La adaptación que hizo Jaén en 1903 para que el Réquiem de Mozart sonara moderno

Esta conferencia es un extracto de su libro 'El Réquiem de Mozart. Una historia cultural', donde estudia el impacto que tuvo esta obra en Europa, sobre todo en España, y Latinoamérica. Una misa de difuntos en latín que al margen de la polémica sobre qué parte compuso realmente Mozart, ya que murió antes de terminarla, ha marcado la historia de la música y la cultura occidental.

Con este libro demuestra que España estuvo directamente implicada en la recepción de esta obra como consecuencia del peso de la Iglesia en la cultura durante la Edad Moderna. La importancia de su presencia aquí se explica, en parte, por la red de catedrales y los músicos contratados por los cabildos catedralicios para hacer música sacra.

En Andalucía se conservan copias del Réquiem en las seos de Málaga, Sevilla, Cádiz y Jaén. Las fuentes de las dos primeras son de las más tempranas, entre 1805 y 1806, teniendo en cuenta que la obra original se editó en 1800.

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En el caso de Jaén la singularidad no viene por la cronología: «A Jaén llega muy tarde, pero lo interesante es que en la Catedral se conserva una fuente del Réquiem de Mozart adaptada y transformada en su instrumentación para que sonara moderna en ese momento», explica Marín. Si bien la parte vocal es la misma, los instrumentos son distintos porque lo que hace Jaén con un «sentido pragmático, práctico y funcional» es adaptar la sonoridad de una obra antigua del siglo XVIII a una del siglo XX, asociada a las bandas y al metal, instrumentos que por entonces había en la Catedral.

«A través del caso de Jaén cuento de qué forma los grandes iconos de la cultura musical se adaptan, se transforman y se actualizan para que cada generación posterior entienda la obra como algo cercano», añade el catedrático de Musicología.

La fuente que se conserva aquí está vinculada a una ceremonia de homenaje por el fallecimiento del papa León XIII en julio de 1903 que fue promovida por el obispo de la época, ya que según Miguel Ángel Marín tocar el Réquiem era una señal que prestigiaba al difunto.