«La huella del Granada en mi vida es muy profunda»
Diego Martínez atendió a la RFAF en una larga entrevista en la que repasó toda su trayectoria
Jueves, 7 de mayo 2020, 21:55
Diego Martínez atendió en la tarde de este jueves a la Real Federación Andaluza de Fútbol, en una entrevista difundida en su canal de YouTube ... y que le hizo Rafael Jiménez, responsable de comunicación del ente autonómico. Un repaso histórico por toda su trayectoria, con una parte final de color rojiblanco.
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PRIMER CONTACTO: «Me reúno con el Granada tras salir de Osasuna. Lo hago con Antonio Cordón, para conocernos. Me comenta que ya me habían visto entrenar, que tenían claro mi método. Sin ser consciente de ello, no sabía que estaban valorando mi trabajo. Fue todo muy rápido. Como dice Monchi, el trabajo sólo está por detrás del éxito en el diccionario».
OBJETIVO EN SEGUNDA: «Dirección deportiva y nosotros no pensábamos en ascender. Era una temporada compleja; no nos pudimos quedar con jugadores porque económicamente no llegábamos, hicimos cambios en la plantilla adaptados al presupuesto. El club quería tener patrimonio y no deseaba cedidos, pero no teníamos para pagar jugadores. Sí creía mucho en los préstamos porque conocía alas personas: a Fede San Emeterio, Alejandro Pozo, Martínez... Sabía que su perfil encajaba con lo que queríamos hacer. Se me dio confianza. El Granada no era un candidato al ascenso. Era un sueño».
EXIGENCIA: «Al Granada le había pasado lo mismo que a Osasuna el año anterior. Sabía lo que había que potenciar y lo que había que evitar. Trabajamos de la mano de Cordón, Monterrubio y Sánchez. Queríamos hacer un equipo competitivo sin pensar en grandes objetivos, creciendo a lo largo del campeonato. Las exigencias eran para otros», rescató.
VENIR DE UN CHASCO: «Nos cohesionó, cimentamos unos valores en todos los niveles. Gracias a los jugadores y a su energía tras la frustración anterior fue un acicate. Nos impulsamos. Los resultados nos dieron confianza y logramos algo difícil: una identificación con el público. Es más importante que el ascenso incluso», certificó.
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LÍDERES: «Mi vestuario tiene buenos líderes: Víctor Díaz, Montoro, Germán... Mezclados con gente joven, como era el caso de Rui Silva, que no había jugado mucho. Gente como Puertas, Vadillo... Esa mezcla fue interesante. Al final creyeron en la metodología de trabajo. Hay unión. Fuimos un equipo muy regular. Peleamos y gestionamos muchas situaciones de dificultad».
TRES CLAVES: «Jornada dos. Vamos ganando y nos empata el Lugo. No había mucha gente, pero empezaron a aplaudir porque el equipo le transmitía. Se identificaba. En medio de la temporada, perdimos dos partidos, con Osasuna y Deportivo, y vamos un viernes a Córdoba. Allí nos esperaron un montón de aficionados para recibirnos. Empezamos perdiendo y remontamos. Luego, momentos como el de Lugo, con seguidores allí, que hicieron muchas horas de autobús».
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ASCENSO: El empate en Mallorca dio el ascenso. El Málaga echó un cable en Albacete. «Nos quedamos esperando que acabara ese partido. Nos enteramos sobre el césped. Fue una explosión de alegría».
RENOVACIÓN POR EL GRANADA: «Nunca puedes decir si una cosa va para largo. Estoy feliz aquí. Dos años extraordinarios, por encima de cualquier expectativa. Disfruto el presente y me siento querido. No pienso más allá. Importa el ahora. Competir estos once partidos que quedan. Pero la huella del Granada es muy profunda y sé que estará ahí, con independencia de los resultados».
PRIMERA: «El objetivo no está conseguido, aunque estamos cerca (la permanencia). Somos uno de los presupuestos más bajos, con condicionantes para montar la plantilla. Tuvimos la sanción por lo de Adrián Ramos. Quien diga que el objetivo era estar en mitad de la tabla miente. Era ojalá estar en Primera aunque fuera en la última jornada. Lo sigue siendo. Si se vuelve a la competición, porque ahora lo importante es la salud y hasta resulta violento hablar de fútbol, ojalá podamos lograr los puntos que nos faltan pronto. Es nuestro trabajo de hormiguita. Soldado ya dijo que íbamos a sufrir y sudar sangre».
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LA COPA: «En general, el nuevo formato ha ido bien para el interés del fútbol. El partido único lo hace atractivo. Se nos decía si interesaba la competición, que teníamos lesiones... Al final, coincidieron muchos partidos fuera de casa, en césped sintético... Ahora vemos el partido del Valencia, que fue abierto, bonito para el espectador, y parece que fue sencillo. Pero subrayó cuando sufrimos en Badajoz, Tamaraceite, Badalona... Todo eso son intangibles que suman a la mentalidad del equipo».
LA SEMIFINAL: «No nos faltó experiencia. Tuvimos un error puntual que nos costó un error en contra. No fue de planteamiento o intención. Nos desbordó Yuri, al que controlamos bien. Estaba planteado el plan de partido ya con Osasuna, cuando practicamos situaciones similares frente a Estupiñán, porque se parecen. Pero esto es fútbol y encajamos. La pena fue que no se metiera el tercer gol antes, hubo acciones. Pero cuando un equipo lo da todo... Cuando das esas prestaciones. Era impensable».
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LO QUE PUDO SER: «No puedes invertir tiempo en hipótesis. Trabajamos mucho cómo gestionar emocionalmente la semifinal. Me acordaba del partido previo a Mallorca, del ascenso. Empatamos con el Cádiz en casa, que en caso de ganar nos hubiera servido para ascender, y nuestra gestión emocional fue peor que en las semifinales en Bilbao. Un proceso para ser mejor. Nos hubiera encantado estar en la final, pero nos entregamos al máximo. Gracias a esos momentos vividos».
SITIO EN LA HISTORIA DEL CLUB: «El tiempo dirá cómo encaja este Granada en la historia, pero la identificación está ahí. La ciudad se volvió loca. Días previos, recibimientos... Me quedo con todo. El equipo se lo merecía. Es difícil ganar un título».
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LA AFICIÓN: «Esta afición se ha curtido en la dificultad, que es cuando se ven. Llenar un estadio en una semifinal no es tan difícil. Lo es ir a Lugo, Majadahonda... Ese aficionado que se te acerca y te dice que se ha ilusionado. Y no les puedes fallar. Cuando venga la adversidad estarán ahí».
CRECIMIENTO DEL CLUB: «Ojalá pueda ganar un título y que sea con nosotros. Pero el objetivo es ser mejor equipo, consolidarse. En lo económico no es sencillo. Tenemos una buena ciudad deportiva, unos valores de club, pero hablar de otras cosas que no se corresponden con la realidad es condenarte al fracaso. No somos Betis o Sevilla, somos lo que somos. Y orgullosos. Permanecer en Primera a día de hoy es un éxito. Esa mentalidad no lleva a confusiones ni que tengamos expectativas equivocadas, aunque sí seamos ambiciosos. Hay que adecuarse a nuestra realidad. Estamos en mundos diferentes a otros, pero en 90 minutos nos hemos ganado el respeto».
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ESTRUCTURA: «Se ha crecido mucho, con una gran gestión, pero dependes de imponerte a los demás. Pero para el club no es fácil mantenerse así. Jugadores nuestros serán objetivos de otros equipos. Quedárnoslos no es fácil; sustituirlos, más aún, aunque me meto en una cosa que no es importante. El Granada va por la dirección adecuada, pero hay que seguir picando piedra».
LO QUE QUEDA: «Quien nos conozca sabe que iremos partido a partido. De los 33, vamos a por ellos. Como siempre. Estamos al servicio de las autoridades, porque la salud es lo prioritario y ellos nos indicarán si podemos jugar. Luego, poner a punto al equipo y alcanzar nuestro mejor nivel. Si se puede, competir al máximo. Lograr primero los puntos que nos den la salvación. Después, el siguiente y el siguiente».
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El entrenador gallego habló de su situación familiar durante el confinamiento y abordó sus orígenes deportivos, empezando por su etapa de jugador.
«Hace mucho tiempo de mi etapa en el Celta cuando era un niño. Ha cambiado mucho la metodología. Ahí están sus frutos en el primer equipo. Recuerdo que, con 15 años, estrenamos el primer campo de césped artificial, todo un hito. Jugamos mucho en tierra y en A Madroa, donde hacía mucho frío. Mi abuela, cuando me veía venir con el barro, alucinaba. Pero todo eso nos educó dentro del fútbol, en nuestra pasión. Hoy, el Celta tiene una de las mejores canteras de España», resaltó.
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«A continuación habló de su marcha a Andalucía con 18 años, a Cádiz. «Podía compatibilizar estudiar el TAFAD (técnico superior en animación de actividades físicas y deportivas) en San Fernando y a la par jugar en el Balón de Cádiz, que era como un Cádiz C. De hecho, hice la pretemporada con el filial. Coincidí con una buena generación. Al año siguiente estuve en el Portuense en Tercera división. Acabé mis estudios y mi sueño era hacer la licenciatura en Granada. Tuve la opción de ir a León, porque también me dieron plaza, pero mi ilusión era ir a Granada, aunque ni sé por qué. Nunca había pisado la ciudad, pero tenía en la cabeza que era de las mejores facultades», descubrió.
«En mi primer año en Granada juego al fútbol en el Vandalia. El segundo, en el Imperio de Albolote. Sufro una lesión, estoy un tiempo parado. Ya en Cádiz tenía inquietud por lo de entrenar. Iba a congresos, pregunta a los técnicos, a preparadores físicos... Siempre me gustó mucho el mundo de la metodología. Estando en el Imperio surgió la posibilidad de coger un cadete B. Su preparador, Luis Bonilla, pasó al División de Honor. José Alfonso Morcillo era el director de la cantera y le recuerdo con cariño. Me dejaron ejercer y me dieron la licencia de equivocarme mucho, pero con mis ideas. Le estaré siempre agradecido. Me enganchó. Seguí jugando, pero el año siguiente me decidí por entrenar. Sabía que era una gran oportunidad. Para aprender a nadar hay que lanzarse a la piscina», expresó.
En Granada, al tiempo que hacía la carrera, se sacó los dos primeros niveles como técnico. «Era esa época en la que el tres tardaba más en salir. Cuando empiezo a entrenar al Arenas de Armilla con 25 años lo necesitaba y me lo tuve que sacar en otra federación que no fue la andaluza. Pero mi formación con técnico es aquí», recalcó. «Soy un andaluz de adopción», agregó.
«En Albolote estoy tres años: Cadete B, A y Juvenil. De ahí me voy de segundo con Óscar Cano al Arenas. Al año siguiente, él se va al Baza y en Armilla entra Antonio Barea. No empezamos bien el segundo año y en la jornada cinco lo cesan. Los jugadores querían que cogiera al equipo. José Manuel Molina Maza y Augusto Delgado (director deportivo y presidente, respectivamente) no sé si eran visionarios o inconscientes pero me dieron la oportunidad. Fue una temporada bonita. Quedamos quintos saliendo como últimos. Generamos un nivel de juego y cohesión altos. El portero, Juan Carlos Fernández, y uno de los mediocentros, Raúl Espínola, forman parte de mi actual equipo técnico», apuntó.
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De esa experiencia dio el salto al Motril. «Estuve campaña y media. Cuando acaba lo del Arenas, quería que continuase. Me quedaban dos asignaturas de la carrera: Estadística y Biomecánica. Les dije que no podía renovar si quería acabar la carrera, algo fundamental para tener libertad de movimiento y poder seguir con el fútbol. No se lo creían, pensaban que tenía algo con otro club, pero la historia demostró que era cierto. Concluí los estudios en septiembre y el Motril me llamó en diciembre. Esa mitad de año recondujimos un poco la situación y la temporada siguiente ya hicimos algo más acorde con la idea de juego que tenía. Tuve suerte. Era una Tercera con buenas condiciones. Nos quedamos en el 'play off' de ascenso. Nos eliminó La Nucia», repasó.
«Nunca pensé en el siguiente paso. Me he ocupado de estar preparado para todo lo que viniera. Invertí en ser la mejor versión de mi mismo. Crecer como entrenador sin pensar en el siguiente paso. Las circunstancias varían mucho. El Granada estuvo poco antes de aquello en Tercera», plasmó. «Fue una fuente de aprendizaje. Dentro del proceso, me enriqueció», sumó.
En 2009, recibe una llamada que cambia su trayectoria, «la más importante de mi vida». Fue de Monchi, ya consagrado como director deportivo del Sevilla. «Para alguien como yo era algo tremendo. Estaba interesado en crear una nueva área en el club, tecnificación, que era entrenamiento para un puesto específico. Al principio pensaba que era de coña, me sorprendió», reconoce. «Monchi es capaz de estar con un jugador top y saber tratarlo y hacerlo igual con un infantil o un alevín. No sabía que el Sevilla me seguía. De hecho, cuando nos reunimos en el Sánchez Pizjuán, tenía la inquietud de conocerlo. Lo puso todo fácil; es un tipo inteligente que sabía lo que quería. Quería hacer una base de datos también de acciones a balón parado. No me lo pensé. Hubo algún compañero que lo veía como un posible paso atrás pero yo no. Fue una oportunidad única», aseguró.
Fueron ocho años de confianza y aprendizaje en tierras hispalenses. Ejercería luego con el Sevilla C y levantó la copa de campeones de España con el Juvenil de División de Honor por primera vez en la historia de la entidad. «El proyecto que llevara para mí era el más importante del mundo. Intentaba hacer un trabajo acorde», pronunció. El siguiente paso fue formar parte del staff del primer equipo en 2012. «Agradecido a Míchel y Unai Emery por estar con ellos. Son entrenadores top», elogió.
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«Creo en la autenticidad. Cada entrenador tiene su manera de hacer. Así se transmite, se seduce al jugador. Ayudarles, porque son ellos los que hacen las cosas. Depende de cada uno», valoró. Con Emery, ganó la Europa League. En 2014 sube al Sevilla Atlético. Lo mete en Segunda división y lo mantiene, balance inmejorable de sus tres cursos.
Después, llegó la oferta de Osasuna. «Fue el momento. Me llamó su director deportivo, Braulio Vázquez, que es gallego pero no le conocía. Hicimos una buena primera vuelta, pero no nos metimos en 'play off'. Nos quedamos fuera en la última jornada. Son clubes donde se aprende mucho y hay que lidiar con las expectativas», resumió. «No conseguimos los objetivos deportivos pero fue enriquecedor. La línea entre el éxito y el fracaso es mínima», sumó.
Le cesan de su cargo entre palabras de elogio del director deportivo de lo navarros. A la hora de aquella rueda de prensa, le llaman del Granada interesándose por él. «Me salió que sí. Cuando se lo dije a mi mujer, que es de allí, después de un año de poco sol...». Pero en aquel momento aún no intuía que en la vuelta a la que fue su casa viviría «uno de los momentos más extraordinarios de mi carrera».
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