La terna, a hombros en Pegalajar
La tarde de toros se saldó con una buena entrada en los tendidos y un excelente juego de los novillos de Sorando. Gómez Valenzuela cortó cuatro orejas y rabo y Jorge Martínez y Fernández Ríos, dos orejas cada uno
ÁNGEL A. DEL ARCO
PEGALAJAR
Sábado, 3 de agosto 2019, 23:48
Cuando se anunció el cartel de la novillada de feria, que como cada año se celebra en Pegalajar, nos llevamos una gran alegría. Vimos que ... hubo sensibilidad para anunciar en un mismo cartel a los dos novilleros locales, tanto Gómez Valenzuela como a Fernández Ríos. Tenía que ser así, pero, ya sabemos cómo funciona este 'mundillo', no siempre dos y dos son cuatro, vamos, me atrevería a decir, que casi nunca lo es. Pero mira por dónde, esta vez, sí lo fue. Y menuda tarde de toros nos dieron los dos, uno, Gómez Valenzuela, ya con picadores y con unas formas y maneras que me entusiasman, el otro, Fernández Ríos, aún sin picadores -aunque le queda poco- con una entrega y una ambición pocas veces vista. Competencia de verdad, sana, pero intensa, justo lo que se necesita en la fiesta y, sobre todo, en Jaén. Ojalá esta dupla funcione de verdad, anunciados están juntos de nuevo en el próximo septiembre en Torreperogil. La historia del toreo está llena de este tipo de situaciones, es necesario, gustándonos mucho lo visto ayer por estos dos jóvenes chavales, distintos en todo, pero ambiciosos y buscando su sitio en los gustos de los aficionados.
Por tanto, ayer vimos un buen espectáculo, de esas tardes que con el tiempo las sigues recordando, todo ello debido, en gran parte, a la disposición de los toreros y el buen juego dado por los novillos lidiados. Sobre todo, los de Sorando, que facilitaron en gran medida lo que vimos sobre el ruedo de la preciosa plaza de toros de Pegalajar.
Vimos con mayor soltura con el capote a Gómez Valenzuela en sus dos enemigos, aunque con su primer oponente, que tuvo mucha calidad y poca fuerza, anduvo algo embarullado, demasiado cerca de él, por lo que lo muletazos en algunos casos resultaron enganchados desluciendo el conjunto del trasteo. Cierto es, lo vimos con la misma pureza en el cite, aunque pensamos no estuvo del todo acertado en las distancias. Ya en el final, consiguió los mejores momentos sobre todo toreando al natural con la izquierda. Cortó dos orejas tras una contundente estocada que tiró al toro patas arriba.
Con su segundo, otro buen novillo de Sorando, le cuajó una faena que fue a más en todo momento, cuajando excelentes tandas de muletazos por ambos lados, sobresaliendo los remates de las series y los de pecho, ligados en un palmo de terreno. Toda la labor se siguió con mucho interés por un público entregado ante este novillero que cada tarde avanza en su progresión, viéndose más seguro delante de la cara de los animales. Aunque sí hay algo que destacar de Gómez Valenzuela en la tarde de ayer fue con la espada, si a su primero lo finiquitó de forma rápida, a su segundo no fue menos, tirándose de forma, diríamos que, tirando la moneda, a cara o cruz. Y gracias a Dios fue cara. Dos orejas y rabo y apoteosis total.
Debutaba con picadores el murciano Jorge Martínez. Y la verdad, se le vieron formas y maneras de ser un novillero con mucha más experiencia que la que realmente tiene. Desorejó a su primer novillo tras una labor en la que intentó templar la no siempre clara embestida del novillo de Sorando. Se metía mucho por dentro, lo que hizo, que en un muletazo por el lado derecho fuera arrollado, recibiendo una dura paliza que no dejó secuelas visibles. Mató bien y cortó dos orejas. Otras tantas se hubiera llevado de su segundo, pero sus reiterados fallos con la espada primero y el descabello después dejó el premio reducido en una vuelta al ruedo.
El novillo que no tenía la mejor de las presencias tuvo buen fondo, lo que aprovechó el joven novillero para realizar una faena realmente extraordinaria, ligada por los dos pitones, con muletazos largos y de excelente trazo. Una pena lo de la suerte suprema, cambiando las orejas por el reconocimiento de un público que vio las excelentes maneras del murciano.
El tercer espada era el novillero sin picadores Fernández Ríos. Todo entrega y ganas, aunque sus novillos de Roque Jiménez no le dieron ninguna facilidad. Si difícil fue su primero, más su segundo.
Toda su labor, en sus dos enemigos, fue la capacidad de no venirse abajo, no conformarse, aunque el lucimiento era casi misión imposible. El reconocimiento en forma de oreja y oreja en su lote se debe a su entrega y sus ganas de ser torero.
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