José María, inspector del Grupo de Menores (Grume) de la Policía Nacional de Granada. L. Velasco

Las denuncias por acoso escolar centran la mayoría de asuntos entre menores en Granada

Las redes sociales han cambiado las formas de atacarse, con un ciberbullying que genera situaciones más complejas

Laura Velasco

Granada

Domingo, 8 de junio 2025, 23:55

Una paliza a un compañero en la puerta del instituto, una niño que le agarra el culo a otra, un adolescente que le roba el ... bolso a una anciana. Son diferentes hechos delictivos con un denominador común: en todos ellos los autores son menores, así que son investigados por el mismo grupo, el de Menores (Grume) de la Policía Nacional. Físicamente están ubicados fuera de la Jefatura Provincial, concretamente en la Fiscalía de Menores, donde trabajan mano a mano con el resto de organismos. Allí nos atiende José María, inspector y jefe del grupo. A grandes rasgos, cuenta que Granada es una ciudad tranquila. La inmensa mayoría de las denuncias en este ámbito tienen que ver con el acoso escolar, una lacra que desde hace años ya no se ciñe solo al ámbito educativo; las redes sociales trasladan el calvario también a la casa.

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El Grume de Granada está adscrito a la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM) y está formado por seis personas que se encargan de recopilar la información para remitir al juzgado. El acoso escolar genera el mayor volumen de trabajo, al ser la causa de la mayoría de denuncias. «Hay hechos puntuales y otros que son reiterados en el tiempo, lo que ya sería acoso. No se deja de investigar nada, por mínimo que sea», admite el inspector, que no percibe un aumento sustancial en el número de denuncias. «La especialidad delictiva a lo largo de los últimos años es más o menos la misma, a excepción de algunos casos puntuales más llamativos», apostilla. Incluye, por ejemplo, «pequeñas lesiones o amenazas».

El primer objetivo del Grume está claro: ponerle nombre y apellidos a aquellos que presuntamente están molestando a un compañero para que la Fiscalía de Menores pueda seguir su trabajo. En la mayoría de casos lo consiguen. «Cuando le pedimos los datos a los colegios, normalmente ya han elaborado un protocolo de actuación y lo ha comunicado a la Consejería de Educación o a Inspección. Si cuando se lo trasladamos nosotros no tienen conocimiento, inician el protocolo», señala José María. En este proceso, si detectan un riesgo para la víctima, inmediatamente preparan un escrito y lo remiten a Fiscalía, que es quien finalmente toma las decisiones. «Dependen de la edad de los infractores y cuáles han sido las conductas», añade.

En este punto, es idóneo recordar cómo las redes sociales han cambiado las formas de acoso, con un ciberbullying que genera situaciones más complejas. Ya no solo se limitan al ámbito educativo, ahora los mensajes les persiguen también en casa, con burlas en mensajes públicos o, para más inri, quedadas a las que nadie acude. «Se llevan esa carga a casa, teniendo en cuenta que todos nos relacionamos ya con el móvil, es una herramienta indispensable», agrega.

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Agresiones sexuales

Otra de las cuestiones que abordan son las agresiones sexuales cometidas por menores, que el inspector recuerdan que son «puntuales»; el volumen no ha cambiado especialmente de un año a otro. «Diría que las conductas que he visto en los últimos tiempos han sido menos agresivas que las de hace un lustro, cuando vi algunos casos muy salvajes y violentos», manifiesta José María. Aún así, un caso a finales del pasado año fue especialmente llamativo; el de las denuncias por presuntas agresiones sexuales a dos niñas por parte de alumnos del mismo colegio de Granada. Los tres menores identificados como supuestos autores eran inimputables, al tener menos de 14 años.

Conviene recordar un aspecto que ha cambiado la forma de trabajo de los investigadores: la Ley eliminó el delito de abuso sexual y ahora se tipifica dentro del de agresión sexual. Como explica el inspector, «el marco ahora es más amplio» e incluye desde que le agarren el culo a una niña hasta una penetración. «Ahora tenemos que ser más precisos», especifica.

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En todos estos casos se trata con los menores con una delicadeza exquisita. Por un lado, los presuntos autores reciben un trato «más que digno» y tratan siempre de «empatizar con ellos». Por suerte, hace ya mucho tiempo que no llega un detenido por homicidio. Por otra parte, a las víctimas, especialmente las de corta edad, no se les hace un interrogatorio, sino que se recoge información a través de juegos y entrevistas con psicólogas.

Desapariciones

Las desapariciones de menores ocupan otro espacio importante para el Grume. La mayoría se producen en los centros de amparo y de reforma, destinados a la rehabilitación de menores que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad o que han cometido delitos. «Suelen ser voluntarias y regresan rápido, pero cuando se producen en los domicilios familiares nos generan más incertidumbre, porque no son tan frecuentes. La semana pasada tuvimos una que fue muy intensa, estuvimos trabajando toda la noche. El chico apareció finalmente sano y salvo» concluye el inspector.

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