Empate y divorcio en Los Cármenes
El Granada derrama dos ventajas y hasta un penalti en el alargue para firmar las tablas y seguir con la racha sin triunfos en casa, con un clima tóxico irrespirable
El ambiente está envenenado en Los Cármenes, donde se vivió un empate y un divorcio que acabará precipitadamente con la era de Guille Abascal, primer ... pagano del despropósito. Hay un clima tóxico irrespirable. Un gas nocivo que emana de la temporada pasada, que impregna del verde a los asientos y que nada ni nadie ha sabido disipar. El equipo está corrompido hasta los huesos y el único argumento para el optimismo es que queda tanto en esta Liga Hypermotion que hay tiempo para todo tipo de metamorfosis, incluso para volverse a ilusionar. Los rojiblancos son un equipo asustadizo, de moral quebrada, en el que muestran espíritu solo unos pocos, como Uzuni, santo y seña de los nazaríes. El club tiene fuegos en todos los niveles, pero el único extinguible a corto plazo es el del banquillo.
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Con todo, el Granada derramó dos ventajas en el marcador y hasta un penalti en el alargue para firmar unas tablas de nuevo insulsas. La pena máxima la marró Weissman, que quiso salvar a su gran valedor y tal vez lo empujó sin querer a la quema. La racha sin ganar en casa continúa, si es que ahora mismo este puede reconocerse como su hogar. Ver a un tipo con el brazalete mandando callar a los suyos es la imagen más esperpéntica que se ha visto en años.
Granada CF
Marc Martínez; Martin Hongla, Miguel Rubio, Loïc Williams; Ricard Sánchez, Sergio Ruiz, Manu Trigueros (Gonzalo Villar, m. 469, Carlos Neva (Brau, m. 84); Tsitaishvili (Józwiak, m. 69), Reinier (Corbeanu, m. 69) y Uzuni (Weissman. m. 90).
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Málaga CF
Alfonso Herrero; Carlos Puga, Nélson Monte, Einar (Dani Lorenzo, m. 83), Dani Sánchez; Luismi (Chupe, m. 83), Manu Molina, Rahmani (Lobete, m. 76), Antoñito, Aarón Ochoa (Juanpe, m. 76); y Dioni (Castell, m. 63).
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GOLES: 1-0, m. 56: Carlos Neva; 1-1, M. 60: Antoñito; 2-1, m. 77: Uzuni; 2-2, m. 93: Nélson Monte.
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ÁRBITRO: Galech Apezteguia (comité navarro). Amonestó a los locales Manu Trigueros (m. 28), Miguel Rubio (m. 74) y Corbeanu (m. 92); y a los visitantes Luismi (m. 82), Dani Sánchez (m. 89) y Nélson Monte (m. 96).
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INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 6 de LaLiga Hypermotion, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes ante 18.827 espectadores.
Abascal reconoció que ansiaba una alineación estable, lo que implicaba un sistema como modelo. Aun con Hongla, el dibujo con tres centrales se perpetuó de inicio, con el camerunés no como libre, sino como marcador en la derecha. Lo demás, la lógica de dejar a Uzuni como delantero tras su gol en Elche, aunque se pasó toda la primera parte persiguiendo sombras, en presiones estériles, tirando desmarques que casi nadie oteó. Pero el albanés tiene una fe indestructible y al final recogió fruto, su segunda diana del campeonato, ya en la mitad de conclusión.
El acto inicial se sumió en el despropósito, con la grada en erupción, entre reproches a la directiva (a los que se sumaron los aficionados visitantes) y en contra del entrenador. Los silbidos cayeron como lluvia fina, afectando también a Marc Martínez tras alguna indecisión con los pies y en general ante la planicie en el juego de los rojiblancos. Pasa el equipo un momento irritante, como si un monstruo habitara en el vestuario y consumiera talento. Solo de fenómeno paranormal se puede calificar la actuación de Manu Trigueros, con pérdidas de balón impropias, como si la decrepitud se apoderara de él. No hay justificación en la edad para Reinier, que vino para resurgir pero empieza a notar los síntomas que aquejan al resto. Con ello, fue capaz de inventar una de las acciones más interesantes antes del descanso, que marró Tsitaishvili enroscando en exceso. El georgiano ofreció los mejores registros en ataque, como otra intentona con la derecha que desbarató Herrero y algunas cabalgadas más tras el entreacto, hasta que agotó las pilas.
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La historia comenzó con pifia, cuando Marc trató de hacer un regate a un atacante. Todo lo que vino después fue la instalación del nerviosismo en el verde y del cabreo entre la hinchada. El Málaga, un equipo voluntarioso trufado de gente joven e ilusión, llegó con facilidad al sector nazarí y generó bastantes problemas.
El Granada estaba contra las cuerdas ante un púgil más ágil y descarado. Soltó guantes justo antes del entreacto, pero sin dar en el mentón del rival. Los cambios urgían y llegaron en la reanudación, con Gonzalo Villar por un espectral Manu Trigueros. Las cosas no se encauzaron mejor y Rahmani pudo asestar una dentellada en una acción con tráfico en el área rojiblanca. El Granada dependía de la velocidad de Tsitaishvili y en una escapada trató de buscar a Uzuni, que no embocó cuando quiso disparar hacia la red. Tampoco pudo Ricard en otro servicio del georgiano, el único al que no engullía la inseguridad. Repitieron conexión después, pero Herrero se mostró agudo.
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La insistencia revitalizó al equipo, que atacó sin riendas. Hongla apareció doblando por la derecha y puso un centro con una gran comba ante el que apareció Neva para volear a bocajarro, limpiando la escuadra. Al capitán no se le ocurrió una idea más estúpida que mandar callar al público, lo que ocasionó la repulsa generalizada: en adelante, cada vez que tocó el balón, una pitada estruendosa.
Encima, la alegría colectiva duró unos pocos parpadeos al equipo porque Loïc regaló una pelota que precipitó un contragolpe malaguista hasta el empate de Antoñito. El extremo a punto estuvo de darle la vuelta a todo.
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Era todo un caos en aumento, con el respetable incluyendo a Marc en los papeles de la separación, como si la música de viento fuera a mejorarlo. Villar tuvo una salva al aire y Abascal buscó frescura para las bandas con Corbeanu Józwiak, retirando a Reinier y Tsitaishvili, aplaudido con honores, noble en medio de la mediocridad vigente.
El polaco gozó de un cabeceo sin buena orientación. El encuentro bajó de revoluciones y hasta pareció que el público se calmaba un poco en sus iras. Hongla, cada vez más instalado en el centro del campo, generó superioridad en zonas sin dueño. En estas, Villar apareció escorado y colocó un envío largo para Ricard, que la metió en la olla y todo hirvió. Un mal despegue y Uzuni al bulto hasta que encontró la diana.
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Neva se lesionó y tuvo que ser sustituido. Las palmas de consuelo aplacaron a quienes quisieron chiflarle. La situación condujo al debut de Brau y a la clásica fase de angustia en el campo. Abascal quiso la ovación para Uzuni justo antes de que el árbitro alargara siete minutos en los que llegó un chasco. Un córner letal. El tanto de Nélson Monte. La sexta ventaja a la basura.
El defensa portugués iba a aparecer en la otra área para placar a Miguel Rubio y que el árbitro concediera penalti. No estaba Uzuni y lo pidió Weissman, seco desde hace tiempo. Así seguirá. La noche se ennegreció más, aunque no tanto como el futuro de Guille Abascal.
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