La sorpresa contra reloj de la madre y una de las mejores amigas de María Pérez
Paqui y Pili viajan a Madrid con una hora de antelación para pasar la noche con la bicampeona mundial antes de sus vacaciones
«No me cogía el teléfono mi madre, ¿eh? Se preocupaba más por Antonella (Palmisano) que por mí», bromeaba María Pérez con los medios de ... comunicación ya en el aeropuerto cuando, de repente, su madre Paqui irrumpió en escena para abrazarla. «Perdona, ¿dónde está la hija que no mira a su madre», le espetó ella. «¿Pero tú qué haces aquí?», le respondió la marchadora, impactada por la sorpresa. Minutos después, se agarró a su jefe de prensa, Ignacio Paramio, para derramar las primeras lágrimas ya de vuelta en España. Sus amigas Pili y María lo aprovecharon para mantearla.
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A Paqui y Pili les pudo el corazón; no podían dejar que María Pérez pisara territorio nacional después del Mundial de Tokio y que se fuera a México de vacaciones sin darle un abrazo. Comieron pollo asado con patatas en la casa de la marchadora, donde vieron sus dos carreras y celebraron sus dos medallas, y emprendieron su propia contra reloj ya pasadas las tres de la tarde al enterarse de que el vuelo procedente de Japón llegaba con una hora de antelación. Una de sus mejores amigas se puso al volante del vehículo personal de la bicampeona del mundo mientras la madre consultaba la trayectoria del avión y echaba cuentas.
«El piloto habrá dicho: '¿Llevamos a una campeona del mundo? Vamos a ver quién corre más'», comentaban Paqui y Pili de camino, sin dejar de intercambiar mensajes con María Pérez para disimular y preocupadas por si le daba por rastrear la ubicación de su coche mientras esta presumía de contemplar auroras boreales desde la cabina de los pilotos entre bostezo y bostezo. La madre tenía por coartada una cita médica y su trabajo como asistenta de ayuda a domicilio. En Orce se quedó Luis, feliz como un niño chico porque su hija no le había fallado al pedirle «una 'medallica'» como regalo por su cumpleaños el jueves entre prueba y prueba.
Espera interminable
Con todo, a Paqui y a Pili les dio tiempo como para tomarse un café pasado Despeñaperros e incluso tuvieron que esperar una hora interminable para la madre ya en la puerta de las llegadas al aeropuerto. Quien la trajo al mundo bromeó incluso con saltarse el control por sus privilegios como «la madre de 'la Pantoja», como le dicen en su entorno. Una vez toda la población nipona hubo puesto pie en Madrid, y después de que una azafata calificara a la marchadora como «una tía estupenda», con énfasis bajo esas mismas palabras al descubrir a su madre, María Pérez apareció con sus dos medallas de oro al cuello.
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«Ahora solo quiero un tinto de verano», se despidió la marchadora. Aún le quedaban fuerzas como para irse de fiesta.
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