«Parte del mundo de la clásica nos considera 'outsiders' y casi nos gusta»

-Estamos ya en el ecuador del festival. De cara a los días del fin de semana, ¿cómo se está desarrollando esta edición?

-Pues estupendísimamente, porque la verdad es que cada concierto es único y diferente a los demás; con momentos muy originales, como la excursión musical, en la que han participado unas 200 personas, y en la que el grupo Bach in de Bagger ha mostrado como suena una coral de Bach con cencerros de vaca, adaptando la música a esos elementos de percusión... O lo que sucedió con el Concierto Brotes Verdes, espacio donde tuvo lugar el incendio, y en el que participaron el Cuarteto Gerard y el narrador Nelson Calderón; fue un homenaje a esas gentes que trabajaron y se esforzaron para acabar con aquel desastre, un viaje emocional de la furia a la esperanza...

-El festival ha cumplido cinco años, pero no para de crecer, ¿se ha sumado nuevo público?

-Sí, hay gente que es asidua, pero también existe un público creciente. Muchas personas reservaron ya en septiembre, casi todos los conciertos están llenos... También ha sido interesante que de manera paralela se haya celebrado el II Foro Cultura y Medio Rural, organizado por el Ministerio de Cultura, Educación y Deporte

-Está claro que este festival le ha dado mucho a Segura, pero ¿qué le está dando a Daniel Broncano?

-A toda la comarca en general, porque cada vez hay más conciertos y actividades en más municipios, como Beas de Segura, Orcera, Siles, etcétera. Y para mí es una criatura que va creciendo y que cada vez ocupa más terreno en mi vida... Y ha nacido una familia, junto con el público, músicos, patrocinadores, que aportan una felicidad total, porque la verdad es que esto funciona como un Ferrari.

-¿Cómo surge un proyecto así, que puede parecer incluso una locura?

-Pues yo vivía en Londres, y le estuve dando vueltas durante más de un año... Allí echaba cada vez más de menos mi tierra; y por otro lado aprendí mucho en ese país, sobre todo de ese espíritu de lanzarse y emprender esas ideas que uno tiene en mente... En algún momento pensé que quizás esa idea de hacer algo así en Segura podría ocurrírsele a una persona de carne y hueso que fuera quien lo hiciera posible... Así empecé un proceso de más de 15 meses hasta que puse en marcha el primer festival...

-Han sido cinco años, que pueden parecer mucho o poco. La evolución es más que evidente... ¿en qué sentido?

-Creo que cada vez es más arriesgado. Se juega con las localizaciones, con el entorno, con fórmulas cada vez más originales... Como ese concierto al amanecer, a las siete y media de la mañana, que es una de las propuestas más alocadas, pero en cambio ves como el público recoge el guante... Hay una masa de gente que está hambrienta por venir aquí a vivir cosas especiales. Si no fuera algo único a lo mejor no merecería la pena desplazarse. ¿Para qué venir a ver lo que se puede disfrutar en cualquier otra ciudad?

-Hemos hablado de lo que supone para el público, pero ¿cómo lo viven los artistas?

-Ellos lo flipan. Lo difícil es llevárselos una vez que todo termina, porque se hacen los remolones cuando llega la furgoneta (ríe)... Estos últimos días, que además ha hecho muy buen tiempo, con esos atardeceres... Se quedan boquiabiertos y recargan sus energías para actuar en el festival. Eso hace más fácil traer músicos al festival, porque ya corre esa fama de que Música en Segura es un lugar muy bello y único para tocar.

-Pero no negará que habrá quien mire este proyecto como algo alocado y poco convencional...

-Es curioso, porque parte del mundo de la música clásica nos considera casi outsiders, porque no es el formato clásico... y eso casi nos gusta. Pero al final se conoce en la comunidad musical, y nos llegan más propuestas que no son tan clásicas...

-Y volviendo al territorio, ¿cómo vive la comarca este proyecto?

-Con los brazos abiertos. La población local participa como público, son más o menos la mitad del festival; pero también se vuelca en la campaña de crowdfunding, acoge a los músicos en sus casas. La gente de la comarca de Segura es la principal fuente de calor de este festival.