El banco de alimentos del Zaidín, al borde del cierre tras un mes sin luz
Los voluntarios, en su mayoría jubilados, trabajan sin aire acondicionado y tienen que rechazar alimentos porque no hay frigoríficos
Amparo lleva un par de botellas en la mano: agua congelada con limón. Antes de servirse, ofrece un par de vasos a los dos ... compañeros voluntarios del banco de alimentos del Zaidín que están alineados con el haz de luz natural, el único que entra al local alumbrando y elevando la temperatura. Son las diez de la mañana, el sol todavía no pica, pero en el parque Carlos Cano se derrama una gota de sudor por cada caja de leche que mueven los jubilados. Llevan un mes sin luz en los locales cedidos por el Ayuntamiento para ayudar a los más necesitados del barrio. Trabajan casi en la penumbra, sin aire acondicionado y no pueden aceptar alimentos refrigerados.
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La situación ha llegado a tal punto que se plantean no volver a funcionar después del descanso de 13 días –no tienen fuerzas para seguir aguantando el calor– que plantean a partir del día 10 de agosto. Lo cuentan los voluntarios y responsables de la iniciativa entre el ajetreo de cajas de comida, de un lado para otro, y frente a una cola de 14 personas que aguardan con su carrito de la compra. «No me puedo creer que no hayamos tirado aún la toalla. Bueno, es que esta gente tiene que comer», se resigna Félix Romero.
El Carazv –Centro de aprovisionamiento y redistribución de alimentos del Zaidín-Vergeles– da de comer a 1.529 vecinos. Nació en 2012 y en los últimos meses tenía sede en un local de la calle Padua cuyo alquiler no podían afrontar. En febrero llegó el rayo de esperanza: el Ayuntamiento les cedería un espacio en el parque Carlos Cano. Se trata del kiosco-bar, que no encuentra inquilino. Temporalmente ofrecieron también la ludoteca 'La Placeta', cortesía de la fundación Granada Educa.
El 15 de junio pudieron entrar por primera vez en estas sedes provisionales. Y había suministro eléctrico. Sin embargo, cuando Félix accionó ayer los interruptores no hubo luz como respuesta, sino un crujido en la sombra. Así llevan más de un mes. En las paredes cuelgan las máquinas de aire acondicionado y en los techos las lámparas. Hay tres frigoríficos distribuidos entre las dos instalaciones que podrían estar sirviendo para almacenar alimentos perecederos. La realidad es que se refrescan con agua congelada y abanicos, se iluminan con luz natural y linternas y tienen que pedir a las familias que cocinen bien los huevos que han estado almacenados allí a más de 30 grados de temperatura.
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Retrasos en el alta
IDEALpreguntó ayer al Ayuntamiento por la situación del banco de alimentos zaidinero. La Concejalía de Mantenimiento ha hecho todo lo posible por dar luz al kiosco-bar, y es Endesa quien ahora tiene que dar de alta el contrato y hacer la instalación pertinente –aseguran los voluntarios que no había contador–. Con respecto a la ludoteca, su uso es temporal, hasta que se habilite por completo el kiosco-bar, pero los vecinos piden mantenerla:necesitan un lugar para almacenar la comida y otro para repartirla. Como comprobó ayer este periódico, no van sobrados de espacio. El Consistorio no respondió sobre la situación de este segundo local.
Una treintena de vecinos reparte comida del Banco de Alimentos y FEGA entre 1.529 personas derivadas de Derechos Sociales
El presidente de la asociación de vecinos Zaidín-Vergeles, AntonioRuiz, es tajante:«Si no conseguimos que nos pongan la luz, de una parte el Ayuntamiento y de otra la eléctrica, dejaremos de repartir alimentos hasta que haya luz, porque no podemos estar allí». A pesar de todo, Félix Romero insiste en que la treintena de voluntarios es una familia. Han aguantado el embite de la pandemia del coronavirus, que ha supuesto un aluvión de peticiones. Ahora sufren un calor húmedo mientras cada uno hace su tarea, sin necesidad de que nadie dé órdenes:son como hormigas, coordinadas a la perfección para atender con mimo a las familias.
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Dioni, alto y delgado, coge las cajas de leche con ligereza. «Aquí van, seis cartones y te doy otros dos, que ya mismo cerramos». En principio, lo harán por vacaciones. Confían en que se haga la luz para ellos y las familias que atienden en lo que queda de semana o, lo más tardar, a partir de la próxima.
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