Cartel de 'se alquila' en Granada junto a los pisos visitados. S. M.
La odisea de encontrar piso en Granada

Tres meses de alquiler y una entrevista para compartir piso entre cinco personas

Los estudiantes afrontan cada vez más requisitos e inconvenientes para acceder una habitación en la capital, que ronda ya los 300 euros mínimo

Sábado, 7 de septiembre 2024, 23:53

El regreso de los estudiantes devuelve la vida a Granada. La ciudad despierta del letargo en el que queda sumida en verano y con ello ... aparece también una pesadilla cada vez más recurrente entre los universitarios: encontrar una habitación en un piso de alquiler. IDEAL ha hecho un trabajo de campo y ha acudido a varias visitas para conocer, de primera mano, la situación a la que se enfrentan todos estos jóvenes. Visitas que se produjeron esta pasada semana. Tres de ellas se concertaron por una agencia inmobiliaria y la restante por un particular, todas a partir de los anuncios encontrados en un portal de alquileres. Son cuatro dormitorios de distintos precios y barrios que se posicionan en un extremo u otro: o son espacios que rozan los límites de habitabilidad o el precio por un solo dormitorio es bastante elevado.

Publicidad

1.

Camino de Ronda

La primera habitación está en Camino de Ronda. A la «idílica ubicación por la buena conexión con el resto de zonas» del anuncio, le sigue una cara B difícil de ocultar: la única ventana no daba al exterior, sino a un falso balcón cerrado que se comparte con otros compañeros, que es la única vía para ventilar el interior y en donde la luz del sol se convierte en un lujo del que es imposible disfrutar. Pero el responsable de la inmobiliaria encargada de alquilarla lo argumenta así: «Esto sirve como desahogo», explica para justificar los ocho metros cuadrados del cuarto.

El precio del dormitorio es de 250 euros al mes y piden la entrega de una mensualidad de fianza y otra de «gastos de gestión» de la inmobiliaria. El salón se asemeja al escenario de una película de terror. También el pasillo y la cocina, donde nada parece poder romperse ni estropearse porque acumula décadas de uso. «No se encuentra ya nada a este precio», esgrime. «Y hay dos baños», determina como si de un lujo se tratase al compartir entre cinco personas.

2.

Recogidas

La segunda visita tampoco invita al optimismo. El olor a humedad y óxido impregna la cocina, que aún funciona con gas butano. No hay rastro alguno del comedor «con encanto, perfecto para relajarse y compartir momentos» que se ofrece en el anuncio. La realidad se compone de apenas diez metros cuadrados en los que casi no hay espacio para una mesa, un sofá y algunas sillas. Está decorado por un conjunto de muebles que parecen haber sobrado en diversos domicilios: una estantería de un despacho de abogados, un escritorio como mesa principal del recibidor o incluso una pared con el diseño de una antigua pizarra son algunos de los detalles que se aprecian a simple vista. El precio, 290 euros sin gastos incluidos por una habitación en un tercero sin ascensor.

Publicidad

«Pero la escalera y el portal son de estilo antiguo y tienen mucho encanto», tratan de consolar desde la agencia inmobiliaria.

3.

Fuentenueva

La jornada continúa con una tercera visita que lleva a pensar si será posible encontrar un espacio decente por una cifra medianamente razonable. Esta vez el piso está situado en el entorno del campus de Fuentenueva. Las instalaciones son impecables, está completamente reformado y tiene los utensilios a estrenar. Pero el precio es desorbitado: 550 euros sin gastos incluidos y dos mensualidades de fianza aparte del primer cobro. El arrendatario solicita más de 1600 euros de golpe porque asegura que el coste de cualquier desperfecto será elevado.

La escasez de iluminación a pesar de la enorme cristalera que decora el salón está ocasionada por el edificio que se eleva justo enfrente. Pero una luz con intensidad modulada hace el intento de paliar la deficiencia y se vende como si de un lujo se tratase. «Decidí que hubiese solo tres compañeros», expresa el propietario mientras señala un almacén en el que apenas hay espacio para una bicicleta y que pensaba destinar a un cuarto inquilino.

Publicidad

4.

La Chana

La última cita llega a la altura del barrio de La Chana. Cuatro personas con un solo baño por 380 euros con gastos aparte. La vivienda se ubica en un bloque antiguo, pero la reforma del interior y un minúsculo pero coqueto balcón convencen a medias y hace que uno imagine cómo sería la estancia allí. Solo en este caso la trabajadora de la agencia advierte en la visita que la nueva Ley de Vivienda establece que las inmobiliarias ya no pueden cobrar a los inquilinos el tradicionalmente conocido «mes de agencia». Son los propietarios los que deben hacerse cargo de este coste cuando el contrato supere los 12 meses.

No compartir la habitación con la pareja, no tener mascota, no fumar en el interior y sobre todo no hacer ruido excesivo ni organizar fiestas son un requisito más a cumplir en todos los casos. Los estudiantes interesados se cruzan unos con otros en sus respectivas visitas. A las condiciones descritas, se añade el examen de los compañeros. Preguntas sobre el orden, la limpieza o experiencia en la convivencia impregnan un ambiente de tensión que invade –y asusta– a más de un universitario. La demanda es alta y las opciones reducidas. «Necesitamos confirmación en dos horas», expresan tras apenas diez minutos de encuentro.

Publicidad

La jornada finaliza con varios mensajes de las inmobiliarias que confirman que ya solo dos opciones están disponible. A la resignación se suma la presión por el comienzo del nuevo curso. La realidad para conseguir una habitación en Granada está cerca ya de superar la ficción.

Opiniones de estudiantes en Granada

«Hay habitaciones en las que no se puede ni respirar»

La estudiante de Medicina Tfarah Maenia cuenta todas las trabas a las que se ha enfrentado para encontrar piso en Granada. Dos meses de fianza y otro para la inmobiliaria, entrega de una copia del contrato de sus padres, tres meses de intensa búsqueda para alojarse en la capital y requisitos de limpieza y comportamiento. «Hay habitaciones en las que no se puede ni respirar», cuenta. Tuvieron que recurrir a la inmobiliaria por falta de particulares.

Publicidad

«Nos han subido el alquiler 100 euros en dos años»

Sergio y sus compañeros terminan este año la universidad y no han intentando ni siquiera cambiarse de piso por los precios en los que estos oscilan. Reconocen las deficiencias del que habitan y han visto cómo la cifra ha aumentado desde que llegaron a Granada a estudiar hace tres años. «Nos han subido 100 euros en dos años», asegura. Respira con alivio cuando piensa en que el año que viene ya no tendrá que alquilar una habitación porque admite «que no sabe a donde va a llegar la situación».

«Es más rentable ir y venir todos los días a la universidad»

Jorge ha optado por ir a la universidad desde Guadix todos los días porque es más económico que alquilar una habitación en un piso compartido. Estuvo barajando la opción y buscó durante meses dónde poder alojarse, pero finalmente desechó esta idea. «Es más rentable ir y venir todos los días», destaca. Explica que el elevado coste unido a la idea de tener que compartir un piso con otras cuatro personas y a las normas solicitadas por muchos inquilinos le hicieron no tener ninguna duda y optar por esta modalidad, una opción que mantendrá otros años de carrera.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad