentos y en combatir el cambio climático con el borrado de la huella de carbono. Se potencia aún más el manejo del agua, bien escaso, y la biotecnología vegetal. Como reconoce el director de innovación agroalimentaria de Cajamar, «una de las líneas de trabajo está en el suelo; hay que mejorar la vida en el suelo para el control de plagas».
De las plantas reservorio a la IA pasando por las técnicas genéticas
El mundo rural, especialmente, el relacionado con la producción intensiva están en constante ebullición. Y aquí finca como la de 'Las Palmerillas' tienen mucho que decir, ya sea en materia de implantación de la Inteligencia Artificial (IA) o de la adecuación de las nuevas técnicas genéticas que, mientras la Unión Europea sigue debatiendo sobre su idoneidad, en otras partes del mundo ya se han puesto en marcha, lo que puede suponer una amenaza para el sector hortofrutícola almeriense por no contar con un arma crucial,
«Los agricultores de Almería son los que tienen la mente más abierta hacia la innovador;cogen cualquier nuevo desarrollo y lo mejora, lo perfeccionan», indica Roberto García, y como muestra la adecuación de plantas de reservorio para mejorar la lucha biológica contra las plagas entre líneos de cultivo. En la Finca Experimental 'Las Palmerillas' consideran crucial la digitalización de plagas con modelos. Para ellos tienen habilitados en sus plantaciones sensores de suelo para hongos y cámaras o mecanismos como las trampas digitales contra la Tuta Absoluta. «Cada día se trabaja en más tecnología para el control de plagas», porque funciona y eso queda de manifiesto en que más del 80% de la superficie invernada emplea 'los bichos' para evitar que los cultivos se arruinen.
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