Defensores del patrimonio tachan de «sinsentido» el «monstruo de hormigón» del Mesón Gitano

Defensores del patrimonio, asociaciones vecinales y representantes de la administraciones autonómica y municipal, entre otros, se citaron el pasado miércoles para analizar los retos futuros a los que se enfrenta el conjunto monumental de la Alcazaba. Las conclusiones que se extrajeron fueron, a juicio del vicepresidente de Amigos de la Alcazaba, Francisco Verdegay, «muy graves». Según explicitó a IDEAL, las obras representan todo un «fracaso colectivo» para la ciudad. Esta dura aseveración fue toda una constante y eje vertebrador de un debate en el que la mayoría de intervinientes pusieron el grito en el cielo por lo que se viene levantando desde hace meses sobre las faldas de este monumento.

Fue casi unánime la percepción de que la construcción principal es todo un «monstruo de hormigón» que no responde a dos preguntas básicas: «¿Por qué se ha hecho? y ¿para qué?». Así lo manifestó Verdegay, que trató de trasladar la sensación amarga que se compraba el pasado miércoles entre los asistentes al foro: «No se puede explicar con qué intención se ha construido este armatoste y por supuesto lo que legará para la posteridad», indicó un vicepresidente que auguró que tal «barbaridad» se convertirá con difícil remedio en todo un icono de atentado al patrimonio histórico-cultural y medio ambiental de una vieja ciudad.

En definitiva, una suerte de Algarrobico o de restauración de acero corten cuyas obras, cabe decir, están aún sin finalizar. Lo harán durante este mes y lo que se ve a día de hoy, según Amigos de la Alcazaba, supone todo un «fraude» respecto al origen del proyecto, que iba en línea de armonizar el paisaje con la memoria puesta en las antiguas cuevas que salpicaban el cerro. «Esa era la idea que ilusionaba a los vecinos. Nada que ver con este desbarajuste impresionante que va a costar más de siete millones de euros», lamentó el vicepresidente de esta asociación, que ya anuncia que coordinarán con otros colectivos una declaración conjunta para rechazar el proyecto e instar al Ayuntamiento y a Cultura a las modificaciones pertinentes.

Además del «edificio faraónico», sobre la mesa también será objeto de discusión la carretera que se ha construido bajo la Alcazaba y que se supone que va a conectar los barrios de Casco Histórico y La Chanca. Asimismo, también los restos arqueológicos encontrados, para los que se han invertido un millón de euros. El destino que tendrán estos será otra de las cuestiones a plantear, como la que tiene que ver con la no convocatoria de los grupos de trabajo que se crearon al albur de este proyecto. Se quería fomentar una participación ciudadana que se ha obviado -según denuncia AAA- desde que han entrado las excavadoras al lugar. «Desde septiembre llevábamos pidiendo ver las obras y no nos han dejado entrar hasta hace diez días», explicó Verdegay, que dijo no descartar poner esta cuestión en conocimiento de la Unión Europea, principal fuente por la que emana el dinero de esta actuación.

Por su parte, el consejero delegado del Urban, Manuel Guzmán, quiso llamar a la calma y a esperar a que la actuación finalice por completo. Según dijo, esta es respetuosa con el entorno y La Alcazaba. «Lo que se está consiguiendo es regenerar una zona que se encontraba abandonada, poner en valor unos restos arqueológicos importantes y seguir dando vida al Casco Histórico». Todo «según lo aprobado en el PGOU del 98», dijo.