Temporal en Granada
«Poco ha sido para lo que podía haber pasado con la tormenta»Los vecinos de Íllora vuelven a la normalidad tras una tarde de viernes de nervios por el aguacero que llegó a dejar 60 litros de agua por metro en media hora
El 72 fue este viernes la 'zona cero' de Íllora, el lugar de la localidad donde los nervios se destemplaron y en las viviendas adyacentes ... los miedos aparecieron tras la siesta. El aguacero abrió sus puertas desde el cielo y dejó caer en menos de media hora hasta sesenta litros de agua por metro, lo que provocó una tromba de agua desde el Castillo de Íllora, en lo alto del pueblo, hacia las zonas más bajas de la localidad.
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La consecuencia fue una sucesión de imágenes, que los vecinos grabaron con sus teléfonos móviles, de agua mezclada con tierra y piedras que bajaba en tromba por las calles de Íllora hasta llegar a las avenidas principales, como la del Doctor Félix Rodríguez de la Fuente. Y de ahí hacia las zonas más bajas del pueblo.
Martina lo explica desde la reja de su casa adosada, en la confluencia de la avenida Rodríguez de la Fuente con la calle Manuel de Falla. «Por aquí bajó un follón de arena y piedras.
La tromba de agua lo recogió de las obras que se están haciendo en el pueblo, que están arreglando las tuberías por todos lados», explicaba a su juicio, «y dejó todo muy sucio y hemos tenido que limpiarlo». Su recuerdo del viernes, lo tiene claro: «Bajaba mucha pero que mucha agua, y a la gente le dio mucho susto. Pero a mí, no».
Rastrillos y escobones
Nacho, en la calle Los Claveles, se afana con un rastrillo para retirar el barro, que ya por fin se ha solidificado, de las esquinas de la entrada a su cochera. Le ayuda su hermana, Elo, que tiene entre las manos un escobón ya echado a perder de tanto limpiar la riada. «Las calles están todaS cuesta abajo y en esta zona hay multitud de viviendas unifamiliares que en el bajo tienen la cochera. Ahí es donde ha entrado el agua con el barro, y es lo que se ha tenido que limpiar».
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Sin embargo, Nacho y Elo están de suerte, porque en su vivienda el agua no llegó a entrar. «Pero la calle se ha quedado muy sucia, con piedras y barro por todos lados, así que hemos decidido echar una mano y adecentarla, para que el pueblo quede limpio en todos lados», explica mientras barre la acera de la calle Los Claveles.
Al igual que la vecina anterior, la explicación que ofrece es similar. «Lo primero que cayó una tromba de agua en poco rato. A mí me llamaron que esta fuera de Íllora, y cuando llegué sobre las ocho de la tarde ya había pasado todo. Lo segundo es que hay muchas zanjas abiertas por las obras que se acometen y el agua ha recogido de ahí la tierra y las piedras y así lo que bajaba era barro y todo se quedó sucio».
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Todos a una en El 72
El 72 es un clásico en Íllora, junto a la iglesia de la Encarnación en la plaza de San Rogelio, esta mañana de sábado está de bote en bote. Los lugareños se empujan sus tostadas con el café con leche y comentan las mejores jugadas de lo acontecido el viernes.
Tras la barra, Andrés, recuerda paso a paso lo sucedido. «Fue sobre las seis y media de la tarde, porque había terminado yo mi turno y estaba en casa para descansar y tomar una ducha. Me llamó el chico que me sustituye y rápidamente me vine para el bar».
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Cuando entró en su establecimiento se encontró que el piso estaba completamente inundado. «Parecía una piscina, el agua te llegaba por encima de los tobillos», recuerda. Pero entonces, lo que ocurrió, fue maravilloso. «Había unos diez o doce clientes en el bar en ese momento y todo el mundo se dispuso a echar una mano. Y claro, cuando la gente te ayuda y se trabaja de forma organizada, el bar se quedó listo de nuevo para atender a la clientela en un par de horas», comparte agradecido.
Gracias a la ayuda generosa de sus clientes, El 72 pudo trabajar por la tarde y ha abierto las puertas de nuevo esta mañana de sábado. Eso sí, la terraza, seguía llena de piedras y barro y había que limpiarla en cuanto hubiera un ratico.
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Pegado al teléfono
En la misma barra de El 72 -de 1972, año en el que el bar sufrió su gran reforma para ofrecer su actual estado-, el alcalde de Íllora también desayuna. Antonio Salazar sigue pegado al teléfono mientras pega sorbos a su taza de café. Se ha pasado desde que cayó la primera gota de agua de la tromba hasta ese momento atendiendo llamadas y organizando a los equipos.
«Hemos estado trabajando hasta bien entrada la madrugada»; describe. «Han trabajado los agentes de la Policía Local, los de Protección Civil, numerosos voluntarios, técnicos de Aguasvira y también los Bomberos, porque di parte al 112 para que vinieran».
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Está contento con la respuesta y con el resultado y entiende que Íllora está de nuevo operativa. Lo que no se disipa es la preocupación, tras la violencia con la que bajaba este viernes el agua por las calles de la localidad. «Poco ha sido para lo que podía haber pasado». «Poco ha sido para lo que podía haber pasado», repite dos veces.
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