Agotadas en media hora las entradas para ver la obra de Conejero en Vilches

Apenas media hora después de poner en venta anticipada el boletaje, en la taquilla del teatro vilcheño Miguel Hernández aparecía el anhelado cartel de «entradas agotadas». En el pueblo natal del autor, director y productor de esta pieza dramática que se gestó en el propio teatro Miguel Hernández (en él tuvieron lugar los primeros ensayos) nadie quiere perderse la escenificación de una pieza que pisará el escenario condatense el viernes 6 de diciembre, un día después de transitar por el Teatro Maestro Álvarez Alonso de la ciudad de Martos.

Alberto Conejero se siente feliz, emocionado de que 'La geometría del trigo' llegue a Vilches: «Es mi proyecto más personal, porque nace de los recuerdos de adolescencia de mi madre, vilcheña como yo, y tiene por paisajes mi propio pueblo y las minas de plomo entre Linares y Vilches».

Cuenta Alberto que «la obra es un viaje de norte a sur, de sur a norte, de ahora a entonces y de entonces a ahora, una historia de tránsitos y transiciones entre tiempos, espacios, lenguas y formas de amar». Joan y Laila, una pareja en crisis viajan en coche desde Barcelona a Vilches para asistir al entierro del padre del primero, de quien nada supo a lo largo de la vida. En este cruce del país uno y otra van uniendo las piezas de un relato del que inevitablemente forman parte.

Seis personajes, seis actores que aparecen en tiempos y edades distintos pero siempre interpretados por los mismos comediantes: «La primera frase que asoma en la representación, 'regresa al lugar donde nunca estuviste', es una paradoja que encierra la esencia de la obra. Hay que desandar el tiempo y la geografía para entender el pasado que nos configura», advierte el dramaturgo, autor entre otros dramas de 'La piedra oscura' y 'Los días de la nieve' y en posesión de premios de sobresaliente valor como el Max al mejor autor teatral 2016, el Ceres al mejor autor o el Nacional de Teatro Universitario.

En la representación de la pieza, llena de rincones poéticos, el público se encuentra con una sucesión de frases y sentencias gestadas en las largas tardes de ensayos sobre la escena vilcheña: «No quiero seguir con alguien que cada día está más triste, más lejos de mí»; «cuando nazca nuestro hijo le pondré un nombre que te haga olvidarme» o «el vínculo nunca desaparece, y siempre estamos a tiempo de protegerlo». Pero sobre todo se encontrará con una trama que refleja la realidad española a través de tres generaciones, un trabajo actoral imponente, una música lírica y una sutil puesta en escena. Todo desde el talento y la humildad de este vilcheño que triunfa en la escena pero que nunca desdeña de su pasado: Soy hijo de un electricista que se ha levantado todos los días de su vida de madrugada y ha cargado sacos de yeso y de una mujer hija de un pastor trashumante».