Sobre cómo me convertí en un personaje de la última novela de Christian Gálvez
Yo no sabía ni que existía 'Hannah' cuando recibí el mensaje de su autor: «Tengo algo para ti que creo que te puede hacer bastante ilusión». ¿Cómo iba a imaginar algo así?
La primera vez que estuve en el Ponte Vecchio hacía calor. Acostumbrados a las mochilas y al traqueteo del tren con el que recorríamos ... Italia, atardecer allí fue como alojarnos en un hotel de cinco estrellas. Estuvimos un par de horas, sentados en la acera, escuchando un concierto callejero de una banda que sonaba de fábula. Recuerdo la sensación, mientras bebía un trago de agua, de sentirme poderoso, llamado a la aventura, capaz de ser cualquier cosa. Qué maravilloso invento, la juventud. En aquél prólogo a la vida nadie sabía nada de Twitter ni de que Christian Gálvez, uno de los reporteros de Caiga quien Caiga, publicaría en marzo de 2020 la novela 'Hannah'. Ni, por supuesto, por qué demonios iba a terminar yo dentro de esa historia. Qué historia.
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A las once y 37 -treinta y siete- conseguí dormir al niño, otra vez, y me fui a la cama. Estaba cansado, pero no lo suficiente como para no jugar un rato con el móvil. Justo entonces apareció sobre la pantalla una notificación de Twitter. Era Christian Gálvez. Sí, Christian Gálvez, el de la tele, el de Pasapalabra, el de Leonardo da Vinci. Ese Christian Gálvez. «Buenas compañero», escribía, «tengo algo para ti que creo que te puede hacer bastante ilusión. Dime cómo puedo hacértelo llegar». Extrañado, miro a ambos lados y compruebo que el mundo entero está dormido y que no puedo comentarlo con nadie. Unos segundos más tarde, me escribe por privado y me dice que si me llama para contarme.
«Es que tengo a la familia dormida, ¿mañana?», le propongo, todavía sin saber de qué iba la película. Así que le dejo una última línea: «Ya me contarás, qué curiosidad». Y él, ejerciendo un innato suspense televisivo, respondió poco a poco. «Perfecto». «Tiene que ver». «Con esto».
Me pareció increíble la molestia que se estaba tomando Christian Gálvez para hablarme de su último libro, 'Hannah'. Joder, pensé admirado, ¿hará esto con todos los periodistas de España? Entonces, unos segundos después, escribió tres palabras más: «Y con esto».
Pegué un brinco en la cama y recordé que todo el mundo dormía. Entonces volví a releer: «A José Enrique Cabrero, por demostrar que el periodismo no solo informa, también emociona». ¿Pero cómo...? Ahora era yo el que quería llamarle a él, a pedirle explicaciones. Estaba en shock. «Hay mucho más, ya lo entenderás. Se llama karma. Mañana hablamos», terminó. Desperté a mi mujer y le dije que me había escrito Christian Gálvez, ¿quién?, preguntó ella, el de Pasabalabra, respondí, ah, muy bien, se giró sobre la almohada, buenas noches, masculló.
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«Anoche soñé que te había llamado un presentador de la tele», me dijo por la mañana y, la verdad, yo tampoco sabía qué pensar. ¿Qué había pasado? A eso de las 13 y 37 -treinta y siete- sonó el teléfono.
-¡Hola, soy Christian Gálvez!
-¡Hola! Bueno, cuéntame, que anoche me dejaste alucinando. Qué emocionante.
-Pues tú me emocionaste a mí primero, con tu artículo, me hiciste llorar. Contabas una historia muy bonita que me atravesó en un momento clave. Yo creo en el karma. Así que como tu hiciste algo bueno por mí, sin saberlo, yo he querido tener un detalle contigo. Estás ahí, en las dedicatorias, con un montón de nombres. Pero hay más. Por eso quiero enviarte el libro, antes de que llegue a las librerías, para que lo entiendas.
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«Tu artículo me inspiró una escena del libro, una escena fundamental, en el arranque...»
Christian gálvez
El 31 de mayo de 2019 salía del Hospital Virgen de las Nieves, en Granada, tras conocer a María Tirado y Juana Suárez, cuando coincidí con una señora que venía de la habitación donde estaba ingresada su madre. El ascensor tardaba mucho en llegar y empezamos a bromear sobre la eficiencia de los botones de este hotel. No sé por qué, terminó contándome la historia de su madre, a la que yo me tomé la licencia de llamar Marga. Se moría y quería ver la televisión. Conté aquella pequeña historia en este artículo, 'La última tarde'.
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La última tarde
Christian Gálvez leyó el artículo. Y lo compartió en Twitter, muy agradecido. Seguro que recuerdan que, por aquel entonces, Pasapalabra vivía una crisis que terminó arrasando el programa. No sé si tiene mucho que ver, pero el caso es que el artículo le caló. «Tu artículo me inspiró una escena del libro -me dice-, una escena fundamental, en el arranque. Una escena que estaba escribiendo en ese momento en la que hay un personaje que hace algo... -Christian, otra vez con sus perfectas pausas dramáticas- Ese personaje eres tú. Ese José Enrique Cabrero eres tú».
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Hannah
La segunda vez que estuve en el Ponte Vecchio la ciudad olía a pólvora y a restos de mármol. También a derrota. Fue cuando las bombas, el fascismo, el odio, los nazis, la guerra. Cuando la oscuridad reinaba. Cuando morir y vivir era un capricho del destino. 'Hannah' mezcla dos líneas temporales, la de Hannah nieta, una psicóloga obsesionada con las emociones y la verdad que esconden los pequeños gestos de la cara; y la de Hannah abuela, una judía a la que le gusta sonreír cuando se encuentra con el número 37 -treinta y siete-.
«Una llamada, una cartilla de reclutamiento de las fuerzas armadas de la Alemania Nazi y una frase escrita a mano en su interior desencadenan una crisis emocional en Hannah: 'Hannah, niña número 37. G. Wolf'».
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Las historias de las Hannahs construirán poco a poco el perfil de Gerhard Wolf, guardián del Ponte Vecchio y salvador de numerosos judíos durante el holocausto nazi. Un personaje real, cónsul alemán en Florencia durante la II Guerra Mundial, que esconde una apasionante e inspiradora historia sobre el arte, la cultura y el amor. Una historia que sigue la estela de 'El Diario de Anna Frank', 'El Ángel de Varsovia' o 'La Lista de Schindler'.
Al principio del libro, las Hannahs se encontrarán en un hospital en la que vivirán una intensa escena de aires granadinos. Qué sensación tan hermosa, leer tus palabras a través de otro. Tan hermosa, de verdad. En ese hospital se toparán con el Doctor José Enrique Cabrero. Doctor. Cuando lo leí por primera vez se me tambaleó el mundo. ¿Doctor, te imaginas? Me sentí como aquella vez en el Ponte Vecchio, tan joven, tan invencible, tan capaz de ser cualquier cosa, tan capaz de vencer todas las batallas. Sí, me encantaría ser doctor, justo ahora, y no un doctor cualquier, el mejor doctor del mundo. Un doctor capaz de agarrar al cáncer de todos los padres de la tierra y expulsarlo lejos, muy lejos, donde nadie lo pudiera encontrar.
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-Me has hecho médico. Qué cabrón, sí que me has hecho llorar. Gracias -le digo.
-Empate a 1, pues -responde.
Y así fue como terminé convertido en un personaje de ficción, en 'Hannah', la última novela de Christian Gálvez. Una de las cosas más extrañas y más bonitas que me han pasado nunca. Gracias por el viaje al Vecchio.
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