Auxilian en la feria de Íllora a una mujer que perdió la conciencia y convulsionó
Una vecina del pueblo relata la pesadilla que vivió por el trastorno neurológico que sufre; la Policía Local la ayudó y ahora se recupera en casa
Claudia (nombre ficticio, prefiere mantenerse en el anonimato) llevaba dos semanas en las que su enfermedad le había dado una pequeña tregua. Con todas las ... precauciones posibles, decidió salir a disfrutar de la feria de su pueblo, Íllora, con tan mala suerte de que su dolencia hizo de las suyas. El cuerpo se le paralizó, comenzó a convulsionar y perdió la conciencia. Afortunadamente, agentes de la Policía Local de Íllora se encontraban cerca. La auxiliaron y la llevaron a casa, donde tiene su medicación. Allí se recupera de una crisis que la ha dejado devastada. Aún así, saca fuerzas para darle las gracias a los que la atendieron: «Fueron muy rápidos».
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Claudia, de 35 años de edad, padece un trastorno neurológico funcional, por lo que su sistema nervioso funciona de forma incorrecta sin que haya lesiones en el cerebro ni ninguna neurodegeneración. Los síntomas son variados, pero en su caso sufre crisis de rigidez, parálisis del cuerpo entero o de alguna extremidad y desconexiones. «Es como si fuera un robot y me apagaran. Después no recuerdo nada», explica Claudia, que también sufre fibromialgia. Una terrible coctelera que hace que nunca pueda salir sola de casa.
Aquella noche, la del pasado viernes, estaba con su hermana disfrutando de un rato de feria. Se sentó en un banco para tomarse la medicación y notó que no se podía levantar. «Las piernas no me respondían. Respiré hondo e hice meditación, porque a veces funciona al calmar el sistema nervioso, pero esta vez no», señala. Antes de empezar a convulsionar, su hermana ya había avisado a la Policía Local, que la introdujo en el coche y la llevó hasta casa, donde tenía más medicación. «Ayudaron a mis padres a subirme para acostarme en la cama, ya que en ese momento yo soy peso muerto, estoy completamente paralizada», recalca Claudia, que agradece a los agentes su rápida intervención.
Sin tratamiento
La afectada quiere recordar que su dolencia es una de las grandes olvidadas: no tiene tratamiento específico y los diagnósticos tardan en llegar. «Acabamos en clínicas privadas por la falta de formación para ponerle nombre a lo que tenemos. Es una enfermedad neurológica, no psiquiátrica, esto es importante porque puede ayudar a muchos enfermos a agilizar su diagnóstico», apostilla. La Fundación Aisse de Granada es, en este sentido, esencial para los pacientes.
Es muy complicado para ella hacer vida normal «con una enfermedad que puede jugártela en cualquier momento», pero tampoco puede dejar de vivir. «Estoy condicionada por el miedo a salir y a que me dé una crisis, porque algunas son impredecibles y te dejan totalmente vulnerable. Mi familia es la que siempre está dispuesta a correr el riesgo por tal de que disfrute la vida y no esté encerrada en casa, asustada», admite Claudia, que sabía que en la feria de su pueblo podría contar con la Policía Local si la situación se torcía.
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