Asesinatos

Los ocho crímenes que conmocionaron a Granada en 2024

Enero fue un mes especialmente duro, con dos homicidios en apenas 24 horas. El primero de ellos trajo incontables quebraderos de cabeza a la Policía Nacional, que logró detener dos meses después al presunto autor de un apuñalamiento mortal en Granada. El segundo caso ocurrió en Atarfe. Un joven de 23 años se entregó en la comandancia de la Guardia Civil tras disparar y matar a un varón de 34 años en ese mismo municipio.

Llegó mayo, y con él el doble asesinato cometido en la provincia que quizás más haya trascendido, por la edad de las víctimas y la relación de parentesco con su verdugo. Un vecino de 72 años mató a sus dos nietos y se suicidó en su vivienda de Huétor Tájar. El hombre se había atrincherado la noche anterior con los niños, de 10 y 13 años.

Un mes después, a finales de junio, se produjo el segundo doble crimen del año. Un hombre mató a su exnovia, de 20 años, y su exsuegra, de 49, tras una noche de fiesta y se suicidó a posteriori en otra casa. Ya en julio, la Policía Nacional encontró el cadáver de una mujer de 51 años en una caravana de Motril. La autopsia reveló signos de una muerte violenta compatible con un homicidio. Aún no ha habido detenidos. Por último, en agosto se produjo otro macabro hallazgo. Un trabajador de la planta de tratamiento de residuos de Alhendín encontró el cadáver de un bebé. La Guardia Civil sigue tras la pista de la madre.

El año comenzó de forma trágica, con dos homicidios con apenas 48 horas de diferencia. El primero de ellos fue el de un hombre de 40 años, natural de Senegal, que vivía en la calle. Resultó muerto como consecuencia de una agresión con arma blanca en Granada capital, concretamente en la calle Fray Juan Sánchez Cotán, muy cerca de la comandancia de la Guardia Civil.

Un testigo dio aviso al servicio de emergencias 112 de la presencia de un varón tirado en plena calle con evidentes signos de haber sido agredido. Inmediatamente se activó a los servicios sanitarios del 061, así como a Policía Local y a Policía Nacional.

Una vez en su destino, la dotación policial encontró a la víctima tumbada e inmóvil en medio de la calzada. A pesar de las maniobras de reanimación practicadas por Policía Local y 061, nada se pudo hacer para que recuperase las constantes vitales. Los agentes constataron que presentaba una única herida de unos cinco centímetros a la altura del corazón.

Dos meses después, la Policía Nacional detuvo al presunto autor del crimen, un español de 29 años de edad que cuenta con antecedentes policiales y que ya había coincidido anteriormente con la víctima. El individuo supuestamente clavó un arma blanca en el corazón del fallecido durante el transcurso de una reyerta con varios individuos en el distrito.

Era martes, 16 de enero. Un joven de 23 años de edad se entregó en la comandancia de la Guardia Civil de Atarfe tras presuntamente disparar y matar a un varón de 34 años en ese mismo municipio. También le dio a los agentes el arma con el que supuestamente había disparado. Los servicios sanitarios llevaron al agredido hasta el centro de salud de Atarfe. Allí lo atendieron, sin poder hacerse nada por salvar su vida.

Según pudo saber este periódico, el presunto homicida es hermano de Alejandro Muñoz, un joven de 25 años que desapareció el pasado año en Atarfe. En su día la familia aseguró que no se había ido voluntariamente, sino que podía tratarse de un ajuste de cuentas.

Tanto el detenido como el fallecido tenían antecedentes penales y ambas familias estaban enfrentadas desde hace años. Además, residían en la misma zona, el barrio de El Barranco. Según señalaron fuentes de la Guardia Civil, allí fue donde se cometió el crimen con una pistola que el presunto autor entregó cuando se personó en la comandancia.

A las puertas del centro de salud donde llevaron a la víctima se vivieron momentos de tristeza y tensión tras comunicarles a los familiares la noticia. Los gritos de impotencia y rabia enmudecieron la calle. «Me han matado a mi marido, no puede ser», decía su mujer entre llantos. Ningún abrazo calmaba el dolor de los presentes, que reclamaban justicia para su ser querido.

El primer crimen doble se produjo el 20 de mayo. Un vecino de 72 años mató a sus dos nietos y se suicidó en su vivienda de Huétor Tájar, una noticia que conmocionó a todo el país. El hombre se había atrincherado la noche anterior con los niños, de 10 y 13 años, y un arma de fuego. Los intentos de negociación con él fueron infructuosos. Al día siguiente hallaron los cadáveres de los tres.

Los hechos arrancaron con una discusión entre el abuelo y el padre de los niños. La relación no era buena desde que la abuela y la madre de los niños (la esposa y la hija del presunto homicida) murieran dos meses antes en un accidente de tráfico. Él, el abuelo, iba al volante. El encontronazo ocurrió el domingo por la tarde en casa de los niños y el abuelo llegó a encañonar a su yerno con una escopeta. Este huyó y los niños se quedaron con el abuelo, que se los llevó a su casa.

El mayor de los nietos llegó a llamar por teléfono a su padre, desde el teléfono del abuelo, para pedirle quedarse a dormir con el anciano. Tenían mucha relación con él. Esa llamada, que se produce al filo de las once de la noche, es la última vez que se tiene constancia de los niños. El hombre bajó las persianas y blindó la vivienda.

Al conocerse la situación, la Guardia Civil activó a la Unidad Especial de Intervención, el equipo de élite del instituto armado. Acudieron con negociadores y con interventores. Sobre las 5 de la mañana, el hombre se comunicó por última vez. Dijo que iba a preparar a los niños para ir al colegio.

Sobre las 08.30, la Guardia Civil usó una carga explosiva para echar la puerta abajo. Una vez que entraron, los agentes encontraron ya los tres cuerpos sin vida. El padre de los dos niños requirió atención médica tras conocerse el fatal desenlace.

Zafarraya, una localidad de la comarca de Alhama donde residen 2.000 habitantes, terminó el mes de junio de la peor manera posible. Un doble asesinato les arrebató a Marian y Laura, madre e hija de 49 y 20 años, dos vecinas muy queridas. Les quitó la vida Eugenio. Mató a su exnovia y su exsuegra tras una noche de fiesta y se suicidó a posteriori en otra casa.

La noche anterior, tanto Eugenio como Laura habían estado de fiesta en Puente de don Manuel, en el municipio vecino de Alcaucín. Ella disfrutaba con sus amigas y él bebía solo en la barra. Cuando ella regresó a casa con su madre, él ya la estaba esperando. No trascendió si la víctima le abrió la puerta del domicilio o él se coló. Lo que sí relataron los vecinos que dieron el aviso a la Guardia Civil es que la joven de 20 años encontró en su habitación los zapatos de él, alertó a su madre de su presencia y ambas lo encontraron en la planta inferior.

El hombre usó una escopeta –era aficionado a la caza-. El hermano e hijo de las víctimas encontró uno de los cuerpos y una vecina presente en el lugar de los hechos lo alejó de la escena del crimen para evitarle un mayor dolor. Asimismo, el verdugo se quitó la vida poco después en otra vivienda.

La Guardia Civil recibió el aviso antes de las 6.00 horas y se desplazó a la zona, donde también acudieron agentes del área de Criminalística. El juez ordenó el levantamiento de los tres cadáveres a lo largo de la mañana de este sábado. Ellas fueron veladas en el tanatorio de Zafarraya y él en el de Alhama para evitar conflictos. Laura no figuraba en el sistema Viogén ni constaban denuncias por violencia de género, tal y como informó el subdelegado del Gobierno, José Antonio Montilla.

El Ayuntamiento de Zafarraya decretó tres días de luto. «Eran dos mujeres magníficas, llenas de fuerza y vida, que han sido silenciadas y apartadas de su futuro tan prometedor», indicó el Consistorio.

Era 18 de julio por la tarde. En una caravana situada en una parcela de Motril, la Policía Nacional encontró el cadáver de una mujer de 51 años. Era Irene, una vecina de Madrid que llevaba unos años en Granada. La autopsia se realizó en Granada y reveló signos de una muerte violenta compatible con un homicidio. Seis meses después, aún no ha habido detenidos por el crimen. La Policía Judicial sigue investigando.

Según insistió la Subdelegación del Gobierno en Granada en su día, todas las líneas de investigación estaban abiertas. También la de la violencia de género, teniendo en cuenta que la Asociación La Volaera de Granada había atendido a Irene en reiteradas ocasiones, al sentirse «amenazada» por su pareja. De hecho, el colectivo entregó a la Policía audios y mensajes de WhatsApp en los que se retrataba, decían, una «situación crónica de maltrato». Eran tanto textos por escrito como audios.

Unos días después, la pareja de Irene fue condenada por maltrato habitual en el pasado -no por la muerte-. Fuentes próximas a la investigación señalaron a este periódico que fue él quien dio aviso a las autoridades del hallazgo del cuerpo. Se le tomó declaración, pero no fue detenido, ya que no se encontraron indicios que lo involucraran con el crimen.

Los investigadores no han dejado de trabajar en estos meses, según ha podido saber IDEAL. Varios especialistas han recogido pruebas en el lugar de los hechos. También han tomado declaración a varias personas para saber quiénes accedieron al lugar en los momentos previos al asesinato, concretamente qué todoterrenos entraron. Son pocas las viviendas habitadas en el entorno, pero habría al menos una cámara de seguridad con imágenes de los que merodean por allí.

Se trata de un terreno inhóspito al que se accede por un camino sin asfaltar, acechado por la vegetación. El terreno se lo había alquilado Irene, al parecer, a un amigo de su pareja. Pagaba 200 euros por ese trozo de la finca y la caravana. Allí vivía junto a sus perros.

10 de agosto de 2024. Mientras las playas granadinas estaban a rebosar y el éxodo en la capital era evidente, un trabajador de la planta de tratamiento de residuos de Alhendín encontraba algo que le impediría dormir durante varias noches. Entre la basura había aparecido un bebé. Aparentemente estaba muerto. Paralizó las máquinas y dio la voz de alarma. Profesionales sanitarios acudieron rápidamente, pero nada pudieron hacer.

La investigación continúa abierta y la Policía Judicial de la Guardia Civil busca con ahínco a la madre, que en algún momento tuvo que desprenderse del niño. Las pesquisas indican que no dio a luz en ningún centro sanitario ni público ni privado, y tampoco recibió atenciones previas ni tras el parto, por lo que todo apunta a que dio a luz en casa y en ningún caso acudió a Urgencias. Asimismo, el ADN obtenido a partir del cordón umbilical se ha cotejado con la base de datos de posibles sospechosas, pero la madre no ha aparecido.

Por otro lado, según han logrado averiguar, el bebé fue lanzado a un contenedor ubicado en la zona de la Costa de Granada, tal y como lograron acotar tras analizar exhaustivamente los restos de basura que rodeaban el cuerpo a lo largo de bastantes metros de la cadena de reciclaje. Allí se recicla la basura de 174 municipios de Granada, incluida la propia capital. Por desgracia, se trataría de un contenedor en una zona de paso, por lo que los posibles usuarios se multiplican.

Asimismo, la Guardia Civil pidió que si alguien tenía alguna información que pudiera estar relacionada con el caso contactase con el 062. La demanda iba dirigida a personas que, por ejemplo, conocieran a alguna mujer que hubiese estado embarazada, pero a la que luego no se vio con un recién nacido. No han recibido ni una llamada.

Entre tanta desgracia, hace menos de un mes, el bebé recibió sepultura en el cementerio de Alhendín. En un silencio denso, el pequeño Ángel, tal y como lo llamaron los concejales de Alhendín, fue enterrado, generando una imagen dolorosa que no se les olvidará.