Escena de 'La sociedad de la nieve'. NETFLIX

La sociedad de la nieve

Vengo de un cine que cayó en las montañas

Esta, como todas las historias de Juan Antonio Bayona, es una película de fantasmas. Y uno sale transformado de un viaje así

Sábado, 16 de diciembre 2023, 11:29

Vengo de un cine que cayó en las montañas y todavía tengo frío. Esta madrugada escuché los pasos de mi hija acercándose por el pasillo ... hasta llegar a nuestra cama. Escavó con sus manos un agujerito en el edredón y se coló entre nosotros. Luego me estrujó el brazo -«mi brachito», susurró ella- y sentí que ella también tenía frío. La rodeé con los brazos y de repente estaba allí otra vez, en el cine estrellado, con los dedos clavados en la tela de la butaca y el corazón redoblado y los ojos empapados y temblorosos. Estuve allí. Yo estuve allí, con ellos, en el Valle de las Lágrimas, donde el milagro de los Andes. Y algo de mí se quedó en la montaña.

Publicidad

'La sociedad de la nieve' empieza en una iglesia, no porque sea una película religiosa, pero sí es sin duda un diálogo con Dios. Con lo que sea que signifique la palabra Dios. Un viaje -el nuestro- en el que la figura del pasajero es el poema, un encuentro entre los que vienen y los que no vuelven: una confrontación brutal entre la vida y lo que creemos que es la vida. Porque esta, como todas las historias de Juan Antonio Bayona, es una película de fantasmas. Los del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya son tan fantasmas como los niños del orfanato, las víctimas imposibles del tsunami o los monstruos que llaman a la puerta desde el pasado. Fantasmas que atraviesan la fina línea que separa el aquí del más allá.

La pena sería no tomar este vuelo en un cine. Seguro que en casa el film se disfruta de otra manera, pero les aseguro que en la sala, rodeado de desconocidos, en una pantalla grande como los Andes, 'La sociedad de la nieve' es mucho más que una película. Es una experiencia tan cruel, angustiosa, honda y hermosa que uno sale transformado. Cuando gritan «¡mamá!», uno ve a mamá. Cuando hablan del amor a los hijos, ves a los hijos. Cuando los amigos se cuidan, son tus amigos. Y cuando piden un poquito de fe, es la tuya la que no sabes dónde está.

«Cuando gritan «¡mamá!», uno ve a mamá. Cuando hablan del amor a los hijos, ves a los hijos. Cuando los amigos se cuidan, son tus amigos»

'La sociedad de la nieve' es impecable y preciosa. Es, efectivamente, una película de Oscar. Todo brilla. La interpretación del grupo es asombrosa y real. Los actores han vivido su propia odisea para hacer esta película y eso se palpa en cada fotograma. Enzo Vogrincic, Matías Recalt, Agustín Pardella... cómo me hicisteis llorar, cabrones. Gracias. La fotografía, los efectos especiales, el maquillaje... ¡hasta la música! No puedo -ni quiero- sacarme el 'Found' de Michael Giacchino de la cabeza, para mí la pieza más bonita del año.

Y está Sierra Nevada, que no se ve. Nuestra Sierra Nevada se hace grande, colosal, para interpretar a Los Andes y acoger a la familia como un fantasma más de 'La sociedad de la nieve'. Qué orgullo saberse parte de la película.

Publicidad

Los supervivientes regresaron de la montaña el 23 de diciembre de 1972. En 2008, Pablo Vierci, amigo de todos ellos, escribió 'La sociedad de la nieve', el libro en el que todos los pasajeros del vuelo depositaron su corazón y su alma. En 2013, Juan Antonio Bayona imaginó un guion mientras rodaba 'Lo Imposible'. Y el 15 de diciembre de 2023 nos llegó la película, que no deja de ser como ese papel, esa historia que pasa de una mano a otra hasta llegar a su destino.

Bayona, Vierci, yo también creo en los muertos. Tengo frío porque aún vivo, porque no dejé de sentir. Porque vengo de un cine que cayó en las montañas. Y algo de esa montaña se quedó en mí, como mi hija.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad