Orce, orgulloso de su paisana: «Qué coraje tiene»
Juegos Olímpicos de Tokio ·
Cerca de 200 personas siguen en directo la carrera de María Pérez en los Juegos Olímpicos de Tokio y dan ánimo a su paisana con una pantalla gigante en la que se soñó con una medallaViernes, 6 de agosto 2021, 11:37
Lágrimas y sonrisas. Orce no sabía muy bien si reír o llorar en la mañana de este viernes en la que la marchadora de esta ... localidad María Pérez se ha quedado a un puesto de lograr una medalla en los Juegos Olímpicos de Tokio. El pueblo vibró en una de las plazas de la localidad, en la calle de Los Caños. Hasta 200 personas se reunieron en este municipio en el que no se llega a los 1.200 habitantes. María Pérez es una institución en el pueblo y el municipio salió a 'correr' con ella. Lo hizo, le animó al grito de «qué coraje tiene» y celebró su llegada entre sonrisas y lágrimas.
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María Pérez nunca se escondió a lo largo de las últimas semanas y sus paisanos lo sabían. Había viajado hasta Sapporo, en donde se disputó la prueba de marcha de los Juegos Olímpicos de Tokio, con la intención de traerse para Granada una medalla de allí. Estaba decidida y el pueblo entero se contagió del entusiasmo. El alcalde de la localidad, José Ramón Martínez, montó una pantalla gigante e hizo un llamamiento para que todo el pueblo se despertara para 'marchar' con María en la distancia. Lo hicieron.
La plaza de Los Caños se quedó sin sillas y los más rezagados tuvieron que seguir la prueba de pie. Los niños, ajenos a todo, peloteaban con los balones de playa que se habían repartido en apoyo de la marchadora granadina. Estaba todo preparado para cerrar la fiesta olímpica en el Altiplano granadino. En los bares del municipio el ambiente no era distinto. Con los aforos muy limitados a causa de la pandemia de coronavirus se colgó el cartel de lleno nada más lanzarse las corredoras a patalear el asfalto de Japón. Los desayunos se servían como churros -con churros también- y los camareros marchaban por la barra más rápido que incluso la propia corredora. No está la vida como para perderse una fiesta. Y María Pérez anticipaba una mañana grande desde los Juegos Olímpicos.
La duración de la prueba iba a ser una hora y media aproximadamente. Se sabía. Así que los primeros sesenta minutos transcurrieron con relativa calma. María Pérez estaba siempre en el grupo de las favoritas y sus paisanos rompían en un aplauso cada vez que se dejaba ver.
La esperanza seguía intacta y se veía con muy buena cara a la marchadora cuando la cámara la captaba. Miguel Ángel, su hermano, no podía con los nervios y era quien más se movía de arriba hacia abajo completando varias veces el Paseo de los Caños con su hijo y sobrino de María, que lucía una camiseta personalizada que ponía «es mi tita». No era consciente de lo que estaba pasando, pero era uno de los protagonistas de la fiesta. ¡Podía tener una tita con una medalla olímpica! Y él sin saberlo.
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Miguel Ángel, su hermano, no podía con los nervios y era quien más se movía de arriba hacia abajo completando varias veces el Paseo de los Caños con su hijo
Los minutos pasaban y la prueba se encaminaba hacia su recta final. 'El momento de la verdad' que tanto gusta decir en el argot periodístico deportivo. El grupo se estiraba al paso por el kilómetro quince y los asientos de los orcenses se levantaban sin quererlo. María Pérez hacía la goma en el grupo de cabeza de la carrera y sus vecinos le empujaban. Entre ellos, la maestra que dio clase al diploma olímpico en Primero y Segundo de Primaria, María del Rosario Mansilla, que sacaba pecho orgullosa de que instruyó a María Pérez durante su infancia. «Era una chica ejemplar, muy educada y me encantaba tenerla en clase», narraba mientras que por detrás la carrera se ponía caliente.
Orce no renunció en ningún momento a esa medalla que finalmente no llegó. Cuando María Pérez era sexta, pero tenía por delante a cuatro rivales, el ánimo era de aliento
Los padres de María Pérez y su bisabuela María dejaban los paseos a un lado y rodeaban a la más longeva de la familia cuando se aproximaba el epílogo de la prueba. Mientras tanto, el alcalde de la localidad, José Ramón Martínez, no daba mayor importancia a lo que ocurriera en Sapporo porque para él María Pérez «ya era de oro». La conexión entre Orce y María Pérez es real. Y por eso Martínez no duda en empujar a su oriunda cuando es necesario. María Pérez tampoco se olvida de Orce nunca. La de momentos de su infancia que le estarían pasando por la cabeza mientras trataba de acelerar el ritmo desde la sexta posición para que le empujaran hacia la gloria olímpica.
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Su madre, Paqui García, la veía «muy fuerte». Estaba tan convencida de que podía optar a la medalla en los Juegos que incluso temía que se pudiera desfondar hasta el extremo. De hecho, no sabía realmente si quería que su hija lo diera todo o se guardara algo para no caer sobre el asfalto de Sapporo. Al final dio más de lo que tenía, pero no fue suficiente para alcanzar el metal. Daba igual. Su padre, Luis Miguel Pérez, recordaba que haga lo que haga «María es una campeona» y que no es poco estar en unos Juegos Olímpicos. Menos aún conseguir una cuarta plaza. Significa que solo hay tres mejores que tú en todo el planeta. Puede saber a poco, pero no lo es.
Orce se volverá a reunir alrededor de la plaza que María Pérez ha llenado este viernes de esperanza. El pueblo sabe que tendrá una medallista olímpica.
Orce no renunció en ningún momento a esa medalla que finalmente no llegó. Cuando María Pérez era sexta, pero tenía por delante a cuatro rivales con dos amonestaciones y estaban a una sanción de quedar fuera de la carrera, el ánimo era de aliento. Los kilómetros se consumían y para que la gesta fuera aún más grande tenían que caer por el camino tres marchadoras rivales. Cada vez que una lo hacía el respetable orcense se ponía de pie y rompía a aplaudir como si se tratase del gol de algún equipo de fútbol. Cayó una rival, cayó la segunda, el 'estadio municipal' de Orce apretaba hacia la remontada definitiva. Quedaban unos minutos y la medalla se tocaba con la punta de los dedos.
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En los minutos finales no sabían cómo iba la pugna con Hong Lui y todo el 'suflé' se vino abajo cuando se vio a María Pérez por detrás de la china. «No puede ser», gritaba María Vasco, medallista hace 21 años en la retransmisión de RTVE. Su bisabuela María rompía a llorar. El resto de pueblo se ponía en pie para aplaudir. Nadie sabrá nunca si una cuarta plaza en unos Juegos duele más que quedarse fuera de la pelea por las medallas a las primeras de cambio.
El deporte olímpico es así. Solo hay sitio para tres en el podio. Sin embargo, María Pérez ya ha ganado el corazón de Orce y el de todos los granadinos. No es el último baile de la marchadora. En su pueblo lo sabían. Recogieron pronto. Había poco que celebrar porque la mirada ya estaba puesta en los Juegos Olímpicos de París. Dentro de tres años habrá otra oportunidad. Orce se volverá a reunir alrededor de la plaza que María Pérez ha llenado este viernes de esperanza. El pueblo sabe que tendrá una medallista olímpica.
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