Coche de la Guardia Civil en Prado Negro. Pepe Marín
Vecinos de Prado Negro

«Estamos destrozados y solo pensamos en nuestra vecina Lourdes»

Los vecinos de Prado Negro lloraban en las calles la muerte de un hombre muy conocido y suplicaban que su mujer no corriera la misma suerte, quien finalmente ha sido liberada

Laura Velasco

Granada

Miércoles, 10 de septiembre 2025

Los residentes de Prado Negro estaban en vilo. Los llantos únicamente se veían interrumpidos por los rezos. «Estamos destrozados y solo pensamos en nuestra vecina ... Lourdes», indicaban. Ella es la mujer que ha estado retenida este miércoles en una vivienda por un varón y que finalmente ha sido liberada. El marido de Lourdes fue presuntamente asesinado por el secuestrador, también vecino del municipio, y detenido por la Guardia Civil.

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«Ojalá no le haga nada a ella. Qué asco de vida. Con lo bueno que es nuestro Juan», decía entre lágrimas una mujer. Contaban que la pareja es muy querida y la convivencia con ellos era excepcional. No hablaban igual del secuestrador, al que describían como alguien «extraño» que había dado problemas anteriormente. «Ya sabemos cómo es, está loco perdido. Pobretica nuestra Lourdes, lo que estará pasando con él en esa casa», señalaba otra mujer. Apuntaban a que el hombre tenía «rifles o escopetas» en casa.

Testigos explicaron que pasadas las 15.00 horas estaba «esperándolos» y los «embistió con el coche». «Han forcejeado y lo ha matado. A ella se la ha llevado», manifiestaron. Aseguraban que víctima y verdugo se conocían desde pequeños y vivían muy cerca. Hablaban de algunos «problemas vecinales» causados por el presunto autor, pero jamás imaginaron un desenlace así. «Eran temas del campo, la víctima incluso había dejado de sembrar para no tener problemas. Si hubiera sido con alguien más lejano no nos afecta tanto, pero es que los conocemos a todos. Esto es inédito. Suplicamos que pare, ya ha hecho demasiado daño», apuntaba otro residente.

Algunos familiares de la víctima estuvieron en el lugar. «Los gritos se oían en todos lados», insistían los vecinos. Se los llevaron a domicilios de allegados para tranquilizarlos. Incluso algunos vecinos tomaron calmantes para sobrellevar la tarde. La desolación era palpable.

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