La zambra como Patrimonio de la Humanidad
Desde que los gitanos granadinos adoptaron en el siglo XVIII la representación de la zambra, creada por los moriscos en siglos anteriores, definieron no solo una forma de danzar y cantar, sino que crearon la primera coreografía flamenca de la historia, lo que viene a ser la primera representación teatralizada del mundo flamenco inspirada en la boda gitana
Antes que el cante saliera del cuartito y se crearan los cafés cantantes, ya existía la zambra como un perentorio modus vivendi, base económica de ... las gentes del Sacromonte. Desde un comienzo se han conservado sus bailes y sus formas que, sin apenas diferencias, ha llegado hasta nuestros días. La alboreá, la cachucha y la mosca constituyen el tronco del ritual, pero éste se adereza con tangos de Granada, fandangos del Albaicín, tanguillos, alegrías, bulerías u otros cantes que no es nuestro cometido explicar en este momento.
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La zambra es al mismo tiempo una ceremonia, una tradición y el espectáculo básico que sustenta la vida de todo un barrio. Porque, aunque la zambra no nació en el Sacromonte, pronto se estableció en él dándole identidad tanto a las cuevas como a los que las habitan. El flamenco ya es Patrimonio de la Unesco desde 2010. Ya es hora que su esencia, sustentada entre otros extremos en la zambra, también lo sea. Al preguntar por razones, habría detalles que se nos escapan, pero valga decir grosso modo que es un arte digno de conservar por su carácter autóctono e identificativo (del barrio y de la comunidad), por su riqueza elemental, por su longevidad, por su interés turístico, por el sustento económico (y también espiritual).
Por último quisiera decir que la zambra no solo representa en la actualidad a los gitanos del Sacromonte, sino a todo el flamenco de Granada. La ciudad flamenca se identifica por esos cantes y esos bailes que ya son de todos. Gitanos y payos participan en la zambra por igual. Pero no solo habría que cuidar la ceremonia en sí, sino también todo lo que lo rodea: el barrio y la cueva, su fundamento y su historia, sus actuantes (capitanas, bailaores, cantaores y tocaores), orejas (que son los que traen a los espectadores) y avisaoras (que eran las que daban la voz de que venían visitantes).
La mejor manera de dignificar la zambra es hacerla patrimonio. Aunque para nosotros ya lo es, necesitamos ese espaldarazo para su mejor conservación, expansión y estudio, para que se conozca en todos los rincones del mundo y para que perviva por siempre.
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