El desencadenante del crimen de El Jau: un incidente en una parada de autobús

¿Pero qué desencadenó aquella trifulca a las puertas de Villa Josefina? Según se desprende del atestado que elaboró sobre el suceso la Guardia Civil, hubo un incidente previo en otro lugar de Santa Fe. Ese fue el detonante. Todo comenzó, según declaró en su día uno de los implicados en la riña (Guillermo G.), mientras él, su novia y tres amigos cenaban comida preparada junto a la marquesina de la parada de autobús de El Jau.

De acuerdo con su relato, que consta en el sumario, minutos antes de las 21.45 horas, mientras estaban en aquella parada, un monovolumen de color negro con varias personas en su interior pasó junto a ellos y se quedaron todos mirándose. Ello provocó que el conductor se bajase del vehículo para preguntar por qué los miraban «mal». En ese momento, ya hubo un primer enfrentamiento, tras el que unos y otros se marcharon.

A continuación, Guillermo G. -siempre según lo que contó en aquellas fechas a los investigadores- llamó a un primo suyo llamado Alberto para ir en busca de esos supuestos «atacantes», unos chicos a los que conocía de vista de Santa Fe. Como Alberto estaba al parecer regresando de un viaje, llamó a un cuñado de este, llamado Jorge.

Se montaron en una furgoneta y localizaron, en la zona «las 3.000 viviendas de Columbus» de Santa Fe, a los «atacantes», quienes, al percatarse de su presencia, comenzaron a dar a aviso a un gran número de personas, iniciándose entonces una persecución que finalizó en el cortijo Villa Josefina, donde llegaron varios coches.

¿Y por qué allí? Era el domicilio de Alberto. Y allí, en la puerta, se formó entonces «una batalla campal», «una pelea multitudinaria» que acabó con el tiro que segó la vida del tío de Guillermo y padre de Alberto, Enrique.

Otras dos personas también fueron alcanzadas por los disparos: la esposa de la víctima, que intentó «mediar», y el antes mentado Jorge. Ambos afortunadamente se recuperaron de las heridas.

El supuesto autor del tiro mortal, Juan Antonio R. , su hijo Antonio J. R., y un tercer varón que supuestamente acompañó en el coche al primero, se acabaron entregando a la Guardia Civil el 13 de febrero, dos días después del suceso, sabedores de que estaban siendo buscados y con ánimo de colaborar con las autoridades.