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Antonio Orozco, durante su actuación en la plaza de Toros de Granada. ARIEL C. ROJAS

Antonio Orozco renace en Granada

Música ·

La Plaza de Toros, repleta de un público entregado, abraza y redime al cantante catalán en la celebración de sus veinticinco años de carrera

Eduardo Tébar

Granada

Domingo, 21 de septiembre 2025, 00:05

Irrumpió Antonio Orozco con ímpetu y voracidad de público a las nueve y media de la noche de este sábado. En el enorme escenario de ... una Plaza de Toros ansiosa por abrazar el cancionero del de Hospitalet de Llobregat dentro del ciclo 1001 Músicas. Ahí apareció él, engalanado de negro, con mucho brillibrilli. En el mismo escenario que hace justo un año conquistó su ídolo mayor: Manolo García. Tras una breve sintonía electrónica, el cantante catalán entró hablando de «sueño cumplido esta noche en Granada». Comenzó por su lado más filosófico, sin ser él mucho de eso, pregonando la reciente 'El tiempo no es oro'.

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Acto seguido, 'Hoy' recordó su pasado revitalizador en el pandémico 2020, cuando superó a través de la música un ciclo personal difícil. Todo esto acompañado por una banda robusta. Y con su silueta omnipresente en las dos pantallas gigantes colocadas en los laterales. Una reciedumbre que llevó al grupo, por ejemplo, a soltarse con el 'Seven nation army' de The White Stripes en 'Que me queda' –más adelante la reengancharían–. Percibimos más vocación de pop rock para recintos tamaño XL que ecos de aquel muchacho aflamencado de los inicios. A continuación, el primer arrebato sentimental de la velada: 'Ya lo sabes'. Brazos en alto. El ruedo convertido en un coro. Y momento oportuno, consideró, para endilgar un comodín como 'Devuélveme la vida'. Aún estábamos en el primer bloque, que culminó con 'El viaje', una pieza que recuerda el cuarto de siglo de carrera que justifica esta gira repartida en veinticinco fechas. Y que sonó a reducción del rock andaluz a píldora de radiofórmula.

En la segunda parte sobrecogió 'El problema fue la solución', retrato de su momento artístico actual en un envoltorio de afectado dramatismo, con un raspado vocal muy de vieja escuela melódica. En el otro extremo, en 'La revolución' afloró un intérprete canalla que podría pasearse por cualquiera de los festivales clónicos que pueblan la geografía. Una onda que fue a más en 'Llegará', cuando el coso de Doctor Olóriz se puso a botar dando palmas. Y no, no se trataba de la muchachada que llenó este recinto con el reguetonero puertorriqueño Myke Towers el pasado mes de junio. Aquí abundaban los matrimonios de más de cuarenta.

Cuando el concierto sobrepasaba una hora, los músicos desaparecieron. Solo se mantuvo Antonio Orozco, ya abrigado con una chaqueta, junto con su pianista. Ese 'Mi héroe' estremeció al propio cantautor, que no pudo reprimir la lágrima al levantar la vista y sentir que tenía a Granada rendida. Para unos, Antonio es un tipo de 52 años que mantiene intacta la socarronería barrial. Para otros, un vocalista sobrado de poderío cuya naturalidad en el formato televisivo de talentos multiplica su capacidad de seducción. Sus devotas y devotos granadinos aprecian a quien aprendió a convivir con las cicatrices, con la conciencia de fragilidad, con el aprecio por las poquitas cosas verdaderamente importantes. Orozco preserva algo, o mucho, de hombre de la calle. No solo en actitud, sino hasta en fisonomía.

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Granada coreó y aplaudió a un Antonio Orozco que busca una música a la vez intimista y grandiosa. A una estrella sin ínfulas a la que pueden chillar '¡Tú sí que vales!'. Al final, Antonio confesó lo mucho que le ha enseñado Granada. Se acordó de Enrique Morente. Y se derritió: «Ni en el mejor de mis sueños hubiese imaginado ni una milésima parte de lo que he vivido esta noche».

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