Visita a las pisicinas del edificio de combustible en la zona controlada R.C.

La central nuclear de Almaraz está «preparada» para prolongar su vida útil

En la recarga en la que se encuentra inmersa la unidad 2 se hará una prueba para que en caso de apagón pueda recibir electricidad desde la hidroeléctrica de Iberdrola en Alcántara

Cristina Cándido

Almaraz (Cáceres)

Domingo, 26 de octubre 2025, 00:05

El reactor dos de Almaraz opera estos días a corazón abierto. En medio de la incertidumbre sobre su futuro, la planta extremeña se encuentra inmersa ... desde el 6 de octubre en su penúltima recarga según el calendario de cierre y la 29ª en 42 años de funcionamiento.

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Cada 18 meses, este recinto de 50 hectáreas se convierte a lo largo de cinco semanas en una pequeña ciudad que no duerme. Los datos apabullan: 2.000 andamios, 1.600 entradas diarias a la zona controlada y 2.500 kilos de ropa lavada al día entre guantes, buzos, calcetines, gorros y calzado. Se realizan más de 11.000 actividades incluyendo inspecciones, pruebas, modificaciones de diseño y trabajos preventivos en los principales equipos de la instalación.

Sala de control de la central nuclear de Almaraz R.C.
Eedificio de turbinas, con desmontaje y revisión de equipos por parte de empresas especializadas R.C.
Turbina desmontada R.C.
Uno de los dos mil andamios instalados en la central para facilitar el acceso de los trabajadores R.C.
Trabajos de mantenimiento R.C.

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En total, cerca de 2.000 trabajadores -200 menos que en la recarga anterior por la cercanía a la clausura prevista- entre los que hay recargueros que acuden a la instalación específicamente para estas tareas de mantenimiento. Nadie es ajeno al momento crítico que vive la planta.

¿Qué ocurrirá si finalmente se concede una prórroga? «Estamos preparados», confirma Antonio Calero, jefe de soporte técnico de la central a una decena de periodistas. Almaraz acometió entre los años 2010 y 2020 todas las modificaciones de diseño tras el desastre de Fukushima, del orden de unas 50 modificaciones por cada recarga.

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«La llamamos así, pero realmente aprovechamos para hacer muchas más labores», agrega Calero, que cuenta con 23 operaciones de este tipo a sus espaldas, 15 de ellas como coordinador. Además, durante la actual se llevará a cabo una prueba para que en caso de un nuevo apagón, la central hidroeléctrica José María de Oriol ubicada en Alcántara -a unos 150 kilómetros en línea recta- y propiedad de Iberdrola pueda alimentar eléctricamente el parque atómico.

Pese a la experiencia acumulada, apagar un reactor no es tan sencillo como pulsar un botón. La primera semana se dedica casi por completo al enfriamiento. Se quita la vasija de la cabeza del reactor y con una grúa se extraen los elementos combustibles que se depositan en la piscina del edificio de combustible: 157 elementos de combustible -estructuras de 17×17 varillas de aleación de circonio con pastillas de uranio-, que se depositan en una piscina con agua y boro.

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Para acceder a la zona controlada hay que vestir un mono de algodón, zapatos especiales, gorro y guantes R.C.
Las piscinas están construidas de hormigón armado y sus paredes están recubiertas de acero soldado y diseñadas para evitar fugas R.C.
En los accesos de entrada y salida hay pegatinas adhesivas en el suelo para impedir contaminaciones R.C.
La Asociación Mundial de Operadores de Centrales Nucleares (WANO, por sus siglas en inglés) otorgó a Almaraz su máxima calificación (WANO 1) tras la última revisión. R.C.

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El combustible que se utiliza en Almaraz se fabrica en la provincia de Salamanca y en cada recarga, se sustituye alrededor de un tercio de los elementos por alcanzar su vida útil, mientras el resto puede continuar uno o dos ciclos más. Una vez colocado el combustible, se arranca de nuevo la central nuclear. Pero durante este proceso se inspeccionan además bombas, generadores, soldaduras y válvulas del circuito primario. Entre las órdenes de trabajo se encuentra la turbina, actualmente desmontada.

La política de seguridad impregna toda la operación, con estrictos controles radiológicos, permisos, firmas y dosímetros individuales para acceder a la zona controlada. El límite de dosis radiológica es estricto, «muy por debajo de los valores administrativos permitidos para trabajadores expuestos», subraya Calero. La dosis de radioactividad que recibió el empleado de un reactor en el conjunto de 2024 fue el equivalente a la que asume un pasajero en un vuelo Madrid-Nueva York.

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