Casi un kilo de páginas descarnadas

El flechazo de Marli Brosgen con Tíscar llegó durante el confinamiento. «Me quedé enganchado a esos fragmentitos que Jesús publicaba diariamente en Facebook…», destacó Jorge Fernández. Luego vendría el romance definitivo, tras la participación en el libro de relatos 'Historias del puto virus', y la edición de 'Diario inusitado de un tipo en desuso', de la que el editor destacó que le atrapó «la dulcísima y profundamente estúpida historia de amor que hay escrita debajo». Respecto a 'La Carcunda', Jorge Fernández incidió en que «es la primera vez que veo páginas absolutamente descarnadas, sin ningún tipo de compasión para el lector mientras me río a carcajadas».

Enrique Escobedo, a quien Tíscar presentó como «actor y polemista», recorrió con detalle la trayectoria del autor de 'La Carcunda', profundizando en la singularidad de su ser creativo. Así, detalló como «la negrura con la que narra Tíscar», podría incluirse en la corriente denominada tremendismo; y toca de cerca el esperpento de Valle-Inclán. «Tíscar es un observador de la vida callejera –continuó–, a través de un humor canalla que nace de la desgracia y de la necesidad. Su literatura habla de la miseria del alma humana». Escobedo también hizo referencia al «dominio brutal del lenguaje» del autor y a su «personal estilo narrativo, tan depurado».

Respecto a su nueva novela, el actor defendió que «es una obra muy potente y depurada hasta el extremo, con una estructura virtuosa». «Yo diría que es el Tíscar a su máximo exponente. Y él lo sabe», sentenció, para añadir que 'La Carcunda' es «una novela esperpéntica, irónica, canallesca… que narra una turbia historia desarrollada en Jaén, en la época de las manifestaciones y acampadas del 15-M. Es una historia de amigos, de traiciones, de desencanto que se remonta desde mediados del siglo pasado y hasta casi la actualidad».

Escobedo también hizo referencia al especial tratamiento del espacio y el tiempo, de manera que en un mismo párrafo o en una misma frase pueden observarse varios saltos temporales. Del mismo modo, hizo referencia al gusto del escritor por el tabú, que «Tíscar coge y convierte en caldo de cultivo para hacer literatura».

Por su parte, Jesús Tíscar se mostró satisfecho con el momento que vive, en el que está inmerso en nuevos proyectos y «bien llevado por una editorial». El jienense se reconoció como «escritor viejo», y precisamente por eso reivindicó el oficio, «sobre todo el de aquellos que nos lo hemos tomado en serio». «Porque lo de escribir bien es fruto del trabajo, no del talento», defendió.

El autor trasladó que el germen de 'La Carcunda' surge de la noticia relacionada con Antonio González Pacheco 'Billy El Niño', cuando una jueza argentina intentó llevar a juicio las torturas cometidas por el policía de la Brigada Político-Social durante la etapa franquista. «Este personaje al que todos vimos en televisión esconderse de un reportero alegando ir al médico lo traje a mi terreno, al espacio de las malas tripas y de la bajeza humana. Y lo traje a Jaén porque me interesaba mucho que este personaje ficticio se cruzara en una ciudad pequeña con aquellas personas a las que había torturado en la última época del franquismo. Luego, ya no sé por qué, surgieron otros personajes, que en principio repudiaba, porque no tenían mucho que ver, como ese bello joven del Opus Dei de madre incestuosa; pero me lo pedía, era como un apéndice que salió del personaje…». Tíscar resumió la trama en pocas palabras: «hay un personaje con mucha mala leche que se pasea por el 15-M de Jaén, y a partir de ahí no le concedo ningún tipo de sensibilidad al lector. Prefiero cargármelo».

El escritor también respondió a Escobedo en esa referencia sobre su gusto por el tabú, señalando que «no sé lo que tiene de bello el tabú, pero sí lo que tiene de no hacerle perder el tiempo al lector. Es igual que un espectador de teatro, que lo más penoso que le puede pasar es que salga del teatro igual que entró. No, no, no. ¿De qué sirve eso? Sucede igual en el artículo de prensa o en la columna, para que escribir y no decir nada; hay que hacer que se le mueva algo al lector. Los escritores podemos ser entretenedores, pero hay que entretener al lector causándole una reacción». Así, añadió que su uso del tabú no es intencionado, «pero es que a mi esos temas son los que me atraen; esa bajeza humana que tenemos todos dentro de una glándula y que simplemente hace falta que alguien nos la pinche».