La nieve sigue reinando en Gor. FERMÍN RODRÍGUEZ

Gor, teñido de blanco: «No habíamos visto una nevada así desde hace 38 años»

Gor recupera la normalidad tras ocho horas aislado. En algunas calles, la nieve sobrepasa la cintura

Martes, 21 de enero 2020

Un sinuoso carril entre paredes de nieve de un metro de altura permite acceder al municipio de Gor desde primera hora de la mañana. Es ... la entrada desde la A-92 a uno de los municipios más perjudicados por los efectos de la borrasca 'Gloria', que vuelve a la normalidad con la apertura de la carretera. La nieve acumulada ha provocado el cierre por segundo día de 12 centros de Primaria y Secundaria, por lo que 600 alumnos de este y otros 11 pueblos del norte de la provincia están sin clase.

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El de Gor está impracticable. Allí están habituados a la nieve. Pero no a tanta. Ayer, unos y otros intentaban poner fecha al antecedente más inmediato. Unos dicen que no cae una nevada así desde hace más de dos décadas. Otros hablan de 2005, pero luego apostillan que entonces no fue para tanto. Miguel, quizás sin saber que va a hacer un juego de palabras con el nombre del temporal, resta importancia y no lo duda: «Ver esto así es 'gloria' bendita». Los corrillos y la imagen del pueblo blanco son la cara amable de un municipio que busca recuperar la normalidad tras ocho horas de aislamiento y una nevada, en la madrugada del martes.

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Imagen. La belleza de Gor completamente de blanco tras una nevada histórica. FERMÍN RODRÍGUEZ

Son los propios vecinos los que arriman el hombro para abrir senderos en los muros de nieve. En las calles por las que no han pasado los tractores quitanieves, el colchón blanco llega a la cintura. En ellas, los vecinos –hay 736 censados, pero muchas casas vacías– se apañan con un cepillo de barrer, una escardilla o una pala para abrir la entrada de sus casas o quitar la nieve de los coches: «No sé cómo voy a ir mañana a trabajar, ¿cómo está la carretera?».

Abierta; a medias. Sólo queda un carril entre el que los coches tienen que hacer turnos para pasar. No se puede aparcar en las callejuelas, porque el colchón de copos lo ocupa todo. Mientras retira los más de cincuenta centímetros de agua congelada que hay en el techo de su Renault, Eva cuenta que trabaja en el servicio de ayuda a domicilio del pueblo. En estos dos días han echado una mano a los vecinos más cercanos, pero mañana no le queda otra: tendrá que salir en coche. Han trabajado con todos los residentes, que a priori no han tenido más contratiempos que el frío.

En Gor, el grajo vuela a ras de suelo:un grado, según el termómetro del coche. Pero, como dice Álvaro, están todos bien equipados: el que no tiene una estufa contundente es porque puede encender una lumbre. En el pueblo huele a leña quemada, un aroma que es en algunas calles el único signo de vida. Prima el silencio. Sólo suenan los riachuelos nutridos del agua que se funde, por ejemplo –valga la contradicción– en la calle Horno.

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Mari Carmen, Álvaro y Josefa hacen cábalas. Ella dice que no nevaba así desde hace 38 años. Él, que según su madre no cae así desde que nació, «porque no pudieron bajar al pueblo a la comadrona». Entre y unos vecinos y otros se puede llegar a un término medio:20 años desde la última nevada de esta magnitud. Él llegó el lunes de Alicante y se encontró con problemas: tras la nevada ni siquiera veía su coche rojo bajo la nieve. «Había más de medio metro y no se podía caminar», cuenta. Los vecinos confían en que la nevada prevista para la tarde –antes de las cinco ya aparecieron los copos– no sea tan agresiva como la del lunes.

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Imagen. El camino a Gor, repleto de nieve. FERMÍN RODRÍGUEZ

Algunos proveedores no habían podido llegar al Covirán de José Antonio hasta por la mañana. Pero no ha supuesto mayor inconveniente: los vecinos y comerciantes, previsores, habían llenado las despensas. «La gente joven sí ha tenido más problemas, porque tienen que entrar y salir con el coche», cuenta en la caja.

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En la zona más alta del pueblo, Jeff, un joven belga, ha sacado sus coches con un pequeño tractor. Y de paso se da una vuelta con él para despejar los caminos de otras viviendas. No ha llegado a la puerta de la residencia de mayores San Cayetano, donde Rafaela, una de las trabajadoras que atienden a los cerca de ochenta ancianos, no puede salir con el coche. Se ha servido de una pala para abrir hueco entre la nieve.

Debe volver a casa, en el anejo de Las Viñas, después de haber alargado su guardia en la residencia. Como la carretera estuvo ocho horas cortada, han tenido que ajustar turnos para que se hagan cargo del centro los trabajadores que viven en Gor o en los anejos. Protestan porque el Ayuntamiento dice que todo ha regresado a la normalidad, pero los coches que llevan más tiempo allí no pueden salir. Rafaela, en concreto, ha tenido que pasar dos noches en la residencia, una más de lo previsto. IDEAL trata de localizar al alcalde, por teléfono, pero no responde. Señala un goreño que estaba echando una mano, porque había un tejado caído.

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Las escaleras del parque son una rampa blanca. Un camino abre paso al consultorio, al que los médicos han podido llegar tras el corte de carretera del lunes. El agua de la fuente fluye entre el hielo. Pero el pueblo ya recupera el pulso. Este miércoles, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ya no habrá precipitaciones en forma de nieve. El pueblo está a una altura de 1.239 metros y la cota se situará en 1.300 durante la madrugada, cuando sí hay previstas lluvias, y subirá a 1.500 metros hacia mediodía. La lluvia no volverá hasta la tarde del viernes.

Miguel, entre alguna crítica porque se podía haber hecho algo más para evitar el cierre de la carretera, asegura que no le molesta haber estado un par de días sin subir al cortijo. «Es que esto es bueno, es 'gloria' bendita».

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