«Sin la Virgen de las Angustias, Granada no sería nada»
La ofrenda floral a la patrona de la ciudad regresa para celebrar su 40º aniversario, con una escena que dista de la de otros años, pero que se asemeja a la conocida antes del inicio de la pandemia
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Miércoles, 15 de septiembre 2021, 14:22
Cuatro décadas dan para mucho. Por ejemplo, son suficientes para construir una tradición que vaya recorriendo el árbol genealógico. «Somos tres generaciones: abuela, madre y ... nieta, y venimos todos los años. Procuramos no faltar», detalla Ana Ariza. Nada menos que 58 años separan su edad de la de la menor, Paula Pérez. Entre medias, Anabel Romero, su hija, de 33. La tres, ramo en mano, giran la esquina para acudir a la ofrenda floral a la Virgen de las Angustias, una de las fechas grandes de Granada, que festeja su 40º aniversario recuperando cierta normalidad entre los detalles que aún mantienen la pandemia viva en la rutina de la ciudad. «Ya teníamos ganas», reconoce la familia.
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Apenas pasan las 10.30 horas y frente a la basílica van goteando devotos. Son más los que se quedan frente al pórtico de la entrada, rezando y pidiendo, que los que ofrendan flores. Ana, Anabel y Paula dejan sus ramos, pasan por el correspondiente lavado de manos con gel hidroalcohólico y se santiguan ante la patrona. «Es un sentimiento. Siempre que necesitas algo, piensas en ella. Es algo que nos pasa a nosotros y yo creo que a la gran mayoría de los granadinos», expresa la mayor de las tres, que pide «salud y que se mejore lo que tenemos». «Y ella -agrega su hija, señalando a la menor-, fuerza, que empieza ahora el instituto».
En el islote que separa las dos calzadas en la Carrera de la Virgen, se acumulan tanto creyentes como ciudadanos que, simplemente, quieren capturar el momento en sus teléfonos móviles. La imagen en la portada de la basílica luce desde la pasada noche el ramo ofrendado por el cuerpo de Bomberos, que fue colocado pasadas las 23.30 horas del martes. Fueron pocos los viandantes que se encontraron la estampa. Los hubo que, sentados en el banco que hay frente al portón, una suerte de palco VIP para la ocasión, inmortalizaron su colocación.
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Unos minutos después de que las tres generaciones depositaran sus ramos, lo hicieron Encarna Ramos y María Morillas, dos primas que habían esperado casi una hora a sus amigas para hacer la ofrenda, como vienen haciendo desde hace «muchos años». «Yo soy devota de la Virgen de las Angustias. Hasta tengo el cuadro en mi dormitorio, en la cabecera de la cama», indica Ramos, que, como es habitual, se ha desplazado desde Darro solo para la ocasión. De la capital es Pedro Navas, de 16 años, que se apostó a las nueve de la mañana en la puerta de la basílica para poder venerar a la patrona antes de entrar a clase. «¿Cómo no, antes de empezar un curso, encomendarse a la Patrona? Para mí, es como mi madre. Es una que está siempre aquí, en la Carrera, para cuando lo necesiten los granadinos», exterioriza con emoción.
Menos trasiego
A la espalda del templo, junto a la Acera del Darro, Fernando Megías se mueve apurado. Con la riñonera ajustada, ya ni cierra la cremallera, presto para cobrar y devolver el cambio a las decenas de clientes que hacen cola frente a la floristería que regenta. «Ya no nos quedan ramos de cinco; solo de siete», avisa desde el mostrador. Poco después, los cubos negros que ha colocado en la puerta se vacían y percibe una mueca de inquietud en sus clientes. «Van a salir más», tranquiliza.
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Mientras, en el templo, fueron tomando color los cuadrantes superiores de los paneles recuperados este año para colocar las flores, de todos los tipos y tonalidades, si bien el trasiego de granadinos por la mesa de ofrenda fue decayendo hasta prácticamente pausarse al inicio de la misa, pasado ya el mediodía. La celebración no fue como solía ser; de hecho, la escena distó mucho de la que habría tenido lugar antes de que la covid-19 interrumpiera lo que se conocía como normalidad, pero se le asemejó. «Las personas están respondiendo bastante bien. Hay que tener en cuenta que hemos pasado un año y pico con toda España paralizada y, a veces, cuesta un poco empezar, pero Granada se vuelca con su patrona.», indicó Ángel Luis Vázquez, decano del Real Cuerpo de Caballeros Horquilleros.
El también responsable de la ofrenda floral aseguró estar satisfecho. «Estábamos locos por empezar. Es una tradición ya desde hace muchos años y no veíamos el inicio de la ofrenda», confesó, en cualquier caso», abundó. Andrea Ortega esperaba ver a más gente, si bien puntualiza que «la floristería estaba llena». Tras comprar su ramo, acudió a depositarlo en la portada del templo y encontrarse con la Virgen. «Es como mi madre, tengo que ir a verla», justifica.
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María José Caldito pasa a toda prisa por el carril habilitado para la ofrenda cuando una nube gris se planta sobre la basílica. «Tengo que pedirle», explica, para después aclarar que, además, tenía que «hacer las lentejas». Fue una visita exprés, pero que le permitió mantener su inmaculada trayectoria de 40 años sin faltar a la cita. Idéntica racha acumulan Leonor González y Francisca Palomino, rebosantes de fe para depositar sus ramos y sus peticiones a la Virgen. «Es la madre que, por desgracia, ya no tenemos; el consuelo de decir 'ayúdame a esto' y que lo haga», indica González.
En el interior del templo quedó, conforme se abrió la verja para acoger a 165 creyentes durante la tradicional Eucaristía, Alejandro Moreno, joven integrante de la Hermandad de la Virgen de las Angustias que, por trabajar en las ofrendas anteriores, acudía por primera vez a ver y rezar a su patrona, junto a su pareja. «Si se vuelve al fútbol, a los toros y a los conciertos, merecemos un poco de culto», se congratula, sin poder evitar que la mirada se le desvíe hacia la imagen de Nuestra Señora de las Angustias, a quien espera poder sacar pronto sobre su hombro. «Sin ella, Granada no sería nada».
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También pertenece a la Hermandad Carolina Sabaniego, que en la tarde de este miércoles vivió su primera ofrenda floral. Con tan solo 13 meses, es la hermana más joven. «Mi madre ya desde ayer nos estaba diciendo que hoy era la ofrenda floral de la Virgen, que fuéramos, sobre todo, por la niña, para que vaya viendo las costumbres de aquí y vaya viendo cómo funciona. Yo la he llevado para que ella le pusiera las flores y le ha encantado», sostiene María Sabaniego, su madre. Para ella, que trabaja en Noruega y no supo hasta el último momento si podría estar el día 15 en Granada, la de este año ha sido una cita doblemente especial. «Que yo haya podido estar con Carolina para llevarle flores a la Virgen ha sido muy emotivo para mí», sostiene, para afirmar seguidamente que «cuando no sabes si el año que viene vas a poder estar, es especial y lo coges con muchas más ganas».
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