Parada 'milagrosa' para coger fuerzas entre bares y picnics improvisados en una Magna para el recuerdo
Los bares llenan sus terrazas, mientras otros optan por el tradicional bocadillo entre visitas a los pasos y el esperado desfile por las calles
No todo puede ser fe en una jornada tan veraniega. Cuando el reloj llegó a la hora del Ángelus (12:00) los bares y restaurantes ... de la capital estaban preparados para comenzar a acoger comensales que han llegado de todos los puntos de la provincia para vivir la Magna. La mañana, tranquila en los comercios como otro sábado, daba pasos a los establecimientos del centro y aledaños que colgaron el cartel de reservas completas desde hace meses, especialmente en las terrazas, aunque las que coincidían con el recorrido procesional tuvieron que retirarse a las 16:00.
Poco a poco se llenaban las mesas de feligreses, algunos incluso ya vestidos para la faena, como un grupo de jóvenes amigos de Andújar portadores de la Oración en el Huerto. Entre autobuses y coches se desplazaron unos 130 costaleros que buscaron refugio en varios bares para tomar algo antes de afrontar el desfile de varias horas por las calles de Jaén. «La verdad es que es una jornada muy emocionante. Nos hemos repartido porque comer todos juntos era imposibles entre tanta gente», señalaba uno de ellos mientras daba un trago a su refresco.
Y es que, a la ya intensa jornada, se le unieron unas temperaturas mucho más parecidas a las de verano que al tiempo otoñal de octubre. Motivo por el que muchos de los visitantes buscaban sombras en cualquier rincón histórico de la capital, donde se vieron originales picnics de familias. Una de ellas ha escogido la explanada del Museo Íbero para almorzar, sillas incluidas. «Venimos de Arjona para ver a San Bonoso y San Maximiano que va a ser portado por unas familiares nuestros y hemos decido parar a la sombra del museo. Venimos más que preparados», resumía una de las mujeres que repartía los bocadillos a los demás.
La misma comida escogieron una de las cuadrillas que se encarga de lucir a San Juan Bautista, de Los Villares, muy emocionados. Repartidos a lo largo de una valla, cerca también del Museo Íbero, comentaban la misa y las primeras horas de la jornada mientras descansaban y ultimaban los detalles de cómo se repartirían en el desfile procesional.
Lo que mueve la fe
Dos lugares coparon la mayor aglomeración de visitantes durante la hora de la comida, el centro y el entorno del Corte Inglés, donde los pasos se agrupaban desde por la mañana. De hecho, en la explanada un grupo de mujeres también compartían un almuerzo preparado en casa, a primera hora de la mañana, en la que habían tomado un autobús desde Quesada para poder ver desfilar a su Virgen de Tíscar por la capital.
«No sabíamos si podríamos comer en algún sitio así que hemos sido precavidas y nos hemos traído un aperitivo. En Quesada le procesamos mucha fé y teníamos que estar aquí», señalaba una de ellas. A su lado, otra señora, de la capital, había entablado conversación con las quesadeñas y les contaba que, a pesar de estar 'delicada' de las rodillas había subido a ver a El Abuelo.
«Cada vez que vengo a verlo se me quitan los dolores, yo sé que me ayuda», confesaba mientras aguardaba a que su marido le trajera un refresco en la barra instalada en la explanada de El Corte Inglés. Para esas horas, ya se habían convertido en amgias. También en el Paseo de la Estación, a la altura del mítico burguer 'Tomás' se ha instalado otra que estaba 'a tope' desde las 13:00 horas en una mezcla de reservas, costaleros y viandantes que se paraba en la barra para tomar algo de pie.
Ya en el centro, los bares estaban repletos y las pocas mesas que seguían vacías a las 14:00 horas tenían el cartel de 'reservado' por lo que también se dieron casos de familias y amigos un tanto agobiados en busca de una mesa donde poder descansar hasta las 16:00 horas, hora de inicio de la Magna.
Expectativas
Los hosteleros serán, sin duda, uno de los colectivos más beneficiados de la jornada. Desde que se anunciara la procesión Magna, hace más de un año, comenzaron a prepararse para tal evento, solo comparable en los últimos años a la tan deseada corrida de José Tomás, según los propios hosteleros. Desde hace meses sonaban los teléfonos para reservar mesa para vivir esta 'histórica' jornada. Por ello, en las últimas semanas han reforzado plantila e incluso algunos de los establecimientos han ofrecido comida para llevar.
Lo mismo ocurre con los hoteles de la ciudad, la mayoría con una tasa de ocupación muy eleada o sin habitaciones.
Por lo demás, la jornada, para quienes optaron por quedarse en el hervidero en el que se ha convertido Jaén, ha transcurrido con un centro de la ciudad prácticamente paralizado al tráfico, tranquilidad salvo algunos incidentes menores y anécdotas de aquellos que movidos por la fe, también han aprovechado para disfrutar de los encantos de la capital del Santo Reino.
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