Incendio junto a Santa Ana que obligó a tomar medidas para evitar daños en las obras de arte de la iglesia. Pepe Marín

Las iglesias, exentas de un plan para combatir las llamas

La ley les exime de planes de autoprotección, pero Protección Civil sí aconseja protocolos para momentos de gran afluencia como las procesiones

Jorge Pastor

Granada

Lunes, 11 de agosto 2025, 23:35

La ley lo dice claro. Todas las empresas e instituciones donde se desarrollen actividades potencialmente peligrosas deben tener un Plan de Autoprotección. Solo hay una ... excepción que confirma la norma: las iglesias –da igual que sean pequeñas, medianas o grandes–. No se explican los porqués, aunque al parecer tiene que ver con la Ley de Riesgos Laborales y la presencia de trabajadores. La Catedral de Granada, pese a ser un templo, sí ha decidido dar un paso hacia delante y tener ese Plan de Autoprotección y también un Plan de Salvaguarda de sus obras de arte.

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Sergio Iglesias, jefe de servicio de Protección Civil en Granada, dice que el principio del sistema arranca en el Plan de Autoprotección, en el que son los propios titulares los que disponen las acciones para proteger a la gente ante situaciones como un incendio. Es el caso, por ejemplo, de los rociadores automáticos u otros dispositivos de extinción. Si esa actuación no es suficiente, entonces ya sí se produce el concurso de medios externos, explica Iglesias.

En el tercer nivel, cuando el siniestro traspasa el ámbito de lo particular y tiene una afectación comunitaria –un barrio o un pueblo–, entonces ya sí se plantea una intervención coordinada con el concurso de las administraciones.

Sergio Iglesias apunta que, con independencia de la no regulación, Protección Civil sí establece para las parroquias un protocolo que ordene la entrada y salida de pasos durante tiempos de máxima afluencia como la Semana Santa.

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Almacenes

Los edificios que cuentan con Plan de Autoprotección deben establecer medidas de seguridad para estancias donde almacenen sustancias inflamables como los productos de limpieza –el fuego en la Mezquita de Córdoba se originó en una capilla que se utilizaba como almacén–. Estas dependencias deben disponer, por ejemplo, de puertas especiales que eviten la propagación de las llamas al resto de la finca.

En el caso de los monumentos, sí es preceptivo, dice Sergio Iglesias, el Plan de Salvaguarda, en el que se debe trabajar en un doble nivel. En primer lugar, en la realización de un inventario de todas las obras de valor artístico. Y en segundo, en el diseño de protocolos que permitan poner a salvo los bienes.

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«Lógicamente –admite– tiene que haber un equilibrio entre la seguridad y la protección del patrimonio y la conservación y el impacto visual». Está prohibida, por ejemplo, la instalación de rociadores de agua en lugares como los archivos, donde debe haber atmósferas anóxicas para evitar la propagación de las llamas.

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