Penalistas ven un «fracaso procesal» en la nulidad de los juicios con jurado

Luna es uno de los penalistas más reputados de esta ciudad y confirma que la anulación de los objetos del veredicto y en consecuencia de la sentencia, no es frecuente aunque tampoco excepcional. «En la mayoría de los casos se debe a una falta de motivación del objeto del veredicto, que se convierte en el trámite estrella del proceso por el Tribunal del Jurado», señala.

Este experto en Derecho Penal considera que las partes intervinientes en los casos con tribunales integrados por ciudadanos «deberían poner mayor celo profesional en el momento de su participación en la redacción, sobre todo cuando de los hechos que se den por probados puedan surgir decisiones de especial dificultad para un tribunal profano, como pueden ser aquellas que necesitan una peculiar valoración, como puede ocurrir con la concurrencia de elementos subjetivos del tipo penal o con las eximentes y las circunstancias que modifican la responsabilidad criminal».

Junto a ello, Luna opina que repetir un juicio «siempre es un fracaso procesal», ya que sitúa a las partes en una situación de repetición: «donde ya se conocen las diferentes estrategias ya sea de acusación o de defensa, pudiendo favorecer a alguna de ellas por el simple hecho de la repetición».

Por eso, a su juicio, debería articularse «un sistema procesal que en segundas instancias pudieran subsanar los defectos que originan la nulidad y resolverse sin necesidad de repetición de juicio».

El también afamado penalista Rafael López Guarnido, que ha representado a los padres de la víctima, la joven Ana Elena G. G., en el crimen de Juncaril, como acusación particular, ofrece una valoración más crítica de las repeticiones de juicios.

Explica que la posible nulidad de un juicio penal, ya se celebre con jurado o con jueces profesionales «es, técnicamente, un control necesario para evitar una vulneración de derechos que implique un resultado injusto en cuanto no garantista».

No obstante, a su parecer, «el problema surge cuando disfrazado de vulneración de derechos el tribunal profesional superior anula un juicio con jurado por su mera disconformidad con el resultado».

En ese supuesto, según añade, «se sustrae al jurado su capacidad de decidir, convirtiendo a la institución en una pantomima, una farsa que aboca a repetir el juicio por jurado hasta que resuelva conforme al gusto del tribunal profesional de apelación».

López Guarnido también considera que la repetición de un juicio con jurado es un fracaso y «alarga la agonía de las partes intervinientes». Incide en que en ningún caso debe desautorizarse al jurado porque el tribunal superior tenga una opinión distinta y recuerda que «el tribunal superior no juzga, solo puede comprobar la legalidad de lo juzgado con unos criterios muy estrictos», insiste.

«Los testigos, los peritos, el acusado, todos han actuado ya en la primera ocasión, y volver a hacerlo nuevamente es entrar en una escenificación viciada por la actuación previa; si es difícil arrancar la realidad de un juicio la primera vez, imaginemos el resultado cuando en el examen sólo hay repetidores que conocen las preguntas», se despide.