Alegría reconoce ahora que su comida con Salazar fue «un error»
La ministra dice que la cita con el exalto cargo de Moncloa, meses después de su cese por acoso sexual, «no tenía que haberse producido»
Pilar Alegría entona ahora el 'mea culpa' por el almuerzo con Paco Salazar que hace apenas unas semanas, el 4 de noviembre, defendió como un ... encuentro «en el ámbito privado» con una persona a la que conoce «desde hace tiempo». La portavoz del Ejecutivo reconoció hoy que esa cita, que ha dado pábulo a las sospechas de que el PSOE ralentizó de manera premeditada el proceso abierto el pasado julio por su órgano antiacoso contra el exalto cargo de la Moncloa, fue «un error» y que «no tendría que haberse producido». «Todas las relaciones puede estar llenas de profundas decepciones», adujo a modo de disculpa.
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En solo un mes, el modo en el que el Gobierno se refiere al caso protagonizado por quien fuera uno de los más próximos colaboradores de Pedro Sánchez entre bambalinas ha cambiado mucho. De verlo como un problema ya olvidado y llamado a ir diluyéndose fuera del foco mediático a convertirse en una de las mayores crisis que ha tenido que afrontar el jefe del Ejecutivo en lo que va de legislatura, quizá la más sensible de puertas adentro de su formación política.
El daño a la credibilidad de los socialistas en un asunto en el que mantenían un discurso muy marcado es enorme y, además, afecta a un sector de la población, las mujeres, al que a grandes rasgos Sánchez debe el resultado electoral que en 2023 le permitió, pese al desgaste, volver a formar Gobierno.
Alegría esgrimió, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, que «después de conocer las denuncias» registradas en el canal interno del partido, y publicadas la semana pasada por eldiario.es, tiene un profundo sentimiento de «dolor y traición». Lo cierto es que su comida con Salazar tuvo lugar cuatro meses después de que el mismo medio diera a conocer los testimonios de otras dos mujeres, distintas a las denunciantes, que se habían sentido vejadas por el exdirigente socialista, y de que este, que a punto estuvo de ser nombrado secretario de Organización adjunto del PSOE, fuera por ello destituido de todos sus cargos.
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El propio Sánchez ya reconoció el sábado que las cosas no se han hecho bien y que la lentitud a la hora de tramitar las denuncias no está justificada. La dirección del partido niega connivencia alguna con Salazar - que se dio de baja como militante hace menos de dos semanas, antes de que comisión antiacoso activara el expediente- y alega, como hizo también Alegría, que este órgano, cuya creación se acordó el pasado mayo, no está suficientemente rodado y tiene que ir mejorando.
Ahora, en todo caso, desde el Gobierno y el partido se intenta corregir el tiro y mostrar contundencia con gestos que incluso sobrepasan lo esperable y que para muchas dirigentes , en pie por la falta de diligencia mostrada en estos cinco meses por la dirección federal, siguen sin explicar lo ocurrido. Por ejemplo, el cese, anunciado el domingo pero oficializado hoy, de Antonio Hernández, mano derecha de Salazar en la Moncloa, al que una de las víctimas señaló en su escrito.
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Hernández, que también ha cesado como secretario de Datos, Análisis y Prospectiva del PSOE de Andalucía, trató de minimizar, según la denunciante, el comportamiento de su jefe y trasladó a las subordinadas que lo padecieron que lo que les ocurría no era para tanto y debían estar «agradecidas» de trabajar donde lo hacían, a sus órdenes. Según fuentes de la Moncloa, él niega los hechos pero aún así asumió que, después de trascender ese testimonio, su permanencia como director del departamento de Coordinación Política del gabinete de la Presidencia del Gobierno no era «sostenible».
«Aquí lo importante es respaldar a las víctimas y apoyarlas para llegar hasta el final», alegó Alegría tras disculparse por haber atendido la llamada de Salazar. Según aseguró, fue éste el que se puso en contacto con ella y no a la inversa. De lo que se habló en esa reunión, en todo caso, no ha trascendido nada. Algunas fuentes sostienen que desde el partido y el Gobierno se ha ayudado al exalto cargo, que montó hace pocos meses su propia asesoría política privada. Fuentes cercanas a la ministra, también líder del PSOE en Aragón, sostienen que ni el exdirigente le pidió trabajo a ella, ni ella se lo dio.
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