Antonio Lorenzo, en su restaurante. Le Bistró empieza a recuperar el pulso tras la tercera ola. JAVIER MARTÍN
Vidas cambiadas

El nuevo bistró de Lorenzo, estrenado, cerrado y reinaugurado con la ilusión intacta

Antonio Lorenzo ·

Abrió su nuevo restaurante el 12 de febrero de 2020. Ilusión y azar impulsaron un proyecto que comenzó con fuerza. Todo salió sobre ruedas: el teléfono no dejaba de sonar en las primeras semanas. Un mes más tarde, el bistró de El Conjuro tuvo que cerrar por la pandemia

Javier Morales

Granada

Viernes, 12 de marzo 2021

Pasó con el coche y vio el local. Le llamó la atención y marcó el teléfono que había bajo aquel letrero de 'se alquila'. Así ... comienza la historia de Le Bistró by El Conjuro, el proyecto en el que Antonio Lorenzo volcó sus ilusiones al inicio de 2020. Valga la coincidencia de los dígitos: en 20 días, el restaurante estaba listo para funcionar.

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Abrió sus puertas el 12 de febrero, un jueves, para aprovechar el tirón del fin de semana de San Valentín. Y aquello fue un 'boom'. El teléfono no dejaba de sonar. Ya había pensado abrir en Granada, pese a que llevaba una vida cómoda en sus restaurantes El Conjuro y Sangacho, referentes en la Costa Tropical. Cuadraron el local, el momento y el equipo. La acogida por parte de los clientes –en número y crítica– superó de sobra sus expectativas. «Fue increíble, abrir un restaurante en febrero y recibir ese aluvión».

En las fotos, Lorenzo aparece abrazado a los suyos, sonriente ante un negocio que abrió por todo lo alto. En aquellos días, el coronavirus era cosa de Wuhan y la noticia en Granada era que las farmacias vendían más mascarillas que nunca a los turistas que hacían acopio para llevarlas a sus países.

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Un mes después de su estreno, como el resto de los establecimientos de hostelería del país, el Bistró tuvo que bajar la persiana. Iban a cerrar durante quince días, así que no movieron nada. «Al principio no pensabas que fuera algo tan duradero. Escuchabas con mucha preocupación, pero no pensabas en algo tan novedoso». Y de ahí hasta junio, el vacío. Un proyecto que nació con un pan bajo el brazo, aparcado entre prórrogas del estado de alarma. Lorenzo no perdió el tiempo. Aprovechó para abrocharse la chaquetilla en casa, para cocinar, pensar nuevos platos y disfrutar de los suyos.

Le Bistró by El Conjuro volvió a abrir en junio, entre limitaciones e «incertidumbre total». Aquel restaurante que se llenaba día tras día se vio obligado a reducir su clientela. No obstante, siguieron ilusionados: «Tras dos meses y medio en casa, teníamos ganas de trabajar».

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Ahora, el Bistró mantiene el pulso. Llena en fines de semana y tiene buen nivel de reservas en los laborables. Lo más importante, subraya Lorenzo, es que las opiniones de sus comensales siguen siendo tan buenas como las de aquel febrero de 2020.

«Si lo llegamos a saber, no abrimos el restaurante. Pero ahora, la ilusión es la misma». Sigue fiel la clientela que les arropó hace un año. Todo ha cambiado –del estreno al cierre, del cierre a la reapertura a medio gas–, menos esa ilusión.

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