La toma de los Javis, Federico y Granada
La Plaza de Santa Ana viaja en el tiempo para acoger una intensa jornada de grabación que no pasó desapercibida, con 230 granadinos gritando «¡libertad!»
Era Federico. Sí, ese Federico. ¡García Lorca! Caminaba a los pies de la Iglesia de Santa Ana, con sus zapatos limpios y el traje gris ... sin abrochar. El pelo bailaba así, arriba y abajo, con esa ondulación tan suya. Era él, o eso creo. Lo mismo no. Había tanta gente, una muchedumbre alterada con los puños en alto y las banderas ondeando. «¡Viva Graná! ¡Viva la República!», gritaban. Un coche ardía y lanzaban periódicos al viento. Pedían libertad y él, Federico, juraría que era él, se acercó lento para fundirse con la gente, su gente. Su tierra. No sé, con tantas cámaras y micrófonos lo mismo me confundí y era un fantasma, un espíritu, un espejismo. Pero no soy el único que lo vio, otros también cuchicheaban a su paso y decían mira, allí, mira: es Federico.
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Fuera, al otro lado de la valla que divide la ficción de la realidad, era 2 de octubre de 2025. Dentro, Javier Calvo y Javier Ambrossi, los Javis, habían abierto una puerta milagrosa que conectaba directamente con la Granada de 1932. En las paredes colgaban carteles de corridas de toros y de un partido de fútbol: «El Granada y el Murcia se disputan la copa del Corpus. Y, a las 17.30, Barça contra Zaragoza». En el centro de la Plaza de Santa Ana, doscientos treinta granadinos pedían justicia, disparaban fusiles y se encaraban con la policía, montada en sus caballos. La tensión era palpable. El sol caía a plomo. Y las cámaras bailaban de un lado a otro para contar una gran historia: 'La bola negra'.
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Horas antes de la revolución, antes de las claquetas, a eso de las once de la mañana, los curiosos ya se agolpaban en Plaza Nueva, junto a las balizas que cortaban el paso a todos los que no formaran parte del rodaje. «¿Está Penélope? ¡Que salga Penélope! ¡PE-NÉ-LO-PE!», exclamaba entre risas María Rosa, una señora dispuesta a echar allí el jornal. Pero no, la actriz no estaba ni tampoco Guitarricadelafuente, Miguel Bernardeu, Carlos González o Lola Dueñas. De hecho, ninguno participa en el rodaje en la ciudad, que terminará el sábado por la noche. Así que aquí las estrellas son los 230 figurantes y los actores granadinos que pondrá cara y sangre a la película. Ellos y los Javis, claro, que no se guardaron ni una sonrisa.
Manolo Caracol
El primero en llegar al set fue Javier Calvo. Llegó con el móvil pegado al oído, pero no hablaba con nadie. Estaba escuchando a Manolo Caracol cantar aquello de «De la vela, en la sombra verde y clara, de la torre de la velera». Cada dos pasos, se paraba y miraba muy arriba, a lo lejos, donde los turistas saludaban desde la Alhambra. Mientras se movía, se paraba a charlar con los miembros del equipo, a ajustar detalles. «Es una maravilla estar aquí», dijo. Unos minutos más tarde apareció Javier Ambrossi, que venía de atender a los extras que esperaban en la Cuesta de Gomérez. «Venimos a mostrar Granada, venimos a vuestra casa, qué menos que abriros las puertas del rodaje», añadió. Ambos, un torbellino sincronizado de buenas palabras y amabilidad, estaban en todas partes al mismo tiempo.
«Que nadie entre con botellas de plástico, latas… ya sabéis, por favor». La indicación se repitió una y otra vez en la puerta del plató, por donde entraron los extras y actores vestidos de época. «Hemos hecho un curro de documentación muy fuerte», afirmó Ana López Cobos, diseñadora de vestuario, muy atenta a los detalles. «Tengo un equipo estupendo, con refuerzos de Granada para que cada uno de los 230 extras transmita la historia con solo verlos». Entre esos 'transmisores' hay personas de todas las edades. Como Lucía y Ana, veinteañeras, que se lo pasaron «a lo grande». O María José y Pilar, jubiladas: «Aquí, viviendo el cine», reían mientras se comían un bocadillo. También el fotógrafo Jesús Vergara, que llevó a sus hijas a un cásting y al final le eligieron a él.
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Una de esas granadinas de 1932 era Pepa Merlo, filóloga y escritora especializada en Federico García Lorca. «Los Javis, que me han liado –bromeó–. Es emocionante ver los años 30 vivos».
«Queda precioso»
Los ojos de Gris Jordana, directora de fotografía varias veces nominada al Goya, oteaban el horizonte como el vigía que espera tierra a la vista. «Estamos esperando a que asome el sol por allí para poder rodar», explicó sonriente. «Esta es una de las secuencias más importantes. Y mira, en un sitio icónico como Santa Ana… La verdad es que rodar en Granada es más fácil que en otros sitios porque tiras una patada a la cámara y te queda precioso». Y, ¿por qué se rodó precisamente aquí, en Santa Ana? «Con esta localización tuvimos un debate interesante», respondió Roger Bellés, director de arte. «Cuando hacemos decorados, siempre intentamos arraigarlos a su realidad y a su esencia. Justo con este, nos preguntamos si valía la pena buscar un lugar más escondido donde trabajaríamos más tranquilos o hacerlo aquí y que se viera bien Granada. Optamos por Granada, por rodar en un lugar que realmente hubiera pisado el poeta. Es importante para la historia que la gente reconozca los vínculos y conecte emociones».
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Santa Ana no es la única localización de 'La bola negra'. El miércoles se grabó en el Carmen de los Mártires y otros puntos del Albaicín. «Localizar en esta ciudad es una maravilla porque todo vale», subrayó Clara Salvador, jefa de localizaciones. «Además, nos han ayudado un montón Film in Granada y el Ayuntamiento». Sobre el resto de escenarios, prefiere guardarlos en secreto, pero advierte que «no van a disgustar», que son «muy potentes».
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A las 12.30 horas, la Plaza de Santa Ana estaba irreconocible. Los 230 figurantes, 230 revolucionarios esparcidos por todo el set, guardaban silencio para escuchar a Javier Ambrossi, que les hablaba a todos por los altavoces. «¡Chicos, chicas, chiques! Atentos que vamos a rodar. Ya sabéis: lanzarán periódicos por la ventana, cortan la calle, el coche arde… Y recordad: no hay risas. ¡Nos estamos jugando la vida!». Con el acción, la plaza era una olla a presión que clamaba justicia, libertad y república. Por el fondo, más de uno juraría que vio a Federico –sí, ese Federico– caminando lento. Pero a saber. Habrá que esperar a 2026, al estreno de 'La bola negra' en cines. «¡Corten! ¡Lo habéis hecho increíble! ¡Vamos a por otra!». El aplauso fue una bomba.
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